La fascinación de los temerarios por las ideologías libertadoras y mesiánicas no conoce límites. El pasado domingo el entrenador del Manchester City se exhibió en su nueva faceta de lector temerario. Ante un público rendido leyó sudorosamente su papel en llengua pròpia y en otras dos más, aunque siempre quedará la duda del porqué no lo hizo también en alemán. ¿Estará resabiado por el Viva España que le cantaron en su despedida los de Múnich? Sobre el disparatado contenido del manifiesto se han escrito editoriales y artículos de opinión desmontando una a una las mentiras de su contenido, incluso se han hecho comentarios de todo tipo a la imagen de Guardiola posando con una urna o una hucha (guardiola), según se mire.

Desde hace muchos años el nacionalcatalanismo viene haciendo una labor de zapa de la convivencia con la que, monedita a monedita, se ha engordado la guardiola, pensando en el inmediato futuro del nostre poble. Ahora esa misma hucha, por arte de birlibirloque, se ha travestido en urna. Ha llegado la democrática hora de gastarse aquella patriótica inversión y convertirla en cuatribarrados cheques en blanco para gobernar "un Estado independiente en forma de república", del mismo modo que se ha gobernado hasta ahora "la nación en forma de comunidad autónoma", a su antojo, al seu gust.

A un joven que de niño ha hecho lo que le ha dado la real gana ¿cómo le dices ahora que no puede seguir haciendo lo mismo en forma de republicana gana? Llegan muy tarde las críticas a este héroe catalán. Sus éxitos deportivos se han glosado hasta la zafiedad, y se han escondido sus públicos desplantes de niño maleducado. Pero sobre todo, se ha olvidado que en 1992 hizo un premonitorio paseíllo en solitario por el campo del Barça con la senyera, separado del resto de la selección, el día que España ganaba la medalla de oro olímpica en fútbol. Es el mismo Guardiola, es la misma guardiola, con la única diferencia de que ahora está legitimado por que dice ser demócrata.

Para que prevalezca su particular democracia ha destruido la democracia de todos, la del Estado de derecho. Una perversión propia de un movimiento totalitario, con Guardiola como pregonero

En este punto se halla el conflicto entre el nacionalcatalanismo contra el Estado de derecho, en la reivindicación como axioma incuestionable de "urna es democracia". El engaño siempre está en tomar la parte por el todo, es una vieja trampa metonímica. Ahora han ido más lejos, destruyen la democracia para llamarle su democracia. ¿Es legítimo? Por supuesto, todo es legítimo siempre que sea en un acto privado que afecte a las partes por acuerdo mutuo. Pero en un espacio público es una farsa y Guardiola otro actor más en este desvergonzado espectáculo.

El humanista Francisco Pacheco, más conocido como maestro y suegro de Velázquez, resumió muy bien en un epigrama una tensión semántica que recuerda a la que estamos viviendo: "Pintó un gallo un mal pintor, y entró un vivo de repente, en todo tan diferente, cuanto ignorante su autor. Su falta de habilidad satisfizo con matallo; de suerte que murió el gallo por sustentar la verdad".

Así es, el nacionalismo ha pintado un referéndum, pero cuando la ley y la democracia entran en su espacio, las niegan, las matan. Para que prevalezca su particular democracia ha destruido la democracia de todos, la del Estado de derecho. Una perversión propia de un movimiento totalitario, con Guardiola como pregonero. Una chapuza ejecutada por un pésimo pintor pero expuesta como obra maestra de incalculable valor. Una estafa piramidal.