Los de mi generación, cuando estudiábamos los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, acabábamos de recitar la tabla de piedra de Moisés con este epigrama: estos diez mandamientos se resumen en dos.

El latiguillo del plasma de Puigi también lo resume en dos, pero en negativo: la carga de la represión policial de Rajoy el 1-O que produjo mil heridos, y que es el president legítimo de Cataluña en el exilio. Lo repite como el ajo.

El expresident huido me recuerda a James Dean, el protagonista de Rebelde sin causa, que murió en un accidente de tráfico al volante de su Porsche 550 por él provocado (la leyenda del suicidio) cuando sólo había hecho tres películas: además de la citada, Al este del Edén Gigante.

El rebelde sin causa soñó con llevar a Cataluña al este del Edén, pero el gigante, cuando el 27-O dio el golpe por el que será juzgado, tenía los pies de barro. El expresident fugado es el eterno adolescente, cómo lo fue James Dean en el imaginario estadounidense.

Atrapado en su cárcel de plasma no se cansa de repetir que lucha denodadamente contra un Estado dictatorial y fascista. Es natural que lo diga porque tiene a su derecha a otro enloquecido, Toni Comín. A su padre, apóstol de cristianismo y socialismo, se le deben revolver los huesos desde su tumba al ver como se comporta su hijo fugado.

Puigdemont, fugado a Bruselas, ve la oportunidad y hace un sprint para intentar continuar siendo el president legítimo de Cataluña

Recuerdo una conferencia de Montse Tura, cuando era la consellera socialista de los Mossos d'Esquadra, que decía que no se podía banalizar el significado de las palabras porque llamar fascismo a una democracia consolidada es faltar al respeto a los millones de muertos en Europa y en el Pacífico provocados el siglo pasado por el fascismo y el nacionalsocialismo, que fue el fascismo alemán; y lo que es peor: faltar a nuestra inteligencia, y a la del mundo. Desprestigian la imagen que el mundo tenía de Cataluña.

El caso es que esta radicalización ha ido in crescendo al ver las pifias de la Rovira y Gordó, y que el discurso del reo se ha moderado porque desde la prisión de Oriol en Estremera, Junqueras tiene mucho frío. No quiere acabar de pasar el infierno de este invierno manchego.

El fugado a Bruselas ve la oportunidad y hace un sprint para intentar continuar siendo el president legítimo de Cataluña, y que ese laurel no se lo quite, como dice Iceta, el osito. Puigi es un fantasma que vive instalado en otro mundo.

El independentista errante, y sus cuatro consejeros en el exilio, tendrán veinte años de tiempo para purgar su errancia si no quieren volver al reino fascista de España. Claro que el hijo de Amer juega con el privilegio de su consorte, porque nadie le puede prohibir a su esposa, la bella Marcela, que vuelva a la casa de sus padres en Transilvania, donde Puigi podría continuar su lucha de liberación nacional con los indepes transilvanos, que también sueñan romper con Rumanía y juntarse con los vecinos del norte, los húngaros.