Albert Rivera está que se sale. ¡Cómo se nota que las encuestas le sonríen! Ofrecerle la posibilidad de llegar a alcalde de Barcelona a un francés al que últimamente no le van muy bien las cosas se me antoja una idea brillante a la hora de distinguirse de los demás partidos. Además, si los parisinos tienen una alcaldesa andaluza, ¿por qué no podemos los barceloneses tener un alcalde francés? Roda el món i torna al born (Recorre el mundo y vuelve a donde naciste), dice un refrán catalán. Y sí, es fácil tomarla con Manuel Valls y acusarle de trepa en su situación actual: los socialistas franceses lo detestan, François Hollande lo considera un traidor de esos que te apuñalan por la espalda y Emmanuel Macron lo basurea convenientemente para que no le haga sombra. En tal coyuntura, no es descartable que el señor Valls se pasee por la madre patria a ver si le cae algo, acercándose a Ciudadanos porque en el PP y el PSOE huele a muerto. Pero, en el peor de los casos, lo suyo es una versión de alto standing de lo del menesteroso Albano Dante Fachin, que va por ahí cual perro sin dueño, presentándose en actos de ERC y de la CUP a ver si alguien le echa un hueso jugosito (sin mucho éxito hasta el momento).
Sin haber aceptado aún la oferta de Rivera, Valls ha conseguido granjearse ya la más absoluta hostilidad de todos los partidos que no son Ciudadanos. Del PSOE porque lo ven como un intruso, aunque tiene más carácter, carisma y talento que Pedro Sánchez. Del PP por lo mismo. Y de los nacionalistas porque no lo es: si lo fuese, le aplaudirían con las orejas, aunque hubiese nacido en Vladivostok de padres rutenos. El argumento generalizado es que el señor Valls es un loser, un fracasado en busca de destino, un saldo político. ¡Y eso lo sostiene Gerardo Pisarello, el supertrepa argentino, cuya idea de la justicia social consiste en quitarle la calle a un héroe de guerra --definido como facha por su jefa, otra lumbrera-- para dársela a un cómico malasombra en muestra de agradecimiento por haberse ciscado en España en un programa de TV3!
Con Valls, Rivera se marca un gesto europeísta que ha dejado descolocado a todo el mundo
El hecho de que Valls llegara a primer ministro de Francia les resulta irrelevante a sus detractores, cuando, desde el punto de vista del interfecto, pasar de mandamás de un país importante a alcalde de una ciudad de provincias con pretensiones es un claro ejemplo de humildad realista. Personalmente, no considero a Valls ni el salvador de Barcelona ni un arribista renuente a la jubilación. Sé que se está buscando la vida, pero le tengo un respeto y no me importaría tenerlo de alcalde.
Con Valls, Rivera se marca un gesto europeísta que ha dejado descolocado a todo el mundo. Y dice que los grandes fichajes aún no han terminado. Yo de él, le ofrecería algo al pobre Nick Clegg: habla español perfectamente, está casado con una vallisoletana y, sobre todo, su partido está hecho unos zorros desde que aceptó el abrazo del oso que le ofrecía David Cameron. O a Anne Hidalgo, en cuanto acabe de caer en desgracia en su partido. En cuanto a Matteo Renzi, aunque parece un buen chaval, mejor olvidarse de él: para mí que el pobre es un pelín gafe.