Aquí está por fin este bebé-probeta, tan puesto a prueba que ha estado a punto de ser abortado. La gestación se ha alargado tanto, desde luego mucho más de lo que cabría esperar razonablemente, que el recién nacido no pesa demasiado. Tan sólo consiste en unos pocos artículos. Aquellos que lo esperaban como a un mesías, ya fueran feministas o conservadores, tienen motivos para sentirse decepcionados.
¿Qué es lo que se puede encontrar uno dentro de la cuna? No mucho. Sanciones para los padres incomparecientes, los que no cumplen con su deber de custodia. La coparentalidad reforzada, conforme a la evolución de las familias, pero que es arma de doble filo. Un niño ya no podrá cambiar de colegio o mudarse sin el acuerdo de ambos padres, algo que podría dar lugar a toda clase de chantajes o incluso mantener atadas a mujeres que intentan huir de un ex marido violento: una veintena de asociaciones feministas ha manifestado su inquietud. Más consensual, la inscripción de la dirección paterna y materna del niño evita la impresión de que una familia se impone a otra. La formalización del estatuto de padrastro es, sin duda, un gran progreso. En cuanto a la mediación familiar en caso de separación conflictiva, no se ve a quién podría molestar... salvo que uno se oponga directamente al derecho a divorciarse. Algo que ni siquiera los más retrógados reivindican por el momento.
Proyecto de mínimos
El gobierno [de François Hollande, socialista] ha hecho todo lo posible para aplacar a los sectores más conservadores de la sociedad. Olvidadas las propuestas más audaciosas del informe Théry. Enterrado el espinoso asunto de la gestación anónima [gestation sous X], con la que simpatizan tanto ciertas feministas como las asociaciones católicas que prefieren esta opción al aborto.
No hablemos ya de las tres letras que se han adueñado de este proyecto de ley hasta el punto de volverse impronunciables... la PMA [procreación médica asistida]. Habrían podido buscar una sigla más popular, como PMU: procreación médica universal, pero habría habido que hacerla realmente universal. Como en Bélgica, en Dinamarca, en España, en Islandia, en los Países Bajos, en el Reino Unido o en Noruega, donde esta práctica está autorizada para todas las parejas, sin distinción. Lo crean o no, el cielo no se ha caído encima de estos países. En Francia, en cambio, los debates no consiguen tomar altura desde las maniobras intimidatorias de la "Manif pour tous" [literalmente, "Manifestación para todos", plataforma de oposición al matrimonio homosexual y a la ley de familia]. Estamos, pues, bloqueados en un estadio de statu quo hipócrita.
Porque, por supuesto, las parejas de mujeres no han esperado a la bendición de Christine Boutin [líder del Partido Cristiano-Demócrata y destacada activista católica contra los proyectos de uniones civiles y matrimonio homosexual] o de Frigide Barjot [portavoz de la plataforma "Manif pour tous"] para subirse en el Thalys [tren de alta velocidad entre París y Bruselas] y convertirse en mamás gracias a la PMA en Bélgica. Sus hijos existen. Crecen y se desarrollan, ríen y lloran como todos los niños. Tan sólo tienen un problema específico: únicamente una de sus madres está reconocida por la ley [francesa]. La otra debe solicitar una autorización de adopción a un tribunal, cuya decisión puede variar de un departamento a otro. Para entendernos: una tiene muchos números de vérsela denegada si tiene la mala idea de ser a la vez lesbiana, mamá y además reside en las Yvelines [departamento sociológicamente conservador]. Que puede pasar.
Al final, la igualdad se ve atacada por partida doble: entre distintas parejas y entre distintos territorios. Pero lo más terrible está en otro sitio: en la brecha abierta entre una sociedad que avanza y un mundo político que retrocede.
Bloqueos y parálisis
Tras el voto del matrimonio para todos, parece como si el gobierno intentara hacerse perdonar su pecado ante una derecha que ha escogido correr detrás de las faldas anti-faldas de la "Manif pour tous". ¿Quién habría creído que Francia puede caer en estas polémicas, simplemente porque el Estado o los estudiantes pretendan combatir los estereotipos en la escuela?
Hay otras causas que serían más nobles. Como apoyar a esta mujer sudanesa, condenada a muerte por apostasía porque ha escogido ser cristiana. Pero no, la prioridad de ciertas asociaciones, visiblemente, pasa por combatir el derecho de todos a formar una familia.
Hay momentos en que uno tiene la impresión de que renace la derecha católica de finales del siglo XIX, la que se oponía a la ley Guizot [que funda la escuela primaria, en 1833] y a la coeducación en la escuela, denunciadas como el principio del desorden sexual y de la decadencia. Si hacen un esfuerzo más, pronto nos explicarán que las chicas no deberían estudiar como los chicos. Harán hashtags para apoyar a Boko Haram: ya no dirán "Bring back our girls", sino devuelvan a las mujeres... ¡a sus cocinas y dormitorios!
Embrión de derecha religiosa
Aún no estamos ahí. Por el momento, el embrión de derecha religiosa a la francesa se centra en la cuestión del aborto. Sus ideológos se dividen entre derecha dura y duros entre los duros, identitarios de pura raza y católicos más chics. Tras el romance entre unos y otros, asistimos ahora al tiempo del divorcio y el conflicto por saber quién guardará la custodia del movimiento que han engendrado. La mediación familiar ha fracasado claramente entre Ludovine de la Rochère [líder de la fracción tradicionalista del movimiento] y Frigide Barjot, portavoz de usar y tirar, ya amortizada tras el fin de su "Manif pour tous" mediáticamente asistida. Está la cosa que arde con Béatrice Bourges, que abandonó el movimiento para unirse a aquellos que tienen "lo que hay que tener" frente a los que visten falda y llevan barba. Resultado: nadie o casi nadie ha pensado en dar las gracias a la madrina Christine Boutin, injustamente apartada el pasado fin de semana [7-8 de mayo] por el extremo del extremo, que la encuentra demasiado floja. Floja, pese a que twittea con todas sus fuerzas para explicar hasta qué punto la barba de Conchita Wurst en Eurovisión amenaza a Europa.
La barba de Conchita y el bigote de José
Sin que sirva de precedente, Boutin debe preferir el bigote de José Bové [candidato ecologista a las elecciones europeas]. En Francia, Europe Ecologie-Les Verts (EELV) se apresura a salvar el honor depositando una enmienda sobre la PMA. Pero en Francia, el candidato de los ecologistas ha hecho un bonito guiño a la "Manif pour tous". En una televisión católica, ha declarado que se opone a todas las manipulaciones de la vida, ya sea la PMA o los transgénicos, que visiblemente confunde. No faltaba más que un concierto de apoyo a su candidatura de parte de Bertrand Cantat [vocalista de la banda Noir Désir, condenado por el asesinato de su pareja en 2003], como el de este pasado fin de semana [17-18 de mayo] para concluir que José Bové no habrá perdido ninguna ocasión de espantar al electorado feminista y enviarlo hacia otras candidaturas. Hay que reconocer que es una pena... que los franceses y sus medios de comunicación públicos se interesen menos por las elecciones europeas que por el festival de Eurovisión.
[Artículo traducido por Juan Antonio Cordero Fuertes, publicado en la versión francesa de The Huffington Post y reproducido en CRÓNICA GLOBAL con autorización]