Pensamiento

Derecho a decidir

17 octubre, 2015 00:58

La experiencia colectiva de nuestra época nos informa de que “cada persona es dueña de decidir su propio futuro”. Esa es la máxima que pone de relieve que, la voluntad de las personas es más importante que un eventual “destino” por razones no racionales. Es también una máxima que cuestiona teorías tan difundidas como el “materialismo histórico” o la “voluntad divina”. Esa es la base ideológica que ha permitido legitimar el supuesto “derecho a decidir”.

Ningún contrato puede ser denunciado unilateralmente, porque la otra parte se sentirá legitimada para reclamar sus legítimos derechos por la vía más conveniente a sus intereses

Cualquiera puede reclamar el ejercicio de ese derecho cuando se refiere a aspectos individuales, pero la realidad deja de ser la misma cuando se trata de llevar la decisión a ámbitos colectivos o contractuales. En una pareja o en una familia ningún individuo está legitimado para decidir en los aspectos de interés común menospreciando la opinión de quienes se sientan involucrados. Por las mismas razones, ningún contrato puede ser denunciado unilateralmente, porque la otra parte se sentirá legitimada para reclamar sus legítimos derechos por la vía más conveniente a sus intereses.

En el derecho a decidir promovido por la exaltación catalanista han sido conculcados los principios sobre los que se funda la cultura occidental a la que pertenecemos:

-El interés general de una sociedad es cualitativa y cuantitativamente superior a la suma de los intereses individuales.

-La relación de los ciudadanos con el Poder del Estado se basa en lo previsto en el Contrato Social establecido y representado por la respectiva Constitución.

-La denuncia de cualquier contrato o tratado dependerá del beneplácito de las partes contratantes o de lo previsto en el mismo.

Bajo un punto de vista más general, el derecho a decidir está reservado para quienes tengan la capacidad para hacer cumplir sus decisiones. Esa es la razón por la que las decisiones políticas está reservadas al Poder del Estado y de sus instituciones, razón por la que el “derecho” acaba siendo regulador de cualquier sistema político.

Se equivoca el catalanismo cuando reduce sus reivindicaciones a una cuestión de soberanía pues Cataluña nunca tendrá Poder suficiente para negociar con el Estado en condiciones de igualdad y ningún Estado ignora que la soberanía reside todo el pueblo y que los intereses de Estado van más allá de la soberanía popular.

En democracia, si no se cuenta con la legitimidad necesaria, no se consiguen objetivos políticos y, si no tienes mayoría suficiente, tienes que buscar la complicidad de quienes te la puedan proporcionar. La derecha catalana tendrá que asumir, tarde o temprano, que la época en que era necesaria su representación parlamentaria para conseguir la necesaria mayoría ha llegado a su fin. La complicidad entre formaciones políticas es más importantes que la necesidad de contar con unos pocos y ocasionales diputados.