Hace años un amigo periodista me advirtió de lo equivocado que era no ya deshacerse en elogios con un político en activo, sino dárselos en público. Quería decirme que algún día podríamos comernos nuestras palabras, dichas o escritas. Aunque no sea ese mi caso, es evidente que tenemos a nuestro alrededor experiencias espectaculares, algunas muy recientes. Por fortuna, he tenido y tengo aprecio por algunos políticos. Pero al único político que he ensalzado de veras, y por escrito, ha sido a uno que en aquellos momentos era un ‘perdedor’, el gran Adolfo Suárez: un desclasado a quien voté con absoluta convicción cuando ya sólo era un duque; la gran paradoja. La penúltima oportunidad perdida en España para tener un poderoso partido liberal progresista.
Luchador y romántico, Joan militaba en grupos de extrema izquierda. Una vida absorbida por la disciplina
Hoy quiero hablar aquí de un amigo al que quiero y aprecio de verdad: un veterano y auténtico socialista que anda fuera de la primera fila política, desaprovechado. Tiene mucho que decir y merece ser bien escuchado y bien leído. Me refiero a Joan Ferran. Ha estado toda su vida, prácticamente, dedicado a la política. Es tímido y modesto. Hijo de un mecánico autodidacta y una peluquera, comenzó desde jovencillo su actividad política. Nieto de un militante del PSUC, siempre sintió una atracción especial hacia el POUM, acaso por su potente nombre. En diciembre de 1975, con veinticuatro años de edad, salió de la cárcel tras cumplir una condena de tres años; salió cuando le tocaba, no antes. Una experiencia que, como no podía ser de otro modo, le marcó: “En el comedor de los presos políticos todo era impaciencia; devorábamos la existencia”, explica en su libro Entre tiempos (Ed. Hacer), publicado hace ocho años. Luchador y romántico, Joan militaba en grupos de extrema izquierda. Una vida absorbida por la disciplina. Su vocación de estudio era la biología, pero obedeció y asumió razones ajenas que le empujaron hacia la historia, disciplina en la que se licenció con provecho y se especializó en la era contemporánea.
Al poco tiempo, el verbo de Felipe González en un mitin al que asistió, “ablandó la radicalidad de algunas convicciones que creía intocables”. Se imponía lo concreto y cuantificable sobre la retórica de lo voluntarioso, alejada de la sensatez. Abandonó “la mochila de los dogmas para recoger el fardo de lo real/cotidiano, de lo conquistable en este mundo, de lo útil”. Años más tarde, escribiría una definición del socialismo como “una corriente de fondo que a lo largo de los siglos, ha luchado por la emancipación de los humanos bajo el impulso de una motivación moral. Desde el punto de vista de las personas, podríamos afirmar también que es un sentimiento. Y, como la mayoría de los sentimientos, difícil de explicar en toda su dimensión. El germen del socialismo surge en el mismo instante en que nace una rebelión contra algo injusto. Hay por tanto múltiples y posibles socialismos, y uno de ellos para cada época y para cada hombre”. Siguiendo este párrafo yo me puedo sentir un ‘ciudadano socialista’. Pero ya se sabe que “las etiquetas son terribles e injustas”. En el PSC, su partido, deploraba que algunos títulos fueran sinónimos de librepensamiento, y otros lo fueran de “incultura y obediencia a una autoritaria y zafia jerarquía chusquera”, porque era falso. Joan ve al ser humano como preocupación central de la política y da primacía al ciudadano sobre “supuestas voluntades colectivas”.
Joan ve al ser humano como preocupación central de la política y da primacía al ciudadano sobre “supuestas voluntades colectivas”
En 2006 decía de ERC que “son los pujolistas del siglo XXI”. El nacionalismo, sea cual sea el objeto de su pasión, desemboca en una actitud obtusa y totalitaria, que en Cataluña “nos conduciría a un enano-estatismo, a una reproducción de los problemas del sistema a pequeña escala, a una debilidad aún mayor de nuestros intereses y de nuestra cultura”.
Además de ser una persona pacífica, razonable y sensible, Joan es un tipo honrado y austero. Su estilo de vida está alejado del aburguesamiento. Reclama una permanente lucha contra la injusticia, próxima o lejana, con energía y resolución; en especial, contra las mafias de la industria armamentista y de la trata de personas. No se olvida tampoco de los guineanos ni de los saharauis. Ni de Francisco Puerto Otero, ejemplar obrero. Ni de su gran amigo ‘Santi’, Antonio Santiburcio, despreciado por los señoritos estirados del PSC. ‘Santi’ reprendió un día al alcalde Clos que fuera en tejanos a una inauguración en Nou Barris, pues la gente del barrio le esperaba endomingada para la ocasión. Hay que saber lo que se espera de nuestro papel de cada día. ¡Salud, amigo y compañero Joan!