La "omertà" es la ley del silencio siciliana que impone que no se hable de los crímenes cometidos por las mafias. Traducido al catalán sencillo vendría a significar "más vale que te calles si no quieres salir trasquilado". En Cataluña, esta expresión se relaciona con el miedo a represalias por denunciar actuaciones irregulares o delictivas de los gobernantes nacionalistas, a partir de los años ochenta. Se contraponía esta "omertà" con la expresión "oasis catalán", preferida por los nacionalistas de CiU para referirse a un panorama político y mediático donde la corrupción parecía que no existía. Cataluña era diferente de una España donde los escándalos políticos y económicos eran habituales.
Las ruedas que pincharon cerca de donde los Pujol intentaban esconder la celebración del bautizo de una biznieta del prócer eran de unidades móviles de Antena 3 y Cuatro. No de TV3, Catalunya Ràdio, la XAL o El Punt Avui TV
Los pocos periodistas y medios que osaban romper la "omertà" eran acusados de anticatalanes, de resentidos, de inventarse las denuncias para atacar al líder Pujol y a su partido.
El líder ha acabado confesando que durante 34 años ha escondido dinero en el extranjero, superando con creces las denuncias y acusaciones que se le hicieron a lo largo de sus 23 años de mandato como presidente de la Generalidad y los once posteriores.
¿Se ha superado esta etapa? ¿Pueden hacer los periodistas su trabajo con libertad? ¿Ya no hay temas tabú?
No está nada claro. Los medios de comunicación públicos o que viven de las subvenciones de las administraciones que aún gobierna CiU no han cambiado el chip. Las ruedas que pincharon cerca de donde los Pujol intentaban esconder la celebración del bautizo de una biznieta del prócer eran de unidades móviles de Antena 3 y Cuatro. No de TV3, Catalunya Ràdio, la XAL o El Punt Avui TV.
El poder de CDC se debilita y, por tanto, su capacidad de imponer silencio a los medios de comunicación también. Mientras no se celebren elecciones sacará el máximo provecho de su poder y su influencia.
La "omertà" convergente tiene los días contados. Pero los ciudadanos sufrimos otra "omertà": La que imponen los propietarios de las grandes empresas anunciantes y de las entidades financieras que tienen intereses en los medios de comunicación. Los catalanes, quizá, podremos leer, escuchar y ver en los periódicos, radios y televisiones unas informaciones sobre Jordi Pujol y los suyos que nos habían sido vetadas durante muchos años. Pero también debemos reclamar que la libertad de información no se detenga en los vestíbulos de las grandes empresas y entidades financieras a las que les importan más bien poco los manejos de la familia Pujol y el proceso independentista catalán.