Pensamiento

El embrollo político catalán

1 noviembre, 2014 12:14

Dicen que la política es el arte de lo posible. Visto así, no parece que la iniciativa de Artur Mas lanzando su órdago soberanista, cuando el PP goza de una cómoda mayoría parlamentaria, con la que da soporte al Gobierno, sea demasiado inteligente. Quizá hubiera sido más hábil y rentable, a medio plazo, madurar la situación (como hizo la National Conversation en Escocia) hasta que llegue el momento en que el PP pierda la mayoría absoluta y tenga, entonces, necesidad de llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas.

No se acaba de entender ese todo o nada de Mas y su equipo, a menos que lo que se pretenda con esta huida a ninguna parte sea tapar un desastre con otro desastre aún mayor

Por eso, no acaba de explicarse la precipitación, en todo este afer de los nacionalistas catalanes de CiU, avezados como son, dado el largo tiempo que llevan en altas responsabilidades políticas, en tácticas y estrategias.

Así pues, no se acaba de entender ese todo o nada de Artur Mas y su equipo, a menos que lo que se pretenda con esta huida a ninguna parte sea tapar un desastre con otro desastre aún mayor.

Según un informe que bajo el título 'Independents de qui?' ha elaborado la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Lengua, y se ha hecho público recientemente, la Generalidad está, prácticamente en quiebra técnica. Desde que, en 2010, CiU volvió al Palacio de la Generalidad, los presupuestos se han reducido en casi 8.000 millones de euros y eso ha significado recortes en todos los departamentos. En sanidad se ha recortado un 31%, un 29% en educación y un 62% en vivienda, entre otros. Y eso es lo mismo que decir que se han perdido camas hospitalarias, que las listas de espera han aumentado, que las plantillas de profesores no se completan como corresponde y por tanto la enseñanza se devalúa, por no hablar de la tijera utilizada en la práctica totalidad de los servicios sociales.

Como sostenía en estas mismas páginas recientemente el acreditado economista José María Gay de Liébana, "la gestión del Gobierno de Cataluña ha sido realmente mala a lo largo de estos años; no se trata ahora de decir quién ha hecho qué, sino simplemente decir que Cataluña se ha gestionado francamente muy mal".

Eso ha hecho que la deuda de la Generalidad se haya incrementado en 9.500 millones, y a finales de 2014 esa deuda superará los 62.000 millones de euros.

Pero es que además el Gobierno catalán tiene una cuantiosa deuda oculta con cargo a ejercicios futuros. Concesiones de derechos de superficie, peajes a la sombra y un largo etcétera han sido utilizados de forma tan alegre como irresponsable, y eso equivale a que nuestra deuda se extienda, como mínimo, hasta 2108.

En esas circunstancias, lo razonable sería intentar negociar con quien tiene la sartén por el mango, que en estos momentos es el Gobierno central. Y como dice el reconocido académico antes citado, "no se puede ir con cara de pomes agres, sino con alegría". Que es justo lo que hacen los mandatarios catalanes cuando van a Madrid: ir con cara de pomes agres. O lo que es peor, con ínfulas de superioridad.

Más pronto que tarde, España deberá afrontar desde la legitimidad política la cuestión catalana, aunque la legalidad lo impida

Sea como sea, el Ejecutivo de Mariano Rajoy no está exento de responsabilidad en todo este embrollo. Más pronto que tarde, España deberá afrontar desde la legitimidad política la cuestión catalana, aunque la legalidad lo impida. Que nadie lo dude: la situación se irá enquistando y llegará un momento que política y socialmente será insostenible por los efectos nocivos que genere. Como dice Alberto López Basaguren, experto en procesos secesionistas: "Es cierto que nada se puede hacer fuera de la legalidad, pero quien la defiende debe justificar su legitimidad. La Constitución es reacia a los referéndums, pero se puede explorar un consenso mayoritario sobre en qué condiciones y con qué requisitos se puede celebrar".

De todos modos, para entender el embrollo político catalán, es imprescindible saber que estamos a los pies de los caballos, como consecuencia de la nefasta gestión económica que ha llevado a cabo el Gobierno de Artur Mas. De igual manera, no debemos olvidar la campaña de descrédito, contra Cataluña impulsada por el PP cuando estaba en la oposición y el recurso contra el Estatuto que presentó ante el Tribunal Constitucional. Aquellos polvos trajeron estos lodos.

Sin duda, un análisis sereno y exhaustivo nos hará comprender mejor la situación. No obstante, lo que ahora importa es como deshacer ese embrollo.

Esa es la cuestión.