Pensábamos que nada podía superar a Joan Clos y sus bailecitos samberos mostrando su bello cuerpo bien torneado. Y sus legendarias meteduras de pata. Y su vacuidad intelectual. Y llegó Jordi Hereu. Y llegaron las lumis exóticas convirtiendo Las Ramblas en una fiesta continua. Y siguió la juerga con un hecho histórico en España: que una administración convoque un referéndum y lo pierda. Y pensábamos que ya no podíamos caer más bajo.
¿Gobernar el presente? Eso es para cobardes, lo que mola es jugar a Sandro Rey y preparar el futuro
Y en esas Xavier Trias ganó unas elecciones. Y el listón se situó bajo tierra, por donde debería pasar esa Línea 9 que verán nuestros tataranietos. Y Barcelona dejó de ser una ciudad cosmopolita para ser el proyecto de capital de un futuro Estado basado en un referéndum ilegal que a saber si se hará, cómo se hará y, si se hace, si valdrá o quién lo reconocerá o si acabaremos formando parte de la Unión de Naciones Venusianas o de la Federación de Naciones Orgullosas del Tercer Mundo. ¿Gobernar el presente? Eso es para cobardes, lo que mola es jugar a Sandro Rey y preparar el futuro. Con la misma credibilidad que el tarotista, of course, ya nos echará Pilar Rahola una mano cuando metamos la pata, que grita mucho y así tapará las voces de los discrepantes.
¿Ayudar a los ciudadanos en dificultades con la saneada tesorería municipal? ¿Para qué si se puede ayudar a Garibaldi Mas a construir un Estado que será orgullo del mundo, vaciando las arcas y sufragando cualquier parida que se pueda envolver con la señera? Y si falta pasta, hacemos funcionar a toda máquina los radares y la grúa, y a recaudar para pagar esos eventos patrióticos que sirven para que algunos vivan muy bien, mientras se siguen cerrando ambulatorios y la educación pública está bajo mínimos. ¿Liar un conflicto social esperando que pasara la jornada electoral, acusar a los sublevados de ser los causantes de todo tipo de males y luego dar marcha atrás? Todo un campeón.
Lo tengo claro: el próximo alcalde, un hámster. Al menos no enredará ni destrozará la ciudad mientras le demos de comer y le dejemos dar vueltas a la ruedecita. Y si la conectamos a un generador, aún sacaremos electricidad para una bombilla. Mucho más de lo que ha producido Xavier Trias en toda su vida.