Enero nos ha traído un aire gélido, acaso como metáfora de lo que nos va a caer a partir de este viernes cuando el pato Trump se convierta en el Tío Tom que creó la escritora estadounidense Harriet B. Stowe.
Nunca tanto como hoy quisiera equivocarme...
No coincido con los análisis de los separatas en política nacional. Lo que ven negro yo lo veo blanco. No soy daltónico. Tampoco coincido en sus análisis de política internacional. Puedo coincidir si hablan de Mongolia o la Cochinchina pero nunca cuando nos afecta directa o colateralmente. Lo tengo comprobado. No es animadversión. Es así.
No bromeo. Estoy convencido que a los indepes les va gustar lo que voy a explicar, y no hablo por boca de ganso. Por eso he empezado poniéndome la venda diciendo que quería errar.
Los estrategas de la ANC temían que la victoria de Donald Trump iba a dejar en el invernadero el procés, porque los socios europeos se unirían como una piña ya que la unidad hace la fuerza, desde que el mundo abrió los ojos.
Empero, los servicios de inteligencia europeos temen lo contrario porque la política proteccionista del magnate de la Torre de Manhattan pretende minar a sus dos competidores mundiales: China y Europa. Y no estamos ante un político sino ante un hombre de negocios.
Uno de los frentes de Trump para minar la estabilidad europea es dar alas al separatismo de la región más industrial en el sur de la UE
Como Gran Bretaña ya se he ido por peteneras con el Brexit, la UE ha perdido el cordón umbilical más firme que tenía con EEUU, a través de los súbditos del Dios salve a la Reina; el mismo hilo que España tiene con Hispanoamérica, que es mucho menos potente por la desemejanza que existe entre el norte y el sur de ese continente.
Hablando en plata: al Tío Tom le importa un bledo desestabilizar al viejo continente. De ahí el guiño del marido de la Barbie a Marie Le Pen porque, si el Frente Nacional llega al Gobierno de los campos Elíseos (¿Imposible? ¡acaso no parecía imposible el triunfo del histriónico rubio platino!), el proyecto de la Europa unida que soñara José Ortega y Gasset se convertirá en el Titanic del nuevo siglo.
Y el segundo frente para minar la estabilidad europea es dar alas al separatismo de la región más industrial en el sur de la UE (España es el cuarto Estado con más PIB de la UE). Es el objetivo de la Cataluña de los Cuatro Jinetes de la Apocalipsis: Puigdemont, Junqueras, la Forcadell y las hordas de la CUP… De ahí el temor del CNI ante los graves interrogantes del temporal siberiano que nos hará tiritar de algo más que el frío.
Empalmando con el artículo anterior (Un discreto homenaje a las mujeres) y recordando la impresionante, brutal y heladora película Renacido, protagonizada por el fantástico intérprete de Titanic. Igual que Leonardo Di Caprio, que cuando duerme es cuando mejor está porque al despertar todo es una pesadilla.
Me gustaría dormir en ese mundo paralelo de los empreñados pero calentitos que anidan los teleadictos a TV3, y del resto de ganapanes subvencionados por el hijo del pastelero de Amer. Dormir y soñar que todos los países de Occidente, salvo la Argentina, tuvieran una presidenta como, por ejemplo, Angela Merkel.
Un mundo gobernado por mujeres sería mejor, más pacifico y menos corrupto que el que conocemos, salvo que fuese la viudita alegre de Cristina Fernández de Kirchner
Un mundo gobernado por mujeres sería mejor, más pacifico y menos corrupto que el que conocemos, salvo que fuese la viudita alegre de Cristina Fernández de Kirchner. Sería menos violento, aunque sólo fuera porque las presidentas también son madres, y a las guerras van los hijos a morir...
Probablemente con el tiempo las presidentas cometerían los mismos errores que los hombres. Defiendo ese sueño no sólo por la paz, sino porque el común de las mujeres son más inteligentes. No es la naturaleza. A lo largo de la historia, a falta del poder de la fuerza física, han tenido que desarrollar otra arma de seducción tan efectiva como enfundarse unas oscuras medias de infarto: la inteligencia para poder sobrevivir en un mundo dominado por el macho alfa.
Este es el segundo artículo de mi trilogía que empecé el anterior hablando de la escritora barcelonesa Laura Freixas que tantas cosas me unen en el pensamiento, salvo una, y que acabaré con un tercero más literario que político. Admiro a las mujeres, pero estoy lejos del feminismo porque no deja de ser machismo cambiado de género… En eso no coincido con Laura.