Artur Mas pasará a la historia. De hecho, ha pasado. Ha sido el primer gobernante en el mundo que ha convocado una consulta en rueda de prensa. Se desconoce su marco legal salvo ese genérico "competencias de la Generalidad". El presidente catalán está ahora enfrentado al mundo. La consulta -la de verdad- ha fracasado porque Madrid la ha prohibido. La unidad se rompe porque los partidos -léase ERC- no están a la altura -de los deseos presidenciales-. Y si fracasa la consulta –la de mentira- la culpa será de los ciudadanos por no acudir a las urnas.
En la consulta habrá urnas, papeletas y locales. Lo que no habrá, ni se espera que haya, son garantías democráticas
Por cierto, en la consulta habrá urnas, papeletas y locales. Lo que no habrá, ni se espera que haya, son garantías democráticas. Con su DNI y su coche puede visitar diferentes colegios electorales durante el día e ir depositando sucesivos votos. Nadie se lo impedirá. Es más, nadie podrá controlarlo. Tampoco se puede controlar el censo. ¿Cuántas personas están llamadas a votar? Ni se sabe, ni se sabrá. Sin censo será complicado saber el porcentaje de ciudadanos que acudió a las urnas.
Sin embargo, que el árbol no les impida ver el bosque. Todo este espectáculo -a la altura de los esperpentos de Valle Inclán- es el inicio de la campaña electoral de los nacionalistas. Las divergencias entre ERC y CDC no son más que el pulso previo al gran acuerdo electoral para las plebiscitarias. Ese es el momento. El 9N siempre ha sido una pantomima. La consulta era un riesgo que no estaban dispuestos a asumir aunque lo agitaban como bandera. El recurso del Gobierno estaba previsto. La parafernalia posterior también. El enfrentamiento alimentaba su discurso para justificar el siguiente paso: unas elecciones en las que la norma electoral les favorece.
Hoy muchos ciudadanos ya saben que el derecho a decidir era un puñetero engaño. Los que de buena fe han dado su apoyo a la supuesta democracia se han caído del guindo. Nunca existió el derecho a decidir, siempre era el derecho a la autodeterminación. Los que han sido cómplices deben sentir vergüenza ajena. ICV, UGT, CCOO y en algunos sectores del PSC no han caído del guindo, se han dado de bruces con la realidad víctimas de su irresponsabilidad y su bisoñez.
Siguen avanzando hacia su declaración unilateral de independencia que piensan formalizar con una mayoría absoluta en el próximo Parlament
Mas, y el soberanismo, no han reculado. Y menos están derrotados. Siguen su hoja de ruta, forzando la situación. Si alguno piensa que los soberanistas han perdido una batalla se equivoca. Siguen avanzando hacia su declaración unilateral de independencia que piensan formalizar con una mayoría absoluta en el próximo Parlament. A los partidos no nacionalistas les llega la hora de demostrar que han superado sus horas bajas. Socialistas, populares y Ciudadanos deben dar ahora el do de pecho porque el tiempo apremia. También los federalistas de ICV, que después de ser muleta del soberanismo han decidido abandonar un barco que no es el suyo. Y otros grupos como Podemos, con enfrentamientos internos deben abandonar el postureo. Deben dejar de ponerse de perfil. Las próximas elecciones serán plebiscitarias porque todos los partidos las van a enfocar así. El nacionalismo ha ganado en la estrategia pero en nuestra mano está poner las cosas en su sitio. Empecemos ya. ¿Independencia? No gracias.