Ahora lo llaman "el proceso", a palo seco. Visto que el significado exacto que quieren atribuir al término proceso no queda nada claro -no se puede deducir que hacen referencia a un proceso hacia la secesión de Cataluña, pues en el mundo real tal secesión no puede tener lugar, es un imposible, y por lo tanto, no hay proceso cuando no hay objetivo que alcanzar-, me inclino a pensar que quieren, simplemente, evocar el título homónimo de Franz Kafka para una puesta en escena de una pieza teatral de gran magnitud inspirada en esa obra, a fin de lograr un ambicioso lanzamiento publicitario de Cataluña como atractivo turístico. Existen notorios precedentes en nuestra tradición escénica, como por ejemplo "La Pasión de Esparreguera", montada e interpretada por casi todo el pueblo de esa villa barcelonesa.
El laberinto del absurdo de "El proceso" de Franz Kafka es el guión que las autoridades y sus agentes adoptan y adaptan para la obra "El proceso de Cataluña"
El laberinto del absurdo de "El proceso" de Franz Kafka es el guión que las autoridades y sus agentes adoptan y adaptan para la obra "El proceso de Cataluña".
Josef K., el protagonista de la obra original, se adentra en una pesadilla para defenderse de no sabe qué, acusado por no sabe quién, rodeado de situaciones incoherentes y de personajes que pretenden ayudarle, que prometen liberarle de la situación en que se encuentra, pero que parecen impotentes; en realidad, son personajes falaces, ya que o son cómplices de la trama contra el pobre Josef K. o forman parte del invisible tribunal que tiene que juzgarle. Josef K. no percibe ninguna salida a la angustia que le atenaza.
El ciudadano C. y la ciudadana C., igual que miles de ciudadanos de Cataluña, un día fueron empujados a actuar en el escenario de un proceso no saben por qué razón. Las autoridades y sus agentes les dicen que al final del proceso todo será mejor, que los gobernantes serán de una honestidad y eficacia envidiables, que tendrán unas administraciones y unos servicios públicos que irán como una seda, que la economía funcionará a todo trapo, que el Estado del bienestar (pensiones, educación, sanidad, prestaciones sociales, infraestructuras...) será uno de los mejores de Europa, que el país será acogido con júbilo y con reconocimiento de su importancia y virtudes por vecinos y organismos internacionales...
Las autoridades y sus agentes les dicen que el proceso se desarrollará de manera simple, democrática, pacífica, que no tienen nada que temer, que solo es necesario que en el escenario se muestren confiados y alegres, que enlacen las manos para formar procesiones multitudinarias y que exhiban y ondeen la nueva bandera del país para el goce y la admiración de los espectadores del mundo entero, y que cuando sean llamados uno a uno a expresarse sobre el proceso digan sí y sí, un sí a las autoridades y sus agentes convencido y masivo.
No sabemos si Josef K. pudo salir del apuro porque la obra de Franz Kafka quedó inacabada. El ciudadano C. y la ciudadana C. no saben cómo acabará el proceso en el que actúan por la sencilla razón que las autoridades y sus agentes no saben cómo acabar el guión de la obra.