Pensamiento
El sainete catalán frente al sainete español
Si Carlos Arniches, maestro del sainete, levantara la cabeza se sentiría orgulloso y triste a la vez por ver como este país llamado España, se ha convertido en un escenario teatral donde la mediocridad, la corrupción, el clientelismo y la estulticia han devenido en personajes de un sainete más trágico que cómico que asola a nuestra piel de toro.
Cataluña es quien se lleva la palma de esta magna obra, aquí hemos pasado de la gran consulta del 9-N a la patochada de la misma fecha, si es que al final se celebra, y por el camino yo me entretengo, que decía la canción, porque aquí cada cual va contando sus garbanzos de cara a unas posibles o probables elecciones.
Todo sería un sainete cómico, si al lado de este chiste, no hubiera cada día más gente en los comedores sociales, no aumentara la desigualdad y la miseria, no se cerraran plantas de hospitales
Artur Mas desaparecido en combate amaga pero no golpea con las elecciones, esperando a que alguien le salve de la debacle propia y de su partido; los otros miembros de la pata, léase ERC, ICV y la CUP, sufren un ataque de cuernos y de despecho y anuncian no se sabe qué ni hacia dónde llevando la penosidad y el patetismo por bandera; y todos al albur de lo que manden dos señoras que no ha elegido nadie, pero que parece que mandan mucho. Triste por no decir otra cosa.
Ante este desaguisado uno esperaría que el Gobierno actuase de alguna forma, pero amigo el sainete en Madrid tampoco tiene desperdicio, lo de las tarjetas negras de Cajamadrid amenaza con llevarse por delante hasta al del carrito de los helados si pasa por allí, no se salva ni el tato, y si a eso le añadimos la chapuza en la gestión del ébola poco o nada podemos esperar, salvo una muerte lenta y posiblemente dolorosa de todo lo que conocemos hasta ahora.
Todo sería un sainete cómico, si al lado de este chiste, no hubiera cada día más gente en los comedores sociales, no aumentara la desigualdad y la miseria, no se cerraran plantas de hospitales, de escuelas, y los jóvenes no tuvieran que marcharse de España.
Lo dicho, sainete catalán frente a sainete español, los dos iguales de patéticos, y con el mismo resultado, siempre pierde el mismo: el pueblo llano.