El fantasmal tinglado del BCN World se desmorona como lo que siempre fue: un castillo de naipes. Los despojos del nonato proyecto empiezan a despedir hedores insoportables. Pero los prohombres de la Generalitat se niegan a reconocer la cruda realidad. Siguen mareando la perdiz y ninguno de ellos quiere asumir el triste papel de enterrador. Escabullen el bulto, a la espera de endosar la momia a quien venga después.
Se van esfumando los supuestos inversores que iban a volcar carretadas de millones sobre un paraje situado junto a Port Aventura. Dos de los últimos que quedaban ya han anunciado que se largan con viento fresco, hastiados de los retrasos y la incompetencia de la Generalitat.
Esa estampida de los capitalistas sitúa la iniciativa entera de BCN World en la cuerda floja. En realidad, nació fiambre desde el primer día. Lo que mal empieza, mal acaba. Nunca fue un plan bosquejado con cara y ojos. Más bien semeja un delirio sufrido por la mente del inefable Artur Mas, quien también deambula como un cadáver, en este caso político, y asimismo insepulto.
Si ese engendro especulativo de juego, ocio y ladrillo vio un día la luz, es por un ataque de cuernos del señor Mas. Le sobrevino cuando el magnate estadounidense Sheldon Adelson proclamó que descartaba instalar Eurovegas en Cataluña y se marchó con sus bártulos a Madrid.
Mas sufrió un ataque de celos al saber que la capital del Reino le arrebataba el presunto chollo
Mas sufrió un ataque de celos al saber que la capital del Reino le arrebataba el presunto chollo. Así que en un santiamén parió otro montaje inmobiliario similar, a modo de cortina de humo que camuflase su estruendoso fracaso con Eurovegas.
La Comunidad de Madrid había estado enzarzada con Cataluña en una batalla sin cuartel para atraerse al opulento Adelson y su compañía Las Vegas Sand. El empresario americano pretendía levantar un espectacular centro turístico y recreativo. Cifraba su presupuesto en la nadería de 18.000 millones de euros. Al final, dejó tiradas tanto a la administración catalana como a la madrileña. De Las Vegas Sand no se volvió a hablar más.
Para sacar adelante BCN World, Artur Mas se echó entonces en brazos del agiotista levantino Enrique Bañuelos. Éste llegó precedido por el infausto recuerdo de su gestión en la inmobiliaria Astroc, exponente máximo del brutal estallido de la burbuja y la ruina subsiguiente.
El invento de BCN World se presentó en sociedad en septiembre de 2012. Ese día compareció Artur Mas, acompañado por los consejeros de Empresa y Ocupación, Francesc Xavier Mena, y de Economía, Andreu Mas-Colell, amén del secretario del Govern Germà Gordó y del inesquivable Enrique Bañuelos. También hizo acto de presencia Isidro Fainé, presidente de La Caixa, propietaria de los predios donde habían de erigirse los bastiones de BCN World. La foto del cónclave recorrió el ruedo ibérico.
Lo de BCN World ha resultado una gigantesca tomadura de pelo a los ciudadanos y un ridículo fracaso para los políticos implicados
El intermediario Bañuelos se comprometió a dedicar 337 millones a la compra de los predios de la promoción y auguró que la inversión total rondaría los 5.000 millones, no se sabe sin con el dichoso 3% o sin él. Calculaba un plazo de un año para conseguir las licencias de construcción y otros 36 meses para las obras, de modo que la inauguración se haría hacia 2016. Sin embargo, a estas alturas de 2017, no se ha movido un solo centímetro cúbico de tierra en el recinto de marras.
El 9 de diciembre de 2014, Bañuelos soltó la bomba: “Lo siento, pero abandono”. En esa fecha, BCN World feneció sin remedio. Luego, el valenciano hizo mutis por el foro. Nunca más se supo de él.
De los distintos protagonistas de la famosa fotografía de 2012, sólo queda en activo el veterano Fainé. Los demás, o no pintan nada, o están inhabilitados por los tribunales como Artur Mas, o son objeto de investigación por el 3% como Gordó.
Lo de BCN World ha resultado una gigantesca tomadura de pelo a los ciudadanos y un ridículo fracaso para los políticos implicados.