Por un lado, resulta grato recibir en Barcelona la visita de representantes del aparato gubernamental, no en vano impelidos por las urnas para una articulación saneada y unitaria del país. Que se organice el Foro de Marcas Renombradas Españolas en Barcelona es francamente un gesto interesante que, en general, habrá pasado desapercibido para la mayoría de barceloneses y españoles en general.
Si hay algo en lo que Artur Mas acaba resultando excelso es en el uso de objetos lingüísticos que suenan a algo y acaban estando huecos de contenido, desde "Transición Nacional", pasando por "derecho a decidir" o "elecciones plebiscitarias"
Mediatizado por el no-encuentro entre Rajoy y Mas, y aderezado por el triunfalismo optimista con el que últimamente se nos desayuna el Gobierno, el foro en sí ha pasado aparentemente sin pena ni gloria por las cabeceras de todo el país. Ha servido, eso sí, para desempolvar una vez más el viejo concepto de la "Marca España" que, a fin de cuentas, nadie sabe muy bien qué demonios es ni exactamente para qué sirve.
No nos engañemos, la "Marca España" no deja de ser un artefacto más o menos literario, utilizado recurrentemente a modo de supuesto termómetro internacional, como si la percepción que los ciudadanos de otros países tienen de España (o de lo que sea) pudiese medirse en base a la expansión del mercurio. No es más que un mero objeto lingüístico. Ah, pero cuidado. Si hay algo en lo que Artur Mas acaba resultando excelso es en el uso de objetos lingüísticos que suenan a algo y acaban estando huecos de contenido. Desde "Transición Nacional", pasando por "derecho a decidir" o "elecciones plebiscitarias", el president nos muestra cada día lo cómodo que se siente uniendo palabras para generar conceptos de sonoridad intensa que, una vez bajo la lupa de la semántica, acaban completamente vacíos.
Yo, que fui al mismo colegio que él, me siento un poco avergonzado con todo este despliegue semántico de la oquedad con el que diariamente nos entretiene el president. En su salsa se ha sentido Mas con la mención de la "Marca España", en su juego de objetos, así que ha aprovechado rápidamente para mencionar "Marca Barcelona" y, por extensión, "Marca Cataluña", naturalmente como locomotoras imprescindibles de la otra. No esperábamos otra cosa de nuestro prócer convergente. Que rápidamente ofreciese su versión, y que lo hiciese como de costumbre: en forma de reflejo de la realidad directamente rebotado de su espejo deformador.
Cuando era niño, recuerdo reír salvajemente delante de los espejos deformadores en el Parque del Tibidado. Ahora tenías la cabeza pequeña y las piernas muy largas, ahora de pronto tu cuerpo tenía forma de zepelín, de pronto eras largo como un fideo. Eso es lo que me pasa con el president. Sus espejos deformadores me hacen reír. ¿Qué es exactamente la "Marca Barcelona"? Cualquier barcelonés que estuviera por aquí hace 15 o 20 años sabe que fundamentalmente la "Marca Barcelona" nos ha traído riadas de turistas que, al parecer, según el aparato local, dejan montañas de euros en la ciudad, sí, pero nunca en nuestros bolsillos ni en el de nuestros vecinos o amigos.
Para el barcelonés de a pie esa "Marca Barcelona" ha traído básicamente millones de turistas que, como ejército flotante, han ocupado ciertas zonas de la ciudad a perpetuidad y poco más. Por supuesto al president todo eso le da igual, él sigue creyendo que Cataluña (Marca Cataluña) es Massachusetts o Dinamarca, no sé sabe muy bien en base a qué. Respecto a la "Marca España", con un país últimamente popular por toda Europa básicamente por su atroz corrupción política y un paro completamente desmadrado, no parecería momento de sacar ninguna marca ni pecho de ningún tipo. No es momento de triunfalismos. Podría decir que es momento de aplicar el programa de gobierno por el que fueron elegidos, pero no me voy a desgastar.
Agradecer, eso sí, la celebración del foro en la ciudad, y la presencia de las marcas renombradas que, a fin de cuentas, demuestran a las administraciones públicas lo lejos que se puede llegar cuando se hacen las cosas intentando ganar dinero y no intentando gastarlo. A estas alturas, yo, cansado de objetos lingüísticos, deseo de veras que la siguiente vez que oiga la unión de palabras "Marca España" sea en el contexto del Mundial 2014.