Telecinco en esta semana de acueducto me ha sorprendido, agradablemente, al emitir una miniserie de dos capítulos titulada El padre de Caín. Me impresionó el retrato que hacen de la Guipúzcoa de los años de plomo (los 80), vista desde la perspectiva de los agentes del cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo. Más de un centenar de guardia civiles asesinados por ETA vivían en esa casa cuartel en pleno monte al lado de la autopista que conecta Bilbao con San Sebastián. A la mañana siguiente envíe un correo a mi círculo de amigos aconsejando que no se la perdieran. Es la primera que aconsejo ver un programa de este canal.
De París bromeo que es una ciudad que enamora si no fuera por los parisinos. No puedo decir lo mismo del País Vasco. Me enamora, Sólo me sobra el sarpullido de batasunos, las herriko tabernas y todo lo que desprenda hedor etarra: desde su ética marxista-leninista, el fin justifica los medios, a la estética indumentaria y ese look de peinado de corte de hacha que han transferido e imitado las jóvenas bárbaras de Anna Gabriel.
El escándalo político de los de la coz y el martillo fue servido en bandeja por Telecinco porque el título de la miniserie es la adaptación de una novela homónima de Rafael Vera, el secretario de Seguridad del Estado del Gobierno de Felipe González, condenado a diez años de prisión y doce años de inhabilitación para detentar cargos públicos, tras la sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Seis años después, ratificada por el Tribunal Constitucional; para que ahora los indepes nos cuenten la milonga de que Montesquieu ha muerto porque el Estado ha subordinado el poder judicial al ejecutivo.
La condena a Vera y su superior, el ministro José Barrionuevo, fue por el caso Marey, la organización y financiación de los GAL para hacer la llamada guerra sucia contra ETA, y la malversación de fondos de reptiles para esos menesteres. Guerra sucia llamada así con razón porque asesinaron a personas inocentes. Una vergüenza de esos tristes años de plomo en el que el color de cielo vasco era de ceniza. No caía agua, sino sangre.
Pedro J. actuó como un profesional del periodismo, dejando en el anaquel de su despacho el sentimiento de rechazo al terrorismo etarra, por esa búsqueda incansable de la verdad que tan cara le costó
En la miniserie aparece en el contexto explicatorio, fuera del film, además de Vera, el ex policía José Amedo, el comisario que reveló a Diario 16 la trama que desembocó en el cese de su director, Pedro J. Ramírez, por las presiones del presidente del Gobierno Felipe González. De ahí la animadversión personal que ambos se profesan
Pedro J. actuó como un profesional del periodismo, dejando en el anaquel de su despacho el sentimiento de rechazo al terrorismo etarra, por esa búsqueda incansable de la verdad que tan cara le costó.
Lo que pocos saben es que en los GAL, cuando fueron detenidos por la policía y encarcelados por la justicia (porque Montesquieu ha muerto en España, dicen los papagayos...), cayeron seis jóvenes veinteañeros, pero sólo dos ingresaron en las prisiones de Can Brians y Quatre Camins en Barcelona después de haber recorrido distintas prisiones por toda España, precisamente para evitar que fueran localizados por el colectivo etarra, y preservarles la integridad física, ya que los quinientos presos de ETA estaban repartidos en todas las prisiones de España. Esta distribución no se hizo para castigar a sus familias, como en su paranoia denuncian, sino para evitar que compactara un bloque impermeable y monolítico.
Los seis jóvenes acusados de ser miembros de los GAL no fueron fichados en el mundo del hampa de Barcelona sino en la zona alta, Pedralbes y alrededores...
Sólo dos ingresaron en prisión. Los otros cuatro tuvieron prisión preventiva sin condena por falta de pruebas o no merecedoras de cárcel. La persona que los reclutó, Ismael Miquel, de 31 años, confidente de la policía, se fugó a Tailandia con un falso pasaporte, a nombre de Antonio Solero, donde fue detenido en el mismo Aeropuerto de Bangkok acusado de tráfico de drogas. El Gobierno español pidió la extradición, pese no existir este tratado entre ambos países.
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El rechazo que me produce Pablo Iglesias y sus confluencias es porque tienen la piel muy fina al escandalizarse por la adaptación televisiva de la novela de Rafael Vera. De facto, son aliados del mundo batasuno. Verbigracia: por eso se ausentaron de participar en los actos oficiales del Día de la Constitución del pasado martes.
Ellos, que dicen la tontería de que el PP y el PSOE son el mismo perro con distinto collar. Ellos sí lo son. Y al decir ellos hablo de Podemos, batasunos y cupaires. Así los veo. Ellos me verán como un fachenda. Nunca nos podremos entender. ¡Qué le vamos a hacer!