'Micropolítica' secuestrada
Se acercan las elecciones municipales y el escenario político que se nos presenta en Cataluña es completamente descorazonador. De nuevo asistimos al secuestro de la democracia por parte del secesionismo y se nos plantea en forma de plebiscito maniqueo un ejercicio que debería ir encaminado por otros derroteros.
Las elecciones locales tienen un componente específico que las hace especiales. El hecho de confeccionar las corporaciones más cercanas al ciudadano otorgan al sufragio local un componente extra de dependencia del voto al conocimiento del candidato, de su trabajo en el pueblo o ciudad y de la capacidad de gestión de su partido, en mucho mayor grado que en otras contiendas electorales que se deciden por otros parámetros de lo que podríamos denominar 'macropolítica'.
En Cataluña en los últimos años, la lógica y la normalidad se han invertido de forma lamentable
En esta gestión de la 'micropolítica' entran factores que nos tocan a todos mucho más de lleno. Son los ayuntamientos los que deben gestionar en última instancia los grandes desaguisados producidos por la crisis económica. Así, deben dar solución a los problemas diarios que han dejado a muchas familias sin poder hacer frente a sus necesidades más básicas, como el pago de la energía, hacer frente a la hipoteca o incluso poder dar de comer a sus hijos. Todo ello con unas competencias muy limitadas y unos presupuestos desbordados por esta realidad que acapara, como es lógico y normal, buena parte de la gestión municipal. Por tanto, en este tipo de elecciones, el ciudadano se solía sentir más proclive a votar a diferentes fuerzas políticas, coincideran o no con su ideario, al basarse en otros parámetros difícilmente extrapolables a elecciones autonómicas, nacionales o europeas.
Pero en Cataluña en los últimos años, la lógica y la normalidad se han invertido de forma lamentable. Resulta que la ANC y el nacionalismo orgánico que la alimenta pretenden utilizar los gobiernos locales para legitimar la opción secesionista, raptando las opciones de voto de la ciudadanía hacia parámetros de una dicotomía indignante. Y lo peor de todo es que muchas opciones que deberían poner el acento en potenciar el discurso social y en dejar de lado este tipo de confrontaciones que en nada ayudan al bienestar de las clases populares, se suman de forma directa (ERC y CUP) o juegan a la connivencia desde posiciones ambiguas que todos sabemos por experiencia hacia dónde conducen (Barcelona en Comú, ICV, EUiA, Podem...).
De este modo obligan a los ciudadanos que nos sentimos atacados por esta burbuja de insolidaridad, que empieza a dar síntomas de pinchazo absoluto, a decantarnos por opciones netamente contrarias a este proceso. Y en medio del hastío generalizado que produce esta situación, y como diría aquel, solo nos queda decir como válvula de escape: ¡Márchese señor Mas, márchese!