Así que el plan B de Artur Mas realmente es lo que ha dicho, votar, votar, votar. Un sucedáneo del sucedáneo de un referéndum, después y en fecha ignota el sucedáneo auténtico de un referéndum en forma de elecciones plebiscitarias, y en los dos años que vienen también elecciones municipales y generales. Mientras que el Govern no gobierne es importante que los ciudadanos vayan votando.
Esto es otro butifarréndum. Algunos hablan de costellada, al final se trata sólo de otra parte del mismo cochino
Esto es otro butifarréndum. Algunos hablan de costellada, al final se trata sólo de otra parte del mismo cochino. El 9N se ha convertido en repe del butifarréndum de hace cuatro años, en el que por lo menos no se usaban urnas combustibles sino de metacrilato. El 10 de abril del 2011 se exhibía una de ellas en Barcelona, rotulada “esta es la urna donde ha votado el presidente Artur Mas”. Entonces Mas votó sí a la independencia de los Países Catalanes, pequeño detalle demasiado olvidado, porque si lo tuvieran presentes los catalanes se habrían dado cuenta ya hace años del grado de frivolidad del hijo político de Jordi Pujol.
Aquella urna debería ir al museo, junto con la pluma de Mas. De la actual convocatoria, que no se basa en nada escrito sino en una conferencia de prensa televisada, se puede conservar el morro del president.
Mas construye ya no unas “estructuras de estado”, sino unas estructuras paralelas estilo Kosovo en los 90, y va a ser curioso si en ello le asiste la ANC aunque ERC no participe. El ejemplo Kosovo aporta también el elemento del pueblo oprimido, argumento que el Diplocat internacionalizará por todo lo alto. Da igual que fuera no lo va a comprar nadie, porque su mayor uso es interno y de cohesión de todos aquellos que vean “agresión del Estado español”, y que ahora podrán volver al rebaño votante del pastor de CDC: este partido va a ser la mejor ERC, con efectos directos sobre las municipales de mayo, que es por donde más le dolerá a Junqueras.
Mas construye ya no unas “estructuras de estado”, sino unas estructuras paralelas estilo Kosovo en los 90
Lo peor de todo es que el primer butifarréndum resultará más fiable que este, porque sus organizadores dieron unas cifras de participación realistas. Esta vez el recuento correrá a cargo de los mismos que nos dieron las cifras de asistencia a las diadas 2013 y 2014.
Por fin el president será el líder radical que los catalanes se merecen, y no habrá ninguna profesora Krabappel que le mande a Bartur poner cien veces en la pizarra: el Palau no es un búnker.
Hace 80 años otro president creyó que sí lo es. Artur Mas ha aprendido de ello. Intenta imponer la mentalidad de búnker a todos los catalanes y lo llama hacer piña. “Unión”. Que vayan votando. Es una jugada maestra. Anirem endavant.