Aunque parezca mentira que alguien pueda creer que unos alumnos que reciben cero horas de español a la semana en educación infantil, dos en educación primaria y tres en secundaria tengan un mejor nivel que aquellos que reciben toda su educación en esa lengua, esta es una creencia muy extendida en Cataluña. ¿Cómo puede llegar a suceder sucede algo así? Pues porque los diferentes gobiernos catalanes llevan 30 años aplicando un plan de inmersión ideológica en las escuelas y necesitan sostener que su sistema de inmersión lingüística es “un modelo de éxito”, según su eslogan publicitario.
¿Por qué los diferentes Gobiernos de la Generalidad se empeñan en mentir sobre este tema? ¿Por qué defienden un modelo que, según los diferentes indicadores, es perjudicial para gran parte del alumnado?
A pesar de la publicidad de la Generalidad y los partidos favorables a la inmersión, en los últimos años, Cataluña ha sido una región con altas tasas de fracaso y abandono escolar temprano. Además, Según PISA (2012) y la Evaluación General de Diagnóstico, los resultados académicos del alumno dependen del nivel socioeconómico de la familia más que el conjunto de España.
Por otra parte, el 55,3 % de la población catalana tiene el español como lengua materna y se ve privado de su derecho a estudiar en su lengua y la consecuencia parece evidente: hay mayor tasa de fracaso escolar entre los castellanos parlantes incluso cuando se distraen los datos socioeconómicos.
Los partidarios de la inmersión lingüística sustentan la falacia del mejor nivel de español de los alumnos catalanes que el resto de españoles sobre tres argumentos: los resultados de las pruebas PISA, los de la evaluación General de Diagnóstico y los de las pruebas de acceso a la universidad. Veamos qué sucede con cada uno de ellos.
En primer lugar, PISA. Ellos esgrimen que los resultados en “lengua española” de los alumnos catalanes está por encima de la media de España pero la realidad es que en Cataluña esas pruebas solo se han hecho en catalán, nunca en español. Además, para mejorar la media, se han realizado malas prácticas como cuando en 2009 descartaron el 6% de alumnos con alguna dificultad en lugar del 5% permitido. En los exámenes se infrarrepresentó en casi dos terceras partes al alumnado inmigrante respecto a la realidad educativa catalana: de los 17,5% estudiantes extranjeros, la muestra PISA recogió solo el 11,2%. Finalmente, la muestra recogió a más alumnado de 4º de ESO de 15 años del que realmente hay en las aulas ya que la muestra seleccionó una proporción del 76,7% frente al 63,5% real por las repeticiones.
El segundo es que la media de los resultados de la Evaluación General de Diagnóstico es superior a la española pero, como en el caso de PISA, solo se hizo en catalán como se puede comprobar en este documento.
El último de los argumento de los exámenes de acceso a la universidad pero cada Comunidad Autónoma realiza los suyos y los de Cataluña son bastante más fáciles como se puede comprobar cotejando, por ejemplo, un examen catalán y otro madrileño.
Entonces, ¿por qué los diferentes Gobiernos de la Generalidad se empeñan en mentir sobre este tema? ¿Por qué defienden un modelo que, según los diferentes indicadores, es perjudicial para gran parte del alumnado? Porque la inmersión lingüística es la clave de bóveda para sostener el proceso de construcción nacionalista.
En octubre de 1990 se descubrió un documento programático de CiU en el que se propugnaba las infiltración nacionalista en los puestos claves de las finanzas, los medios de comunicación y en la educación. Para ello, se instaba a vigilar la composición de los tribunales de oposición así como a reorganizar el cuerpo de inspectores de forma que vigilen la correcta cumplimentación de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza e incidir en las asociaciones de padres.
Sin embargo, dicho proceso de catalanización se había iniciado mucho antes de que surgiera este documento. Durante la década de los 80, en Cataluña se forzó el traslado al resto de España de más de catorce mil maestros y profesores castellanohablantes. En 1981, la Consejería de Educación dispuso en los Servicios Territoriales carteles en los que informaba que para poder presentar la solicitud para formar parte de la bolsa de profesores era imprescindible la posesión del título de maestro de catalán. Con este nuevo criterio, todos aquellos que se licenciaban en Filología Catalana ese mismo año pasaban por delante de cientos de maestros que llevaban tiempo esperando su turno en la lista de interinos.
Además, los maestros de EGB que terminaban ese curso Magisterio en la Escuela Normal de Barcelona nos tenían con el título de maestros de catalán. Se iniciaron entonces unos cursos de reciclaje de catalán duraban tres años para los catalanohablantes y cinco para los castellanohablantes lo que tuvo como resultado inmediato que muchos maestros y profesores con plaza en Cataluña pidieran traslado a otros lugares de España. Si a esto sumamos que en los tres años siguientes las únicas personas que iban a acceder a los puestos de trabajo eran los licenciados en Filología Catalana parece evidente que el objetivo principal era catalanizar el sistema educativo. Desde entonces hasta ahora, el requisito imprescindible del Nivel C o Módulo II de catalán dificulta enormemente el acceso de personas del resto de España para trabajar tanto en la educación primaria como en la secundaria.
La lengua es el centro del proyecto identitario catalán, pero este se vehicula a partir de diferentes asignaturas. Así, por ejemplo, en muchos libros de Geografía, aparece el mapa de los “Países Catalanes” (Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, parte de Aragón y el sur de Francia) que tan solo existen en el imaginario nacionalista.
En muchos libros de diferentes materias, se muestra España como una realidad alejada y, por ejemplo, evitan que aparezca la palabra “España”, como se puede comprobar en los siguientes ejemplos.
En el libro Medi natural, social i cultural (Barcanova) dirigido a niños de 10 años, en 63 páginas de Historia no aparecen las palabras “España” ni Hispania y solo una vez “Marca Hispánica”. Sí aparecen las palabras “Francia” y, por supuesto, Cataluña.
En otro libro, esta vez de educación secundaria (Cultura Classica. Civilització y cultura greco-romana, editorial Edebé, 2n cicle ESO), no aparece la palabra España, solo en algunas ocasiones –pocas- Hispania. Sin embargo, aparece constantemente la palabra Cataluña con epígrafes como “Los romanos en Cataluña”, “Vestigios de las construcciones romanas en Cataluña” o “Vías y calzadas romanas en Cataluña”.
En 63 páginas de Historia no aparecen las palabras “España” ni Hispania y solo una vez “Marca Hispánica”. Sí aparecen las palabras “Francia” y, por supuesto, Cataluña
Y, como broche final, en el libro Llengua Catalana i Literatura 3º de ESO (Editorial Casals) se afirma que en Cataluña a la “lengua propia se ha de añadir otra por migraciones, imposición militar, etc.” El castellano ha convivido con el catalán en Cataluña desde finales de la Edad Media y prueba de ello es que la introducción de la métrica italianizante en la literatura en lengua castellana se debe al catalán Juan Boscán cuyo padre, además, trabajaba en la Generalidad. En tiempos de Boscán, era frecuente que libros escritos en español se publicaran en Cataluña porque había menos trabas burocráticas e interesaba económicamente a los editores. En la 2ª mitad del siglo XVI, el 55% de los libros publicados en Barcelona y Valencia era en castellano, el 27% en latín y tan solo el 18% en catalán. Obviamente, no hay ningún tipo de imposición militar.
Estos ejemplos, lejos de ser residuales y anecdóticos, son la tónica general en los manuales de educación primaria y secundaria por lo que estamos, sin ningún tipo de duda, ante la consumación de un proyecto identitario trazado por el nacionalismo catalán y que tiene como base que lo sustenta la imposición de la lengua catalana como la única vehicular en las escuelas de educación infantil, primaria y secundaria y que intenta presentar a Cataluña como una realidad diferenciada de España y al catalán como única lengua “propia” frente a una lengua ajena e impuesta militarmente. Frente a este modelo tan claramente reaccionario y que difunde visiones de la realidad claramente sesgadas cuando no manipuladas, proponemos una educación multilingüe y libre de adoctrinamiento ideológico.
[Este texto corresponde a la intervención de la autora en la jornada organizada el pasado 7 de octubre en el Parlamento Europeo sobre el modelo lingüístico escolar en Cataluña]