Me había prometido a mí mismo no escribir más, al menos a corto y medio plazo, sobre los problemas internos del PSC. Sin embargo, ante la actitud de determinados miembros del colectivo me veo impulsado a romper mi promesa.
Lo cierto es que la organización como tal está en serio peligro de extinción, al menos como la hemos conocido hasta ahora
De un tiempo para acá el PSC está sufriendo una pérdida constante de militancia, unos porque han perdido la confianza, otros desengañados y otros, en estos momentos los más, por considerar que el partido está muy alejado de las tesis nacionalistas. Lo cierto es que la organización como tal está en serio peligro de extinción, al menos como la hemos conocido hasta ahora.
El último capítulo (hasta el momento) de esta historia inacabada ha sucedido en Gerona. Un grupo de militantes, entre ellos algunos auténticos pesos pesados, miembros de la comisión ejecutiva local, han dimitido en bloque. De hecho, el lugar de los acontecimientos es lo menos relevante, mañana o pasado un plante similar se puede dar en las Tierras del Ebro o en cualquier rincón de la Cataluña catalana.
Los dimisionarios han decidido abandonar la ejecutiva porque, según ellos, "no tiene sentido que el partido no construya una alternativa de izquierdas". Ciertamente, argumentación peregrina donde las haya. Quizá sea cierto que el partido es poco de izquierdas -no seré yo quien rebata esa afirmación-. Ahora bien, sorprende que personajes cono los Nadal (Quim y Manel), que están entre los dimisionarios, que lo han sido todo en el partido y gracias al partido, ahora caigan en la cuenta de que no es una alternativa de izquierdas. ¿Lo era más cuando ellos eran uno consejero y otro diputado? ¿Qué legado político han dejado de su paso por la organización para reclamar ahora aquello que no se hizo cuando ellos estaban en la sala de máquinas? ¿En el tiempo que Quim Nadal fue Alcalde de Gerona (19 años) hizo auténticas políticas de izquierdas? ¿Las hizo siendo consejero de obras públicas en los gobiernos de Maragall y Montilla?
Seamos serios y sobre todo honestos, el problema es otro: desde el día en que Pere Navarro (primer secretario de los socialistas catalanes) cesó a Quim Nadal como portavoz del grupo parlamentario, allá en septiembre de 2012, el distanciamiento y a la vez el rencor de Nadal respecto a su primer secretario no ha hecho sino aumentar. Ahora, la crisis que estaba latente se ha puesto de manifiesto por el alejamiento del partido sobre el derecho a decidir; aunque la realidad es bien diferente: se niegan a realizar primarias para escoger a la persona que ha de ser el candidato a alcalde en Gerona en las próximas elecciones municipales de 2015 porque su candidata es Pía Bosch y temen una derrota. Así de simple.
En sus pláticas, Raimon Obiols se refiere a menudo al "compañero partido". Pues bien, dado que buena parte de los disidentes provienen del sector obiolista (afines a los planteamientos de Raimon Obiols), saben que si han hecho una cierta carrera política, ha sido gracias al paraguas del PSC. En consecuencia, deberían tener la suficiente dignidad y gallardía para dejar, a la vez que dimiten de sus cargos orgánicos, sus cargos públicos que, por cierto, son remunerados.
El partido dispone de mecanismos suficientes para que los que discrepan lo puedan expresar, en los consejos e incluso, si disponen de la fuerza necesaria, pueden forzar un congreso extraordinario. Lo que no es de recibo es la algarada, la falsedad y la calumnia
De todos modos, el problema de fondo es otro: el sector, ahora llamado crítico, pretende ganar por las veredas de la intriga y la manipulación, aquello que no pudo lograr por la autopista de la democracia en el decimosegundo congreso del PSC. Allí, Pere Navarro se alzó con más de un 75% de los votos mientras Igansi Elena, hoy uno de los más destacados disidentes, a pesar de contar con el soporte de muchos notables y viejas glorias, no pasaba de un discreto 23%. Esa es la realidad y eso es lo que legitima al actual primer secretario del PSC a llevar a cabo su proyecto hasta el próximo congreso. Entonces será el momento de rendir cuentas y hacer balances. Y si entretanto no se está de acuerdo, el partido dispone de mecanismos suficientes para que los que discrepan lo puedan expresar, ya sea en los consejos, bien de federación, bien nacionales e incluso, si disponen de la fuerza necesaria pueden forzar un congreso extraordinario. Lo que no es de recibo es la algarada, la falsedad y la calumnia.
En cualquier caso, es prácticamente seguro que el soberanismo no conseguirá su objetivo confesado: la independencia de Cataluña. No obstante, es muy probable que logre su objetivo no confesado: destruir a su principal adversario, el PSC. Y, en estas circunstancias, no se debería menospreciar el peso específico, en términos políticos, de todos y cada unos de esos personajes disidentes. Tal vez con su actitud logren convertir el espacio socialista catalán en un páramo y, a cambio, les permitan sentarse a la mesa de los auténticos patriotas, aunque nunca serán de los suyos. Pero la socialdemocracia más pronto que tarde ha de volver de los infiernos y en Cataluña alguien deberá ocupar ese espacio. Desconozco quién o quiénes serán capaces de ocupar ese espacio, pero desde luego no será ninguno de los que hoy está poniendo en jaque el progreso y la cohesión.
El electorado tiene memoria, es sabio y, afortunadamente, no suele perdonar.