Esta es la pregunta que todo ciudadano madrileño y los responsables de estamentos públicos se hacen. ¿Por qué la Operación Chamartín no está ya en marcha? Que responda el ayuntamiento. Llevamos dos meses de retraso del plazo marcado por el propio ayuntamiento. Todas las partes muestran inquietud. Incluso algunas partes, como los partidos políticos de la oposición, han manifestado su apoyo al proyecto. Fomento está preocupado. Adif está muy preocupado. Distrito Castellana Norte (DCN) se supone que también. Digo se supone porque no opinan, no contestan, a pesar de que su jefe, Antonio Béjar, les manifestó a los abajo firmantes “el proyecto se aprueba ya”. Ya vamos con retraso señor Béjar. ¿Quién lo frena?
El calendario aprobado en verano no se cumple. El circo que montaron con la rueda de prensa controlada el pasado mes de julio entre la alcaldesa Manuela Carmena y el ministro de Fomento Íñigo de la Serna no ha llevado a buen puerto los prometedores acuerdos. El ministro quiere hacerlo. “Esperamos la aprobación ya”, ha dicho. Este ministro quiere hacerlo todo y rápido. Quiere crecer. ¿No había acuerdos? Parece que no. Porque todo está, ahora, parado. ¿Los responsables? Cuentan que el ayuntamiento. La señora alcaldesa y su marido Leira no controlan a sus subordinados. Hay división. El gobierno municipal de Ahora Madrid está dividido. Y no tiene pinta de que acerquen posiciones. O interviene Pablo Iglesias, alias El Coletas, o no se pondrán de acuerdo. Posiblemente, ni aun así. ¿Esperamos al próximo ayuntamiento? “Nada de eso”, apunta el jefe de DCN, el señor Béjar. Pues el tiempo corre en contra porque además de la aprobación habrá que modificar el Plan General Urbanístico, cosa que se preveía hacer en el último trimestre del pasado año. Y no se ha hecho. Y se acercan elecciones municipales. Queda poco más de una año. Los meses corren a velocidad olímpica.
Dicen que los concejales de IU --Carlos Sánchez Mato, Mauricio Valiente y Yolanda Rodríguez-- y los anticapitalistas --Rommy Arce, Monserrat Galcerán, Pablo Carmona, Celia Mayer, Guillermo Zapata, Javier Barbero y algún otro que se descuelgue-- se oponen al proyecto. Bueno. PP, PSOE y Ciudadanos dicen que van a votar a favor. Ya lo tiene, señora alcaldesa. ¿O no confía en que todos los partidos nombrados le den su apoyo? Puede ser que no. El PSOE ya ha advertido su disconformidad por falta de información. No saben de qué va el proyecto nuevo de Operación Chamartín. Y Ciudadanos, lo mismo. Tampoco saben de qué va. Nada de nada. Aunque apoyarían a la alcaldesa porque ya quieren que se haga. ¿El PP? Se supone que conocen el proyecto. Sólo se supone. Pero piensan apoyar. Si no se aprueba el ridículo sería mayúsculo para la alcaldesa. Por eso la alcaldesa Carmena quiere contar con los propios para evitar sorpresas. Pues ya puede acelerar. Los meses siguen corriendo y las elecciones se acercan.
Este ministro de Fomento quiere hacerlo todo y rápido. Quiere crecer. ¿No había acuerdos? Parece que no
¿Alguien más está pendiente de que se apruebe la Operación Chamartín? Claro. Adif. Muy interesado. Porque necesita su parte de la operación. El capital que le corresponde, según lo acordado. Es una inyección de 1.200 millones de euros por los derechos de los terrenos. Los necesita ya. Para invertir en Cercanías, que ya lo necesitan con urgencia, y en la nueva estación de Chamartín. Probable que con el interés que tiene el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, en realizar todas las obras ferroviarias se los gaste en otras vías del país y no espere a la estación. Ya veremos luego quién la paga. Lo suponemos. Quiere hacer todas las obras. Llenar el país de vías de acero. Necesita dinero y quiere que el BBVA y San José se pongan a construir ya las 10.800 viviendas, el centro de negocios, las torres y lo que sea menester. Pero que empiecen ya. Y paguen. “Es un proyecto beneficioso para la ciudad y el país”, ha manifestado recientemente. De los ciudadanos afectados nunca se acuerda. Cada uno a su negocio.
Porque el ministro quiere que se haga ya. Porque Adif quiere que se haga cuanto antes. Por eso negocian bajo cuerda, sin espectáculo, sin ruido. Así negocian los buenos negociantes. Otros saldrán a colgarse medallas. Adif, con su presidente Juan Bravo a la cabeza, negocia a la sombra y sin aparentarlo. Con mucho tacto político. Por eso no hablan. Y porque se acerca una campaña electoral y hay muchos intereses de por medio. Mejor, calladitos. Y que el proyecto se apruebe. Luego, sobre la marcha, ya pondrá los puntos sobre las íes, que de eso sabe bastante Juan Bravo.
Pero hay cierta preocupación en Adif. Y en el Ministerio de Fomento. Porque Carmena, tras tumbar el proyecto anterior de Ana Botella (por qué no se aprobaría entonces siendo todas las partes del PP), llegó a acuerdos con Fomento y Adif, propietario de los terrenos y bautizó el proyecto como Madrid Nuevo Norte. Otro nombre que nadie emplea porque el de Operación Chamartín tiene más solera. Es más corto y con nombrarlo el ciudadano lo sitúa rápidamente. Que le pongan todos los nombres que quieran, pero que lo hagan. Pero no es fácil. Porque, además de nombre, hay que modificar el PGOU donde, también, el número de viviendas y la dirección del desarrollo pasa a la administración municipal. De privado a público. ¡Uf! Los técnicos municipales a estudiar el proyecto. Demasiado grande para exigir rapidez. Ya lo había hecho el arquitecto decano de Madrid José María Ezquiaga, y, por cierto, muy bien hecho. Ahora, desde el ayuntamiento, están los técnicos trabajando en el nuevo proyecto. Dicen las malas lenguas que copiando el proyecto de Ezquiaga. ¿A cambio de algo o lo están fusilando? Respuestas para todos los gustos. Difícil igualarlo. Y menos con Calvo a la cabeza, “que es poca cosa” y “no decide nada”, según cuentan personas cercanas al concejal de Urbanismo. Claro, no ha hecho todavía ningún edificio y quieren que haga la mayor obra urbanística de Europa. Sensatez, señores del ayuntamiento.
Se pretenden torres de oficina con apartamentos de lujo, comercio exclusivo, un gran museo o un teatro de Ópera, según comenta un ejecutivo sin nombre que apoya la propuesta. Lujo. Más lujo
¿Y el centro de negocios? Algunos lo llaman Mini-Manhattan. Y mantienen que será una bomba contra la ciudad. Porque no hay ningún estudio, ninguna valoración de su impacto sobre la ciudad. Porque ya hay desocupación de las oficinas existentes. Toda la Castellana está llena de oficinas. Las llevamos al nuevo centro y vaciamos las de la Castellana. No parece muy inteligente. El centro de negocios que pretenden construir lo que intenta es acaparar suelo para imitar a las cuatro torres. Pero el suelo está sin urbanizar. ¿Quiere el BBVA acaparar suelo con la opción de compra que tiene apalabrada con Adif? Y no ha soltado un euro desde 1993. Es su negocio y va a lo suyo. Pero los estamentos públicos suponemos que defenderán lo público, que es de los ciudadanos. Misión del ayuntamiento. Está claro que el urbanismo madrileño no tiene una estrategia de suelo para la actividad económica, para oficinas. No tiene.
Madrid no necesita oficinas. Luego el centro de negocios es una estrategia para acaparar suelo. Y los responsables de los estamentos públicos, las autoridades, han adoptado intereses como si fueran de bien común. Asumen que es bueno para todos. Si lo hace el BBVA es lo que hay que hacer, es lo único posible. Así nos va. El Mini-Manhattan no es necesario, por más que lo vendan como necesario. Dicen antiguos responsables de urbanismo que “es perjudicial”. Marcará un desequilibrio para la ciudad. No piensan lo mismo los fondos de inversión que ven con preocupación el retraso de la Operación Chamartín. La incertidumbre molesta a los operadores que podrían llevarse el dinero a otras ciudades como Milán, Londres o Amsterdam. Cada uno a lo suyo. Estos, a sus negocios. El resto no importa.
¿Y los ciudadanos? ¿Cómo les afectará? ¿Qué impacto tendrá sobre sus barrios? Subidas de precios. Fuera el que no pueda pagar. Se sustituyen por empresas y comercios con mayor poder adquisitivo. Si se llena Chamartín se vaciarán otras zonas como AZCA, por ejemplo. Sólo hay que ver cómo Plaza de España y Canalejas, que ya sufrieron el vaciado, han pasado a ser de uso hotelero y comercial. Se pretenden torres de oficina con apartamentos de lujo, comercio exclusivo, un gran museo o un teatro de Ópera, según comenta un ejecutivo sin nombre que apoya la propuesta. Lujo. Más lujo.
Los ciudadanos de la zona vayan buscando piso en otro lugar.