Durante años se nos ha vendido que la fecha del 11 de setiembre de 1714 representa la lucha enfervorizada de la población catalana por su independencia, al menos así la ha vendido el nacionalismo catalán, planteando una guerra de secesión, cuando en realidad era o fue una guerra de sucesión a la Corona de España. Entre los partidarios del Archiduque Carlos de Austria que reclamaba sus derechos sucesorios a la Corona de España y Felipe V de la casa de los Borbones, que fue nombrado Rey de España en el testamento de Carlos II "El Hechizado" y último rey de la dinastía Habsburgo.
El asedio a Barcelona por las tropas de Felipe V no es un acto de guerra global contra Cataluña, sino más bien contra la ciudad de Barcelona que se había levantado en armas contra el Rey español
Cataluña en aquellos momentos se posicionó con los austracistas e ingleses, como lo hicieron otros territorios de España, fundamentalmente Valencia y Aragón, mientras que el resto se posicionaron con el Rey Felipe V, Borbón, apoyado en aquel momento por los franceses. La contienda se saldó con la victoria de Felipe V sobre los austracistas de Carlos el archiduque austriaco, por aquel entonces ya Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y que en un momento determinado fue nombrado Rey de España con el nombre de Carlos III.
Que conste que esta guerra de sucesión se dio al grito de salvar a España de caer, según unos, en manos de un Rey Borbón absolutista. Y la batalla o cerco de Barcelona se produce porque los radicales se hicieron con el poder en el Consejo de los 100, a través de coacciones y amenazas de muerte a los que discrepaban de sus postulados nacionalistas, haciéndose con la mayoría en el Consejo Municipal, nombrando a radicales como Rafael Casanova que a resultas seria el Conseller en Cap (Alcalde) y así pudieron declarar la Guerra al Rey Felipe V.
También se ha de hacer notar que en esta batalla, asedio de Barcelona, no participaron todos los territorios del Principado hasta que Felipe V estableció un impuesto a todos los territorios de Cataluña para costear la guerra. A esta declaración de guerra se unieron todos aquellos simpatizantes del Archiduque, llegados a Barcelona huyendo del avance de Felipe V, y que se habían refugiado en Barcelona, tras perder distintas batallas con Felipe V. A estos se les unieron los soldados del ejército inglés y austriaco, que se habían quedado en Barcelona tras la marcha del grueso de sus ejércitos, ya que por razones de política europea (Tratado de Utrecht) estos países dejaron de dar apoyo a la causa catalana.
Así pues podemos afirmar que el asedio a Barcelona por las tropas de Felipe V no es un acto de guerra global contra Cataluña, sino más bien contra la ciudad de Barcelona que se había levantado en armas contra el Rey Español, este acto de rebelión a la corona sucede después de la amnistía que concedió Felipe V tras el tratado de Utrecht, que igualaba en derechos a Cataluña al resto de territorios de España y muy especialmente a las Castillas que siempre apoyaron a Felipe V como Rey de España.
Con el devenir de los tiempos, la fecha del 11 de Septiembre de 1714, se ha tomado como un referente del Nacionalismo Catalán, cuando en realidad, es el día de la victoria de las tropas del Rey Felipe V, que reprimió una rebelión en Cataluña, en las postrimerías de una guerra que comenzó siendo europea, para transformarse en suelo Español en una Guerra Civil en España, por la sucesión al trono, entre los partidarios del Archiduque Austriaco y los del legitimo Rey de España Felipe V.
Con la llegada de la democracia y la restauración de las Instituciones en 1980, el Parlamento catalán aprobará su Estatuto de Autonomía donde establecerá: "La fiesta de Cataluña es el día Once de Septiembre"; la designación de esta fecha se nos antoja poco meditada por los parlamentarios de aquel entonces siendo su decisión precipitada, solo justificable desde el descuido a la realidad de la Historia, y las ansias del nacionalismo de tener una fiesta de Cataluña como símbolo de normalidad democrática, aunque en realidad lo que hacia era poner la primera piedra del nacionalismo moderno catalán.
Siendo respetuosos con la historia, se nos antoja la designación de esta fecha, como Fiesta de Cataluña, una festividad sectaria ya que de ella hace el nacionalismo catalán una jornada de reivindicación de carácter nacionalista
En realidad dicha fecha bien pudiera haber sido el día de la Fiesta de los vencedores, es decir del Rey Borbón o si se quiere de España. En cambio ese día, sin quitarles un ápice al valor demostrado por los defensores de Barcelona, se convirtió realmente en el día de ensalzamiento de los rebeldes –nacionalistas burgueses- que depusieron las armas ante el Duque de Berwick.
Resulta harto difícil para un republicano como yo defender a uno u otro rey, en contienda por la sucesión al trono de España, pero si los republicanos nos caracterizamos por algo, es por no tergiversar la historia, que es la que es.
Siendo respetuosos con la historia, se nos antoja la designación de esta fecha, como Fiesta de Cataluña, una festividad sectaria ya que de ella hace el nacionalismo catalán una jornada de reivindicación de carácter nacionalista.
Hoy ante el avance del nacionalismo independentista catalán, se ponen de nuevo en solfa viejas historias. Ello ha sido posible en democracia por las políticas lisonjeras de los distintos partidos mayoritarios que han gobernado el Estado, fundamentalmente por las concesiones hechas a los partidos nacionalistas, cuando no la omertà, a cambio de mantener gobiernos centrales estables.
Este año "la Diada" coincide con una situación política nada deseable. El Gobierno de la Generalidad en su enfermiza política hacia la secesión, acompañado por Esquerra Republicana de Cataluña, ha emprendido una huida hacia adelante en el camino de la secesión y en la convocatoria de un referéndum por la independencia, a todas luces anticonstitucional, que, apoyado por distintas organizaciones como la Assemblea Nacional Catalana, Òmnium Cultural y otros partidos menores independentistas, están por desatender la resolución del Tribunal Constitucional que previsiblemente se producirá en cuanto se convoque el mismo, en el sentido de no permitir la realización de un referéndum que permita la secesión de Cataluña del resto de España.
Espero yo que este posicionamiento no obedezca a promesas del pasado, promesa que realizó Carlos VI, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, cuando engañando a los catalanes en el tratado de Utrecht les prometía un Republica independiente, por haberles sido siempre fieles vasallos.
Ahora la cuestión es que el partido del presidente Mas no tiene ni fuerza moral, ni opción legal para plantear secesión alguna, primero porque su partido, el que ha liderado el nacionalismo desde la restauración democrática, se ha revelado como un partido corrupto, siendo su fundador un delincuente de cuello blanco, cuya fortuna es incalculable y de dudosa procedencia, y estando en tela de juicio la implicación en el caso del presidente Mas.
La cuestión es que el partido del presidente Mas no tiene ni fuerza moral, ni opción legal para plantear secesión alguna, primero porque su partido, el que ha liderado el nacionalismo desde la restauración democrática, se ha revelado como un partido corrupto
El partido de gobierno del PP es más de lo mismo, una gran cantidad de sus integrantes están imputados por corrupción, Gürtel, Bárcenas etc., y pide abiertamente desarrollar una política frentista a los demás partidos que supuestamente están contra el referéndum secesionista. Hasta ahora y a nuestro juicio lo hacía a través de organizaciones como Sociedad Civil Catalana, demostrando una vez más su debilidad para tratar los temas de Cataluña.
El PSC-PSOE está como siempre especulando, ahora estoy por “el derecho a decidir”, ahora me manifiesto en contra, ahora me declaro favorable a la Ley de Consultas y doy permiso a mis militantes para que puedan asistir a los actos de la organización independentista (ANC), ahora destacados miembros del partido y algunos de ellos con responsabilidades políticas se manifiestan a favor de la contramanifestación que se hará en Tarragona y que promociona la organización anti secesionismo (Sociedad Civil Catalana). Todo ello por la sangría interna que padece de pérdida de militancia, precisamente por su ambigüedad política.
El PSOE sigue sin tener claro la política que se ha de realizar en Cataluña, un día digo que es una Nación, otro día digo que lo del referéndum, nada de nada, ni legal ni ilegal y tan solo mantengo aquello de la reforma de la Constitución para dar salida al problema de Cataluña.
Claro, muchos podríamos estar de acuerdo con la reforma de la Constitución, pero no solo para dar cabida a los deseos de Cataluña, sino para todos los problemas sociales y políticos que hoy día están en la palestra.
Así que teniendo en cuenta hechos históricos, situación política actual, lo sectario y manipulación por parte de los partidos y organizaciones independentistas de la Diada de Cataluña, nuestro posicionamiento como Partido Socialista (PS) es no contribuir con nuestra presencia a tal evento, catalogando a este como un acto sectario del nacionalismo catalán y dañino para la convivencia pacífica en Cataluña.
Nuestra propuesta pasa por buscar entre todos una fecha que sea representativa para la gran mayoría del pueblo catalán, para los que nos sentimos catalanes y españoles, para los que tienen otras sensibilidades o aspiraciones. Nosotros no estamos por veleidades independentistas. Ahora que se celebran los fastos por los 300 años de la toma de Barcelona por fuerzas leales al Rey Felipe V, sería la hora de reconocer la realidad, los hechos tal y como sucedieron, no seguir inventando y envenenando una historia que solo está en las mentes calenturientas de los nacionalistas y de los pseudo-historiadores a sueldo del nacionalismo.
El presidente Mas debería ser honesto con el pueblo catalán, debería de reconocer que se ha equivocado, que ha confundido deseo con realidad, asumir que es un cadáver político por la corrupción de su partido, que él conoce muy bien, por su gestión al frente del Gobierno de Cataluña, por conducir a su pueblo a un callejón sin salida, debería en definitiva, dejarse de cantos de sirena. No está bien, ni es decoroso, llevar al matadero a la población de Cataluña para que él, cuando sea la primera víctima de todo este proceso, de lo que es consciente, se busque un billete que le lleve a tener una página en la historia del nacionalismo catalán, tras su inmolación.