El lunes pasado escuché en Herrera en la Onda' la entrevista a Àngel Ros, actual presidente del "renovadísimo" PSC, entrevista que constató la voluntad eutanásica de ese partido. En su vergonzosa intervención, Àngel Ros alegó que Cataluña es una nación y que su pueblo tiene derechos colectivos y que, por ejemplo, los andaluces no, amén de hablar de algo inexistente y falso, de una realidad "plurinacional" española.
Queda bien patente que nación sólo hay una, España
Tales estulticias son una prueba fehaciente más de ese incomprensible régimen de Vichy fiel al secesionismo existente en Cataluña, del cual incluso participan los antiguos partidos constitucionalistas e incluso aquellos de ámbito nacional (entiéndase el uso del término con propiedad). El señor Ros, uno de esos émulos de Pétain con barretina, parece que no ha hecho los deberes, y mostraba un alto grado de ignorancia o de connivencia (esto sólo lo puede saber él) pues alegaba para justificarse en su sentimiento "nacional" que el Estatuto de Autonomía de 2006 definía a Cataluña como nación, lo cual es falso.
En su Preámbulo se recoge lo siguiente: "El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Cataluña como nación". Esto no tiene valor de ley, y como bien lo sabían los legisladores catalanes, se vieron obligados a ser leales a la Constitución, y a recoger en el Artículo 1 del Estatut lo siguiente: "Cataluña, como nacionalidad, ejerce su autogobierno constituida en Comunidad Autónoma de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto". Este articulado sí tiene valor de ley y el concepto de "nacionalidad" se remite a la nuestra Constitución del 78 que recoge en su artículo 2: "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas". Habla de "nacionalidad", concepto muy discutido en Derecho Constitucional, y no de "nación" en referencia a los territorios, porque queda bien patente que nación sólo hay una, España, y como bien sabían los padres de la Constitución el término no era aceptable para las regiones "históricas" y decidieron crean un nueva semántica para el término "nacionalidad" para contentar a los nacionalistas, lo cual, visto lo visto, fue un mayúsculo error histórico pues a este concepto derivado tratan ahora de acogerse aquellos cuyas pretensiones secesionistas están más vivas que nunca.
Pero volviendo al Sr. Ros, es preocupante constatar que nuestro destino como ciudadanos está en manos de "próceres" como este señor y muchos otros como él, que conjuran desde la ignorancia y la ignominia en contra de la lealtad y de la legalidad, manipulando a su antojo impunemente conceptos, leyes y principios básicos sociales y de convivencia, socavando el pacto social en que se sustenta nuestro Estado social y democrático de Derecho el cual propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
El PSC está claramente danzando en la oscuridad, perdido, sin mensaje, en una metarrealidad política de la cual no hay salida
El PSC está claramente danzando en la oscuridad, perdido, sin mensaje, en una metarrealidad política de la cual no hay salida. Su situación me recuerda ineluctablemente las sabias palabras del gran poeta Josep Carner: "¡Tanto suspirar, tanto soñar! / y el día inútil se me va". El día y los votantes, claro está. Y yo me pregunto, ¿por qué estos dirigentes "pétainianos" no se han ido todos a ERC o han fundado un nuevo partido? ¿Hasta cuando el PSOE no existirá en Cataluña y seguirá engañando a sus votantes, regalando el voto al radicalismo nacionalista de su federación catalana?
España necesita lealtad constitucional y, por desgracia, con el PSC, y otros tantos, no se puede contar. Estos últimos tiempos, afiliados del PSC han solicitado la baja del partido porque después de años de pertenecer al PSC-PSOE no piensan aceptar ni compartir esta deriva nacionalista, soberanista y secesionista, ilógica en un partido de ámbito nacional, que nos llevará a la miseria económica e intelectual a todos. Muchos de estos ex-afiliados nacieron españoles en Cataluña, y eso quieren seguir siendo tanto ellos como gran parte del resto de habitantes de Cataluña: catalanes que viven en España, miembros de una comunidad autónoma donde nadie les tilde de fascistas por querer por igual la rojigualda y la "senyera", o porque sus ideas no comulguen con aquellas que les quieren imponer, mediante el adoctrinamiento, el Gobierno de la Generalidad y sus "pétainianos" colaboradores necesarios. Estos ex-afiliados quieren vivir en una España donde ser de izquierdas quiera decir que un catalán no será menos que un vasco (cuya Comunidad Autónoma no contribuye a las arcas del Estado) ni será más que un ciudadano de otra comunidad más pobre que la nuestra, no, quieren ser igual al resto de España, donde todos tengamos las mismas obligaciones y los mismos derechos, las mismas competencias y el mismo trato. Muchos quieren vivir en un país donde se defienda que todas las regiones serán iguales y que recaudarán por igual y que el Estado ayudará al desarrollo de aquellas zonas más desfavorecidas pues ¿qué hay más socialista o de izquierdas que ayudar a desarrollar esas zonas más desafortunadas para ponerlas a la altura del resto sin tener que escuchar todo el día que nos están robando?
En definitiva, muchos queremos seguir siendo catalanes nacidos en España y que viven en una Cataluña y una España igualitaria donde nadie pida ser más que el resto (actitud altamente reaccionaria, por cierto) manteniendo esa gran riqueza nuestra, que no se paga con dinero, de atesorar una multiplicidad de lenguas, de culturas y de identidades que no son complementarias sino simbióticas. Y esto, el PSC-PSOE no lo entiende y no lo respeta, y son ya muchos de sus votantes y afiliados a los que les ha dado la espalda, y no puedo más que augurarle una continua caída libre de votos no solo en Cataluña sino en toda España.
La cantinela de la tercera vía o del federalismo asimétrico no es más que una daga autopropulsada a velocidad supersónica contra el corazón socialista: todo lo que busque en un ámbito de pensamiento de izquierdas el hacer distinciones (y por ende agravios) no será más que el eufemismo que amortaje la muerte de la igualdad y la justicia social. Es un error que la cúpula dirigente del PSOE hable de federalismo cuando tenemos un Estado mucho más descentralizado que los estados federales y cuyas "taifas" tienen muchísimas más competencias que un estado federado, y es altamente inaceptable que el PSC proponga federalismos asimétricos y terceras vías puesto que, como ya he dicho, rompe la idea de izquierda y de igualdad y de ayudar al desarrollo de las regiones menos favorecidas, que a la sazón no dejan de ser el mercado interior de las más desarrolladas.
Es un error hablar de federalismo, dado que lo que quieren colarnos, dándonos gato por liebre, las regiones con ínfulas secesionistas y otras fuerzas "telúricas" del separatismo ibérico es el confederalismo o confederación (supongo que conocen bien la diferencia, estados independientes que se asocian para acuerdos puntuales) lo cual sería la ruina para todos y la pérdida absoluta de la identidad española y, sobretodo, que el resultado no sería ningún otro que el jugar irresponsablemente con el futuro y porvenir de todos, con nuestras pensiones, con nuestra sanidad, con las protecciones y ayudas sociales, con la educación, en definitiva, con algo que nos afecta en mucho a nuestro horizonte, y cuya solución tiene fecha de caducidad: ahora; porque después ya será demasiado tarde, ante la previsible fragmentación del arco parlamentario del Congreso en las próximas elecciones generales. Aunque, en definitiva, nada de esto es nuevo, es muy nuestro, muy catalán. Ya lo describió perfectamente Guerau de Liost en su poemario Sátiras (1927):
"Cada pueblo tiene un sillar de la torre del pecado
y quiere reconstruirla en pequeño, más alta que la de al lado".