Pensamiento
La 'boutade'
El 9-N se acerca y según La Vanguardia los técnicos van trabajando a destajo. Según ellos, se necesitan 40 días para organizar la consulta de forma que Cataluña no sea el hazmerreír del mundo. Si los problemas y las incertidumbres son enormes por la falta de censo general, por ejemplo, del censo de extranjeros residentes en Cataluña, por la eliminación del "proceso" de los catalanes residentes en el resto de España o del censo de los mayores de 16 años, lo que es un fracaso total y rotundo es el intento de recabar un censo de catalanes en el extranjero.
Mas, rodeado de Miquelets, evitó contestar a la pregunta del millón. ¿Se hará el referéndum sin acuerdo con el Estado? ¿Se hará sin datos creíbles? ¿Se hará sin tener las garantías democráticas mínimas?
En el mes de marzo, la Generalidad puso en marcha la adscripción de los catalanes residentes fuera de España mediante un decreto ley que evitaba hablar del 9-N para truncar la posibilidad de un recurso al Constitucional y su invalidación. Se hizo a bombo y platillo. Se pretendía –seguramente alguno todavía lo pretende- que en este censo se inscribieran, nada más y nada menos, que 211.000 catalanes. Apuntarse se podía hacer de forma presencial o por vía telemática. La cosa no ha ido bien. El 10 de julio se habían apuntado solamente 599 residentes en el extranjero. No ha mejorado. El 13 de agosto solamente había 840 inscritos.
Estos datos no son más que un ejemplo de la mala manera de hacer las cosas, además de poner en evidencia el fracaso de esa consulta que para los nacionalistas cuenta "con una mayoría del pueblo catalán". Está claro que la mayoría debe estar en Cataluña –se supone, según dicen y se llenan la boca a diario- pero entre los catalanes en el extranjero el entusiasmo es más bien irrelevante e insignificante.
La Generalidad, y los partidos pro-consulta, están convirtiendo en una boutade la celebración del referéndum. Algunos, más pragmáticos, como la vicepresidenta Ortega –casualmente la encargada de hacer la consulta- proponen que se aparque. No reconoce la falta de medios, ni la falta de datos para hacerlo, pero reconoce que hacerlo de forma ilegal es una chapuza. Por eso, pide que se retrase hasta alcanzar un acuerdo con el Estado. Primero para que sea legal. Segundo, para que se pueda hacer sin que Europa y el mundo nos miren con guasa. Rápidamente los que suplantan y se arrogan la representación del pueblo catalán, los que definen al buen catalán como al independentista y los que confunden país con independencia, se le tiraron al cuello. Mas, rodeado de Miquelets, tuvo que intentar tranquilizar a los aliados afirmando que el plan es votar. Eso sí, evitó contestar a la pregunta del millón. ¿Se hará el referéndum sin acuerdo con el Estado? ¿Se hará sin datos creíbles? ¿Se hará sin tener las garantías democráticas mínimas?
A todos estos interrogantes, silencio. La boutade –definida como salida de tono que pretende ser ingeniosa aunque no lo consiga- sigue en marcha aunque ya a estas alturas sabemos que los catalanes del extranjero no votarán. Hasta ahora sólo lo harán el 0,47%. Y faltan menos de 90 días.