Pensamiento

Las mentiras de Els Segadors (y 3)

27 diciembre, 2015 00:00

Valentí Almirall, el político y periodista fundador del Diari Català (1879), el primer diario escrito en lengua catalana cuando en Cataluña no existían separatistas. Era un hombre progresista, federal y defensor de la Gloriosa y la I República Española; cuando leyó la letra revisada del himno de Cataluña (Las mentiras de Els Segadors), dejó escrito que era un "canto de odio y fanatismo".

Este escrito enlaza con Las Mentiras de Els Segadors II, que interrumpí por el inicio de la campaña electoral, que felizmente ha acabado. Cerraré esta triada de artículos con dos anécdotas aciduladas del himno que hoy los niños aprenden en la escuela creyendo que es una letra antigua de 1640, que dicen los libros de texto.

Pero antes les quiero confesar una cosa a quienes han tenido la paciencia de leerme en estos Días Impares que el día 20 pasaron a mejor vida (mientras tenga cosas interesantes que contar, escribiré dos días a la semana en la sección general de Pensamiento).

Tenía 16 años cuando descubrí que la Historia era otra cosa que lo que me habían enseñado en la escuela

En mi época estudiantil, mi sueño era estudiar Historia (y en menor medida Literatura y Filosofía), Así como naufragaba en matemáticas y en ciencias en general, para lo que me gustaba era lo que hoy llaman un friki.

Entonces, la palabra era tan ajena como bárbara. Vamos, el repelente niño Vicente. Cuando el profesor me llamaba al estrado parecía un catedrático con birrete y toga negra dando una clase de Historia. Era una pasión, porque estudiando aquellas lecciones mi imaginación iba al cine sin salir del cuarto de deberes de mi casa.

Finalmente no estudié Historia porque el futuro era dar clases a adolescentes tan desinteresados por la materia como mis compañeros del Instituto de Lérida para los que el hallazgo de la piedra rosetta les interesaba tanto como a mi la trigonometría.

Elegí estudiar periodismo por que la señora Ramona, una vecina de la escalera, profesora de Literatura en un colegio de monjas, me vio maneras cuando la Coca Cola me dio un premio a la mejor redacción del Instituto de Lérida. No había otro.

Tenía 16 años cuando descubrí que la Historia era otra cosa que lo que me habían enseñado en la escuela, y aún más divertida y sorprendente de lo que había aprendido en el Instituto. Fue leyendo un libro escrito por Guillermo Díaz Plaja que había comprado mi hermano mayor, estudiante de magisterio: Otra Historia de España.

Era una historia distinta a la que había estudiado. Aprendí la suprema lección del francés René Descartes: desconfía de los fundamentos de todo lo que te han enseñado.

Otra Historia de España me explicaba una historia nueva. Me impactó leer que la historia real no tenía nada que ver con la oficial que había estudiado. Y otra cosa, menos importante, pero tan eficaz: que había que escribir de forma periodística, más que académica... si quieres que te lean.

La historia nacionalista tiene un cromado reluciente y vistoso, pero no es de acero inoxidable. Se oxida tan pronto como la frotas con un paño húmedo

Luego, José Ortega y Gasset me enseñó que un mismo árbol lo ves diferente según sea tu perspectiva. Dos personas pueden describir con distinta mirada un mismo árbol si no cambian de posición. En realidad la idea no era de Ortega, sino de Kant, pero eso lo supe muchos años después leyendo al alemán.

Como ya me he quedado sin espacio les voy a contar la segunda anécdota prometida con la que cierro los tres escritos sobre Las Mentiras de Els Segadors: cuando, en 1892, a los Coros de Anselm Clavé les enseñaron la nueva letra y música de la canción, revisada a dos manos por Francesc Alió y Ernest Moliné; no querían cantarla por los mismos motivos que había alegado Valentí Almirall, y durante unos años preferían cantar La Marsellesa, porque era el himno de la Libertad, Igualdad y la Fraternidad.

Los gabachos nunca han sido muy queridos en Cataluña, la propia palabra es originalmente catalana, y la historia demuestra el por qué de la mal querencia, pero aún así los primeros Coros de Clavé preferían La Marsellesa a Els Segadors... Debían de ser botiflers.

La historia nacionalista tiene un cromado reluciente y vistoso, pero no es de acero inoxidable. Se oxida tan pronto como la frotas con un paño húmedo. No necesita Kh7 ni salfumán, basta con agua corriente.