Pensamiento

Los 'Pata Negra'

23 abril, 2016 00:00

Se conoce con el apodo de 'Pata Negra' a un supuesto servicio de inteligencia en la sombra organizado y ocultado por el ex presidente Jordi Pujol durante los 23 años que presidió el gobierno de la Generalitat de Cataluña y gestionado por ex agentes untados del entonces CESID con el objetivo de elaborar informes sobre personas relevantes de la política española implicados en redes de corrupción, extorsiones, prevaricaciones e investigaciones comprometidas a personas influyentes para hacerse valer, y de paso, protegerse.

La leyenda asegura que los centros del poder del Estado habrían entrado en pánico ante la posibilidad de que Jordi Pujol haga uso de los dosieres que guarda si los miembros del clan Pujol pisan la cárcel

La leyenda asegura que el Gobierno actual del PP y los centros del poder del Estado, incluyendo al resto de gobiernos de la democracia, habrían entrado en pánico ante la posibilidad de que Jordi Pujol haga uso de los dosieres que guarda si los miembros del clan Pujol pisan la cárcel. La exageración llega a sostener que pondrían en jaque los pilares mismos de la democracia (¿?). Esto explicaría la inmunidad que goza la famiglia catalanista, desde Félix Millet a Pujol.

Esta 'leyenda' ha ido apareciendo recurrentemente durante los dos últimos años ante la extrañeza de ver que ninguno de sus hijos ni él mismo han pisado la cárcel a pesar de los innumerables indicios de corrupción y la propia confesión de Pujol reconociendo un delito fiscal. Por delitos parecidos, Luis Bárcenas o Mario Conde han dormido entre rejas.

Es la misma extrañeza que las buenas gentes sienten ante un Mariano Rajoy que se quita de en medio al alcalde de Granada sin pensárselo un segundo y, sin embargo, blinda a Rita Barberá en el Senado a pesar de tener hasta el último de sus colaboradores hundidos en el chapapote de la corrupción y un suplicatorio judicial para que el TS la procese.

Las sospechas de la ciudadanía son legítimas. Un líder que ha ocupado todos los cargos del PP, que ha estado en varios gobiernos, y preside el actual, ha de tener alguna responsabilidad en las innumerables imputaciones por corrupción que asolan los telediarios y los juzgados. Es evidente que su empecinamiento al frente del PP está haciendo de muro de contención para evitar que los pesos pesados de su partido y los amigos más comprometidos con él en el pasado sean procesados por innumerables corruptelas. ¿Es altruismo mal entendido, o miedo a lo que pudieran decir? Una cosa es segura, su condescendencia con la corrupción está condenando a su partido al desguace. La falta de honestidad con el proyecto que lidera y con los jóvenes dirigentes que desean un PP limpio, como Pablo Casado, Andrea Levy o Javier Maroto, es la prueba evidente de su escasa honradez con su partido y una deslealtad con su país. Porque no se trata sólo de limpiar el PP, sino de devolver a los ciudadanos el derecho a confiar en sus servidores públicos.

Sigue diciendo la leyenda de los 'Pata Negra' que la prueba de su existencia es el rastro de amenazas que ha dejado su inspirador desde el 'caso Banca Catalana'. Quizás la amenaza más evidente fue la que eructó en su comparecencia ante los diputados del Parlamento de Cataluña el 21 de Septiembre de 2014 a requerimiento de éste. En ella, amenazó con tirar de la manta como un vulgar chantajista. Y los periodistas de pesebre, indignados con el periodismo que se atrevió a denunciarlo.

Si es verdad que Pujol tiene información comprometida de los poderes del Estado capaz de poner en riesgo, incluso, a la propia democracia, ya está tardando en darla toda

La sintaxis es horrorosa, pero se entiende todo. No era la primera vez que amenazaba a los poderes públicos para evitar su propia cárcel. En Mayo de 1984, con ocasión de la querella del Fiscal General del Estado contra él y una veintena de antiguos directivos de Banca Catalana por los presuntos delitos de apropiación indebida y maquinación para alterar el precio de las cosas, convocó "al pueblo de Cataluña" en la Plaza Sant Jaume para violentarlo contra el Gobierno de España con estas palabras: "A partir de ahora, cuando se hable de ética, de moral y de juego limpio, podremos hablar nosotros, pero no ellos". Y añadió: "Sí, somos una nación, somos un pueblo, ¡y con un pueblo no se juega!". Nunca antes nadie se había envuelto en la bandera con más cinismo para esconder actos delictivos. Su tono melodramático y el chantaje moral que lo acompañaba simulaban la amenaza a la vez que la ejercía. Muchos años después, Salvador Sostres delataba con detalles concretos la compra de voluntades judiciales en 'Lo que hemos pagado' para evitar ser procesado por el caso Banca Catalana.

¿Son suficientemente explícitas estas amenazas como para dar crédito a esas teorías de la conspiración que explican todo sin explicar nada? No soy dado a dar crédito a ninguna. Pero sí a los rastros psicológicos que deja el personaje. En especial el que dedicó en una octavilla de protesta contra el dictador Franco con ocasión de su visita a Barcelona el 15 de Abril de 1960, bajo el lema: "Us presentem el general Franco".

A la luz de la corrupción manifiesta que hoy definen los 23 años del gobierno del personaje y de todos sus hijos, queda de manifiesto que la acusación de Jordi Pujol a Franco no es sino la proyección en el otro de las propias pulsiones totalitarias e inconfesables. Como el resto de su obra política, el rencor malsano que anida en él lo proyecta en España, sobre su lengua común y sobre cuanto percibe como un obstáculo para la construcción de su nación imaginaria. Desde esa perspectiva, la tentación de controlar la debilidad ajena para chantajearla y ponerla a su servicio encaja perfectamente en el personaje.

Así pues, si es verdad que Pujol tiene información comprometida de los poderes del Estado capaz de poner en riesgo, incluso, a la propia democracia, ya está tardando en darla toda. Sería la más grande contribución que podría hacer a la democracia. Lejos de ponerla en riesgo, la fortalecería. Porque dejar al descubierto a todos los políticos y responsables institucionales corruptos no es atacar a la democracia, es librarla de sus mayores enemigos. Los políticos no son la democracia, sólo son sus gestores; los políticos corruptos no son la democracia, sino su patología. Librarnos de ellos sería la mayor bendición para España.

¿Pero tiene Pujol dosieres, o solo es una más de sus fantasmadas para seguir doblegando la voluntad del Estado y librarse del peso de la ley?