"¿Dónde vas, Alfonso XII, dónde vas triste de ti? Voy en busca de Mercedes que ayer tarde no la vi...". Del cancionero popular madrileño de finales del XIX, que dio el título a la película ¿Dónde vas, Alfonso XII?, que trata de los acontecimientos acaecidos durante la subida al trono de Alfonso XII, su boda con su prima María de las Mercedes de Orleans y la prematura muerte de ésta, pocos meses después de haber contraído matrimonio. Dada la buena relación de respeto institucional que nuestra alcaldesa mantiene con la monarquía borbónica, quizás ha llegado el momento de entonar: ¿Dónde vas, Colau, dónde vas triste de ti?
Estos días, coincidiendo con la visita a Barcelona del Jefe del Estado para la inauguración del Congreso Mundial de Móviles (MWC), nuestra alcaldesa obsesionada en mantener su protagonismo mediático ha actuado una vez más de forma irresponsable. Su desplante al Rey forma parte de una estrategia de permanente brindis al sol que tiene por objeto ocultar sus graves carencias de gestión.
Destaca la inacción de Colau en la búsqueda de soluciones a los graves problemas que afectan a la movilidad sostenible de Barcelona y su área metropolitana
En estos tres años de desgobierno, apuntaría algunos detalles que considero relevantes de su gestión al frente de la alcaldía. En primer lugar destacaría su pertenencia al club de los pirómanos y su empecinamiento en utilizar e instrumentalizar el 1-O, ad nauseam, lo que sin duda degrada el papel de intermediación que correspondería a la alcaldesa de Barcelona. Colau navega siempre en la misma nave, a veces se permite criticar la estrategia secesionista, pero en ninguna ocasión ha denunciado con contundencia las nefastas consecuencias que la secesión acarrearía sobre la capital catalana.
A destacar su inacción en la búsqueda de soluciones a los graves problemas que afectan a la movilidad sostenible de Barcelona y su área metropolitana. La ausencia de liderazgo para impulsar proyectos de infraestructuras vitales para la ciudad, como serían la reactivación de la estación de la Sagrera, la parálisis de la L9 del metro de Barcelona, el caos del proyecto de Plaza de las Glorias, el empantanamiento de su proyecto estrella, la conexión Tram-Diagonal, subordinado a los acuerdos de supervivencia con el PDeCAT y ERC, que le permitan la aprobación de los presupuestos y el mantenimiento provisional de la alcaldía después de la ruptura unilateral de los acuerdos de gobierno con el PSC. Pocas veces ha tenido Barcelona un ayuntamiento tan dependiente y subordinado a los intereses del Govern de la Generalitat.
El populismo colauita tiene poco de ideología de izquierda, escasa sensibilidad hacia el mundo del trabajo y mucho de fuegos artificiales
Colau lidera un movimiento que pone el acento en lo nacional populista y abandona cierta utopía internacionalista y solidaria del 15M, su movimiento es retardatario y fuertemente conservador. Recurre a la utilización de la reivindicación republicana, con fuertes dosis de oportunismo. La alcaldesa parece ignorar que la Constitución española contiene el germen de una monarquía republicana, que asume con toda plenitud el hecho de que la soberanía reside en los ciudadanos y garantiza la unidad y solidaridad de todos los trabajadores españoles.
El populismo de los comuns, habla de "la gente" y se olvida de lo que ha sido una referencia constante en el universo ideológico de la izquierda, los trabajadores, cuyos intereses se subordinan a la defensa de las reivindicaciones soberanistas y de los privilegios territoriales. Los encuentros con los sindicatos giran alrededor de los posicionamientos y estrategias compartidas en el terreno identitario. Pocas veces el mundo del trabajo ocupa la agenda de gobierno de la ciudad, cuando lo hace es para proponer ideas como la del concejal Pisarello de fijar un "salario mínimo de ciudad" en Barcelona, que encierran un peligroso germen de derivas corporativas. El populismo colauita tiene poco de ideología de izquierda, escasa sensibilidad hacia el mundo del trabajo y mucho de fuegos artificiales.