Ante el actual y trascendental proceso electoral, es oportuno recordar les palabras del president Maragall, con motivo de la concesión de la Medalla de Oro de la Generalitat a Gregorio López Raimundo, cuando recomendó "caminar junts, més junts vull dir" a los socialistas catalanes de Reventós y al PSUC.

Evidentemente, no estamos en aquella coyuntura histórica pero es cierto que en la actual candidatura del PSC estarán presentes corrientes políticas de muy distinto signo. Coaliciones políticas de grupos o partidos democráticos que están plenamente justificadas cuando, como ahora en Cataluña, concurre una crisis social y política profunda como la provocada por el independentismo. Como lo fue, en los años setenta, el frustrado "compromiso histórico" del Partido Comunista italiano y la Democracia Cristiana para hacer frente a las tentaciones autoritarias entonces presentes.

Sobre todo, después de la declaración parlamentaria del pasado 27 de octubre, por la que se constituye la "República catalana, com a Estat independent i sobirà...". Declaración adoptada por una minoría social que, gracias a la mayoría parlamentaria facilitada por la ley electoral española, se constituyó en un poder autoritario y excluyente de las minorías, pleno de ilegalidades, abusos de poder y despilfarro de fondos públicos, siempre en flagrante violación del Estatuto de Autonomía y de la Constitución, hasta culminar con dicha declaración, que justificó, sin duda, la moderada aplicación del artículo 155 de la Constitución. Un poder despótico enfrentado al Tribunal Constitucional y al Estado democrático.

Reclamamos fortalecer la izquierda que, de una forma u otra, no esté subordinada al nacionalismo y, aún menos, al independentismo

Por ello, no debe extrañar que, ante estos momentos históricos, el PSC, como la mejor expresión de la socialdemocracia catalana, aglutine en su entorno e impulse una amplia alianza que abarca partidos como Units per Avançar, que se define como "de pensamiento político humanista socialcristiano", y asociaciones de la sociedad civil, como La Tercera Via, que reclama políticas de conciliación, diálogo y acuerdos entre las fuerzas democráticas y, particularmente, Federalistes d'Esquerres, que reclama una solución federal para la organización política territorial de los diversos pueblos de España. Lo dijo el profesor Joan Botella, "lo que realmente falta hoy en nuestro país para poder llamarse federal es la devolución de núcleos sustantivos de decisión soberana a las comunidades autónomas".

A dicha coalición se ha sumado, recientemente, un movimiento ciudadano de izquierdas --constituido en torno a la Declaración de Barcelona-- que reclama más democracia y más igualdad desde el contundente rechazo de cualquier forma de nacionalismo. Es inaceptable que los nacionalistas, absorbidos por su procés, no adopten medidas efectivas contra la desigualdad económica y social cuando es público y notorio que, entre otros, "el presidente de Iberdrola gana 43.000 euros diarios, el de Endesa ganó el pasado ejercicio 3,06 millones y el jefe de Gas Natural cobró en seis meses 1,6 millones de euros..." [Salvador López Arnal, Rebelión, según datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. 18/11/2017].

Quienes participamos de este movimiento reconocemos el valor de los principios explicitados por el PSC en su programa electoral, Acord i Canvi, para hacer frente a la crisis "y revertir las viejas y nuevas desigualdades y el empobrecimiento de los trabajadores [...] y la restitución y ampliación del autogobierno de Cataluña". Y lo hacemos, para profundizar en esos objetivos y hacer frente a un nacionalismo catalán "impulsado por las clases medias y formateado ideológicamente durante el pujolismo", que pretende ocultar bajo las banderas sus trapos sucios, como el expolio del Palau de la Música --pendiente de sentencia-- y sus intereses de clase. Y para garantizar, frente al proceso independentista, "la unidad de la clase trabajadora a ambos lados del Ebro". Así como reforzar "la apuesta por la reforma federal de la Constitución y su proyecto de tender puentes entre los extremos del polarizado espectro político catalán".

Por todas estas razones, reclamamos fortalecer la izquierda que, de una forma u otra, no esté subordinada al nacionalismo y, aún menos, al independentismo.