Unas veces pasan desapercibidos. Otras, son el centro de atención. Pero lo cierto es que sus preferencias políticas, su ideología y su comportamiento electoral no suele ser mainstream. Asociados con una importante desafección política y con una abstención electoral superior al resto, los jóvenes son un colectivo lo suficiente importante para que su voz y sus predilecciones también sean tenidas en cuenta.
Por un lado, la crisis económica, sin duda, también les ha afectado. Los jóvenes ven ante sí el empleo precario que emerge, la temporalidad y el paro juvenil que, pese a que muchos de ellos todavía se estén formando académicamente, igualmente sufren. Por ello, comparten la preocupación en relación al paro con el resto de edades.
De igual modo, la corrupción y el fraude han jugado un papel clave, desacreditando a los partidos políticos tradicionales y restándoles confianza. De hecho, ésta se presenta como otra de las preocupaciones del colectivo joven y que también es compartida con las demás edades.
Asimismo, conviene destacar la intranquilidad de los jóvenes por los problemas de índole económica y por los políticos, los partidos y la política en general, matizando que ello no significa que tengan un gran interés por la política. Por último, en menor medida, también se hallan inquietos por asuntos como la educación y el actual Gobierno.
Por otro lado, muchos de los jóvenes se definen en términos ideológicos. La mayoría se declaran liberales, seguido de aquellos que se consideran progresistas y los que se autodefinen como ecologistas y socialistas. Aún así, existe un elevado porcentaje de jóvenes que no se identifican con ninguna ideología, reforzándose, por tanto, la tesis de la desafección política existente en este colectivo.
Igualmente, resulta interesante saber cuál es su ubicación ideológica en la escala del 1 al 10. Más de un 20% se ubica en el centro (número 5) y la mayoría de ellos lo hace en el centro-izquierda (números 3 a 5). A pesar de ello, conviene señalar que casi un 15% de los jóvenes no se ubica en la escala, remarcándose, nuevamente, esta desafección a la que ya hemos aludido.
Vemos pues, cómo este colectivo se halla dividido. Una parte importante del mismo se define y se ubica ideológicamente, mientras que la otra presenta una pasividad hacia la política, fruto de la corrupción, el fraude y el hastío con los partidos tradicionales; mostrados anteriormente como principales preocupaciones de los jóvenes.
De hecho, ello queda de manifiesto en los datos de participación de las pasadas elecciones generales de 2016, donde el colectivo de 18 a 34 años es uno de los que registra un mayor porcentaje de abstención, tal y como puede apreciarse en el gráfico elaborado.
Y, en cuanto a la intención de voto, entre los jóvenes de 18 a 24 años, pese a que un 16% de los más jóvenes no sabe a quién votaría, casi un 17% se decanta por Ciudadanos, en primer lugar, y por Unidos Podemos, en segundo lugar. Y, entre los de 25 a 34 años, vemos cómo la mayoría no sabe a quien votar o bien manifiesta que, simplemente, no votaría y, aquellos que se decantan por algún partido, en este caso lo hacen por el PP y por los partidos emergentes como UP y C's.
De hecho, el apoyo por parte de este colectivo a los nuevos partidos, sobre todo por los jóvenes de 18 a 24 años, responde a lo que venimos analizando: la penalización al bipartidismo clásico del PP-PSOE debido a los casos de corrupción y fraude acaecidos, así como consecuencia de la crisis económica sufrida. Algunos jóvenes encuentran en las nuevas fuerzas emergentes, C's y UP, el salvavidas en el que depositar su confianza, antes que decidir no votar.
Así pues, vemos cómo los jóvenes también importan. El hecho de que sus preferencias electorales y sus ideologías no estén del todo definidas debe ser un claro estímulo para que los partidos políticos sean capaces interesarse por ellos e intentar responder a sus demandas y que, de este modo, los jóvenes puedan tener un aliciente para inquietarse positivamente por la política, identificarse con algún partido político, ejercer su derecho a voto y verse representados en las instituciones.