Pensamiento

La inmadurez del president Puigdemont

20 marzo, 2016 00:00

No critico a quien cambia de opinión cuando lo hace con un razonamiento fundado. No lo critico porque me tendría que autocriticar por no pensar como pensaba cuando tenía veinte años. Digo más: quien piense igual que la generación anterior, más que de carne y hueso, es una estatua de sal. Algo no funciona bien en el neocórtex, el tercer cerebro que distingue a los humanoides.

Nada es más natural que cambiar de opinión. Quien piense igual que la generación anterior, más que de carne y hueso, es una estatua de sal

Nada es más natural que cambiar de opinión, y digo natural porque hasta el agua cambia de naturaleza, según sea la temperatura: en el Ártico es sólido, el que pagamos a la compañía suministradora es líquido y el que ha ascendido a las nubes estaba en estado gaseoso. Son las leyes de la química las que rigen a todos los seres vivos y hasta los muertos.

Nunca critico a quienes cambian de opinión, aunque dicho así suena discordante, a trompeta desafinada. Lo ilustraré con un ejemplo muy evidente: la generación del 98 es la de mis escritores favoritos. Tienen en común un estilo realista. Siendo noveles, la mayoría eran revolucionarios que flirteaban con las ideas anarquizantes de su generación. Casi todos, en el 36, defendieron a los golpistas. Hablo de Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu. También don Miguel de Unamuno, tres veces rector de la Universidad de Salamanca. He dicho casi porque Antonio Machado era republicano, a diferencia de su hermano el poeta Manuel. El poeta Jorge Luis Borges no consideraba al hermano mayor menor poeta que el que está enterrado en Collioure.

Lo que defiendo no es nada nuevo, al contrario ya lo dijo el griego Heráclito: "Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña". Porque no sólo cambia el agua, y lo que está debajo del agua, sino la persona que nada.

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Del pasado al presente. Pongamos el microscopio en Cataluña: como me gusta poner el dedo en la llaga, no me importa recordar a los Junqueras lo que saben pero hacen como si no supieran: han olvidado que su fundador, Francesc Macià, había sido teniente coronel del Ejército 'colonizador' español.

Y a la tropa de JxSí, que el president mártir, Lluís Companys, años antes de ser fusilado en Montjuïc acusó al dirigente de UDC Carrasco i Formiguera de ser separtista. Los nacionales por eso lo fusilaron. Esta es la Memoria Historia que los separatas no saben o quieren olvidar...

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Lo que sí critico es cuando ese cambio de opinión no obedece a razones intelectuales sino a bastardos intereses económicos o de poder. Por eso he criticado a Artur Mas porque ocho años antes de pasarse a la tropa de la ANC había puesto de vuelta y media las tesis separatistas, diciendo que estaban fuera de las coordenadas de la Historia; y no era un barbilampiño sino un buen mocetón de 45 años cumplidos. El hijo putativo de JP.

El cambio ideológico de Mas sonó tan falso como el duro sevillano, acuñado de matute en el siglo XIX en la capital hispalense, porque hasta los miopes veían que su cambio era simplemente táctico. Se acongojó al ver la marea del 11S de 2012, se subió al mástil y a toda vela en dirección a donde soplaba el viento. Sabe que ese viaje no tiene ningún puerto de amarre. Pero pensó que mientras fuera el patrón nadie le iba a quitar el timonel.

Critico a Puigdemont por lo contrario que a Mas: por no haber cambiado de opinión de cuando era un adolescente

Por eso no me han leído ninguna critica de esta jaez hacia Puigdemont, porque es de ese tipo de personas que piensan igual que cuando tenía 18 años. Lo más gracioso del caso está en que esta avería del engranaje mental sus apologistas lo loan con ese orgullo pinturero de la frase: independentista de pedra picada. Y lo rubrican con expresiones tan naturalistas como la de estar muy enraizado en la terra, en su caso de Girona. Lo que me hace sonreír al recordar esta frase del pensador franco-americano George Steiner: "Los seres humanos no tienen raíces sino piernas para ir de un lado a otro". Las raíces sólo las tienen los vegetales como el cactus o las lechugas.

Así que critico a Puigdemont por lo contrario que a Mas: por no haber cambiado de opinión de cuando era un adolescente, porque no es nada recomendable que el president de la Generalitat de Cataluña piense como el día que sopló las velas del pastel de su mayoría de edad (lo único en lo que no se cambia de cuando eres adolescente es el amor a los colores de un equipo deportivo, porque el registro de emociones está en la segunda capa del cerebro: la mamífera; lo ha demostrado la ciencia como algo natural).

Que lleve el flequillo de entonces dice más que lo que parece: un sicólogo no lo llamaría constancia o tenacidad, como dicen sus apologistas, sino inmadurez...