Pensamiento
¡Viva la Constitución!
Como cada 6 de diciembre, el aniversario de la Constitución, verdadero acto fundacional de la democracia española, es la ocasión idónea para recordar los valores que guiaron su nacimiento y abordar los retos que España tiene planteados ante sí.
La Constitución de 1978, no lo olvidemos, es la historia de un éxito, del triunfo de España sobre su propio pasado
La Constitución de 1978, no lo olvidemos, es la historia de un éxito, del triunfo de España sobre su propio pasado. Nuestra Constitución nació como enmienda a la totalidad de nuestra historia reciente y lo hizo a lo grande, con un abrumador respaldo democrático en todos los rincones de España, también en la Cataluña de nuestros dolores, siendo la ley vigente sometida a referéndum con un mayor apoyo ciudadano en toda la historia de la democracia.
Durante todos estos años, nuestra Constitución, ahora tan cuestionada, ha demostrado unos reflejos envidiables a la hora de gestionar el pluralismo de la sociedad española y de acoger a todas las opiniones y todos los proyectos políticos, incluso aquellos que han tenido siempre como objetivo último e indisimulado el acabar con ella y con la nación que sustenta. La democracia constitucional española, combatida por ser democracia, por ser constitucional y por ser española, ha logrado hacer frente y superar a todas aquellas fuerzas que, desde su nacimiento, se han unido contra ella. A su abrigo, el país ha consolidado una democracia homologable a las de nuestro entorno, se ha integrado en la Unión Europea y ha hecho frente a los problemas más graves que España tenía planteados en 1978.
No cabe duda de que hoy nos enfrentamos a uno de los momentos más críticos de su historia breve e intensa. Cuestionada, obviada, desobedecida, permanentemente zaherida y discutida en un presente demoledor en el que no pocos anhelan el derrumbe de lo que tanto nos ha costado construir, es el momento idóneo para contemplarla y valorarla a la luz de todo aquello que nos ha proporcionado.
En un presente demoledor en el que no pocos anhelan el derrumbe de lo que tanto nos ha costado construir, es el momento idóneo para contemplarla y valorarla a la luz de todo aquello que nos ha proporcionado
Aunque este Estado autonómico furioso y enloquecido que amenaza con llevarnos a todos y a todo por delante sea un hijo bastardo del modelo apenas intuido en ella, aunque sea evidente la necesidad inexcusable de corregir el modelo vigente para embridar un presente desbocado con un futuro incierto y garantizar la igualdad entre españoles y el propio Estado de derecho, es hoy más urgente que nunca reivindicar el respeto a su vigencia como única garantía de nuestras libertades. Mientras representantes del Estado como Artur Mas la dan por finiquitada y anteponen la legitimidad de la democracia a la legitimidad del Estado de derecho, como si una fuese posible sin el otro, es momento de reivindicar su vigor y eficacia como única base solida para la construcción de un futuro mejor, compartido, solidario.
Porque la deslealtad institucional, las llamadas continuas a la desobediencia a la Constitución, la ignorancia de su existencia se han convertido en moneda de cambio habituales en Cataluña, tenemos la obligación de reivindicar nuestro compromiso y su vigencia. Su reforma, su actualización, son imprescindibles para que su propio espíritu de concordia y unidad permanezcan inalterados. No obstante, como cada 6 de diciembre, debemos aparcar por un día el debate sobre su forma para centrarnos en los aspectos cardinales de su esencia: libertad, igualdad, concordia.
Cataluña se ha convertido en el ojo del huracán de este enfrentamiento, aquí se decide hoy, ahora, el futuro de nuestra Constitución y la viabilidad de nuestro proyecto como nación libre y solidaria. Por ello, UPyD ha decidido este año celebrar en Barcelona, el 6 de diciembre, Día de la Constitución, en el Auditorio AXA, esta reivindicación de todos los valores que nos unen y que nuestra Carta Magna encarna. No es un día para perdernos en laberintos semánticos, ni para que el debate, por racional que sea, nos desvíe de lo fundamental. Es un día para celebrar lo que compartimos y reconocer el valor de la herramienta que lo ha hecho posible. Qué mejor lema, pues, que el más simple: ¡Viva la Constitución!