Pensamiento

Dimisión de Mas y convocatoria de elecciones

10 enero, 2015 06:17

La política catalana se ha convertido en una mezcla de 'Una noche en la ópera' y 'El proceso', de Kafka. Desde el 9N, en que se dieron cuenta de que no sumaban, los independentistas apenas pueden disimular su decepción y desorientación. La conferencia de Mas ya mostró que el líder estaba desnudo. Ahora ha decidido orinar sobre nuestras cabezas y espera que "el pueblo aplauda la lluvia redentora". Pero parece que hasta los más fanáticos y los estómagos más agradecidos empiezan a estar hasta las narices. La disputa entre Mas y Junqueras por aparecer como el bueno de la película produce vergüenza ajena.

Lo más llamativo es la pretensión de Mas de decidir quién va o no en la lista de Junqueras o la CUP ¿Se imaginan a Rajoy diciéndole lo mismo a Sánchez o a Iglesias?

Sin duda, lo más llamativo es la pretensión de Mas de decidir quién va o no en la lista de Junqueras o la CUP, que, aunque mantiene un silencio sorprendente, también se ve afectada por las veleidades de Mas. ¿Se imaginan a Rajoy diciéndole lo mismo a Sánchez o a Iglesias? Sería tachado de antidemócrata, con razón, por todos.

El proceso está en vía muerta no porque lo impida Madrid, sino porque carece de una mayoría sólida en Cataluña. Por si fuera poco, el Gobierno catalán ha perdido el apoyo de la mayoría parlamentaria, y eso, en cualquier democracia, comporta la convocatoria de nuevas elecciones. En Cataluña no sé qué pasará, porque hace tiempo que es una pseudo democracia. Hemos tenido al jefe de la oposición como el más fiel aliado del Gobierno, lo que ya era una anomalía. Pero la situación actual es insostenible. Mas, si tuviera un ápice de dignidad, debería dimitir. Y convocar unas elecciones, sin adjetivos, para formar una nueva mayoría de gobierno. La ficción de la unidad es insostenible. Mas es un político fracasado que está perjudicando a todo el país después de haber destrozado a su propio partido.

Es normal que Mas no quiera unas elecciones que sabe que no va a ganar si no obtiene unos cuantos comodines para disimular su derrota. Probablemente Junqueras hubiera estado tentado a aceptar las propuestas del president si viera clara su victoria o, una segunda posición cercana a CiU y una mayoría absoluta conjunta. Pero la irrupción de Podemos ha roto lo que hace unos meses parecía seguro. Y hacer, ahora, unas elecciones con Podemos en la cresta de la ola, sin tiempo para haberse desgastado, es un riesgo demasiado grande incluso para Junqueras que, a pesar de su exigencia de elecciones inmediatas, puede estar encantado de que no se celebren en marzo.

Pero ni Mas ni Junqueras se atreven a reconocer públicamente que les asustan las urnas si no son de cartón. Y marean la perdiz tratando de ganar tiempo, a ver si las encuestas les iluminan.

Mientras Mas juega a ser Moisés, Cataluña pierde inversiones y carece de cualquier apariencia de gobierno. Si Mas fuera un demócrata, o CDC fuera un partido vivo, o tuviera un ápice de patriotismo, dimitiría. No pierdo la esperanza, porque la evidencia de que Cataluña no puede continuar más tiempo paralizada algún día acabará imponiéndose.