No es la primera vez, y probablemente no será la última, que oigo que alguien atribuye a Josep Pla la idea de que lo que más se parece a un español de derechas es un español de izquierdas. Ayer fue la licenciada Rahola, siempre tan escrupulosa con los datos, quien no resistió la tentación de citar a Pla aunque fuera en vano para cargar a través de Twitter contra Pablo Iglesias y, de paso, contra el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a los que comparó con el Che Guevara y el Cid Campeador, respectivamente.
Pese a las comillas de Rahola, Pla no dijo nunca tal cosa, pero, claro, la frase es tan oportuna que sería una lástima no aprovecharla para menospreciar a los españoles
“La frase de Pla, ‘lo más parecido a un español de derechas, es un español de izquierdas’, ha quedado hoy certificada con un Mesías con coleta”, dice Rahola. Que conste que respeto la coma que misteriosamente corta la supuesta frase de Pla, no por un anhelo de excelencia lingüística, sino para ser fiel a las fuentes, en este caso la cuenta de Twitter de la justiciera de La Haya. El caso es que, pese a las comillas de Rahola, Pla no dijo nunca tal cosa, pero, claro, la frase es tan oportuna que sería una lástima no aprovecharla para menospreciar a los españoles. Total, nadie se dará cuenta. Eso de las fuentes es muy relativo -debe de pensar Rahola-: las hay primarias, como por ejemplo el Quadern gris o el Tribunal de La Haya; y las hay secundarias, que son mucho más accesibles porque en la red abundan y, además, son mucho más maleables y agradecidas. Y si no, te las sacas de la manga y quedas la mar de bien; siempre que no te pillen, claro. Entonces, el ridículo es estrepitoso. La Haya, La Haya, La Haya...
Curiosamente, Rahola se ha jactado alguna vez de haber leído a Pla de forma “voraz” -lo hacía en 2002 en un artículo en El País, por recurrir nuevamente a las fuentes-, y es precisamente por eso por lo que sorprende que lo cite como lo hacen quienes no lo han leído nunca, los que lo conocen de oído o, en el mejor del casos, por la Wikipedia. De hecho, si uno ha leído vorazmente la obra probablemente más conocida de Pla, Quadern gris, no le resultará en absoluto difícil encontrar el origen de esta confusión suya. Sólo tiene que ir a la página 273 de la edición de bolsillo del Quadern gris (Destino, 2007), donde Pla evoca las palabras que años atrás le había dicho su padre recordando “el gran asunto del arroz de Pals”: “Piensa que lo que más se parece a un hombre de izquierdas, en este país, es un hombre de derechas. Son iguales, intercambiables, han mamado la misma leche”.
Si uno ha leído a Pla vorazmente, necesariamente se tiene que haber llevado la impresión de que cuando Pla se refiere a “este país” lo más habitual es que se esté refiriendo a la gente del Ampurdán, y no a los españoles como interesadamente pretenden Rahola y compañía. De hecho, también resulta interesante recordar el subtítulo de la obra de Pla El meu país, que no es otro que Reflexions sobre L'Empordà. Pues bien, para defender los argumentos propios no siempre es necesario recurrir al argumento de autoridad, pero si se decide hacerlo, debería hacerse con un mínimo de rigor. En todo caso, en este fragmento el padre de Pla -que es quien dice la manoseada frase- no habla de los españoles en ningún momento y, por lo tanto, no hay nada que haga pensar que estuviera haciendo un juicio sobre ellos en concreto. Como mucho, un juicio en abstracto sobre el género humano.
De todas formas, esta liviandad a la hora de dar datos no es privativa de Rahola, sino que, concretamente en Cataluña, es común a un tipo de tertulianos y políticos con una concepción endogámica de la realidad catalana, tan absolutamente convencidos de la preeminencia de su catalanidad que tienden a relajarse cayendo en la pereza intelectual. De ahí que ni siquiera se molesten en contrastar los datos. ¿Para qué, si nadie se los va a discutir? Y de ahí también la indignación que les causa que alguien ajeno al establishment nacionalista les contradiga.
Esta liviandad a la hora de dar datos no es privativa de Rahola, sino que, concretamente en Cataluña, es común a un tipo de tertulianos y políticos con una concepción endogámica de la realidad catalana
“¡Eres un provocador!”, me espetó Rahola el primer día -o quizá el segundo- que coincidí con ella en un plató de televisión, por defender que el castellano debería ser también lengua vehicular en las escuelas catalanas. Estaba fuera de sí y amenazó con abandonar el plató. Al final, entre la presentadora y yo, la convencimos de que no lo hiciera, pero ella se quedó con las ganas de hacer el numerito. A la semana siguiente también tuvimos nuestras diferencias, si bien aquel día fue algo más tranquilo a pesar de que ella dio una nueva muestra de su impasibilidad a la hora de mentir. Hablábamos del juicio al alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, por presuntos delitos de incitación al odio y la discriminación e injurias colectivas, de los cuales quedaría absuelto posteriormente. Pues bien, después de condenar la campaña electoral que había llevado a Albiol ante el juez, Rahola se sacó de la manga una de sus perlas: “Recordemos que Albiol se paseó por Badalona con una diputada del Frente Nacional de Le Pen...”, con el objetivo de reforzar la relación que muchos se obstinan en establecer entre el PP y la extrema derecha, por mucho que el PP sea un partido perfectamente homologable a otros partidos de centroderecha del resto de Europa. Y si no, ¿qué hace en el PP europeo? Pues eso mismo me pregunté yo en aquel preciso instante y, aunque desconocía si lo que Rahola acababa de decir era cierto o no, le pedí amablemente que lo acreditara, porque a mí personalmente me extrañaba, aunque sólo fuera por su pertenencia al PP europeo, que un dirigente del PP español se paseara por Badalona con una diputada del Frente Nacional. Visiblemente indignada ante la osadía del recién llegado, Rahola se reafirmó pero accedió a regañadientes a revelar sus fuentes. ¡Ay las fuentes, Pilar! Diez minutos después, Rahola parecía insólitamente enmudecida y le pregunté: “Pilar, ¿tienes alguna novedad?”. Contrita, la justiciera de La Haya tuvo que reconocer que había mentido una vez más, que la diputada con la que se había paseado Albiol no era del Frente Nacional sino de la UMP, el partido de Sarkozy, integrado también en el PP europeo. La diferencia entre pasearse con una diputada de un partido de extrema derecha xenófobo y antisemita y pasearse con una diputada del principal partido del centroderecha liberal conservador en Francia es sideral. Pero si cuela, cuela.
Dicen que a la tercera va la vencida, y en cuanto a mi trato con la madre superiora del nacionalismo así fue. El tercer día que coincidíamos Rahola abandonó el plató en pleno programa, indignada ante mi obstinación de no aceptar las mentiras que ella y otros santones nacionalistas como por ejemplo Xavier Sala i Martín o Salvador Cardús predican como verdad revelada.