Pensamiento

A la espera de acontecimientos

15 febrero, 2016 00:00

Tras la agitación política del último año y medio que culminó con la investidura de Carles Puigdemont como presidente inesperado de la Generalitat, la política catalana ha entrado en un impasse de duración indeterminada. La debilidad del nuevo ejecutivo catalán y del proyecto independentista en su conjunto han impedido que la falta de gobierno a nivel español haya sido aprovechada por el independentismo para echar un pulso a las instituciones españolas.

Se viven momentos de cansancio, desilusión y desmovilización en el bando independentista

El régimen trata, como máxima prioridad, de reforzar la figura del nuevo presidente, consciente de su falta de liderazgo. Para entretener a la tropa se presentan proyectos de ley abocados al fracaso o se hacen declaraciones que tratan de mantener la ilusión de que el procés sigue su curso imparable hacia la independencia a pesar de las contradicciones de la hoja de ruta, su voluntarismo y las discrepancias sobre su interpretación. Se viven momentos de cansancio, desilusión y desmovilización en el bando independentista.

El régimen necesita volver a agitar las aguas, hacer creible que la independencia, esta vez sí, está al alcance de la mano, para tratar de recuperar la movilización independentista y poder enfrentarse a las posibles resoluciones judiciales condenatorias derivadas de los procesamientos del 9N.

Ante este panorama, los catalanes no independentistas no debemos esperar desmovilizados a que el Estado o los partidos políticos nos saquen las castañas del fuego

Por eso, estos días asistiremos a la instrumentalización ad nauseam de la desafortunada muerte de Muriel Casals, y en los próximos meses son de esperar actuaciones que vuelvan a elevar la tensión y apelen al victimismo tan querido por el nacionalismo independentista. Y, a medida que transcurran los 18 meses de legislatura y nos acerquemos a su final, viviremos algún desafio tanto más histriónico y desesperado cuanto más débil se sienta el movimiento nacional.

Ante este panorama, los catalanes no independentistas no debemos esperar desmovilizados a que el Estado o los partidos políticos nos saquen las castañas del fuego. Entre otras cosas porque los precedentes no ayudan a estar confiados. Debemos mantener la denuncia de lo mucho que el procés cuesta a todos los catalanes, de la falta de calidad democrática del régimen y del sectarismo de un gobierno que prioriza sus intereses partidistas sobre los intereses de todos los catalanes.