Pensamiento
La sociedad civil catalana se mueve y organiza
En las últimas semanas he escrito en esta columna que cada día es más visible una reacción social contra la pretensión del independentismo de aislar a Cataluña de España y, por consiguiente, de Europa. El miedo y el silencio se rompen. La pretensión del nacionalismo independentista de representar a todo "el pueblo de Cataluña" se muestra cada día más alejada de la realidad. Cataluña es plural y viva a pesar de que desde el poder político no se han escatimado medios para tratar de imponer una sociedad homogénea, dócil, plegada al discurso secesionista.
Antes del próximo Sant Jordi podrán conocer a través de CRÓNICA GLOBAL la puesta de largo de un potente movimiento cívico que agrupa a catalanes de diversas sensibilidades ideológicas e identitarias, que hablan catalán o castellano, pero con el denominador común de apostar por una Cataluña líder en España y en Europa
Pero la realidad es muy terca. Siglos de convivencia que han creado una sociedad plural, rica y moderna no se rompen fácilmente por mucho que se empeñe el poder político. Cada día surgen nuevas voces que desde diversos orígenes y sensibilidades se oponen al proceso soberanista por considerar que sólo nos traería aislamiento, división, empobrecimiento y un Estado omnipotente y constrictor de las libertades individuales. Un Estado enfrentado a muchos de sus ciudadanos y a los países de su entorno. Un Estado con un poder muy concentrado y ávido de controlarlo todo. Un Estado que acabaría con lo que se ha tardado muchos siglos en construir: un país moderno, líder en España y el mundo. Un país de acogida, respetuoso con las libertades individuales y con la libertad de expresión. Un país solidario y emprendedor.
La crisis económica y política ha hecho estragos en la sociedad catalana y en toda la sociedad española. Pero su superación pasa por ocuparse de los problemas y darles solución. No por crear problemas mayores y cortinas de humo. Los catalanes no creemos en bálsamos milagrosos ni en paraísos soñados que siempre acaban convertidos en infiernos reales.
Por ello no es de extrañar que se supere el miedo y que el silencio se rompa. Que la sociedad civil catalana se organice para hacer oír su voz, a pesar de las dificultades y del desamparo. Me consta que es así y les puedo anticipar que antes del próximo Sant Jordi podrán conocer a través de CRÓNICA GLOBAL la puesta de largo de un potente movimiento cívico, de carácter transversal que agrupa a catalanes de diversas sensibilidades ideológicas e identitarias, de profesiones diversas, que hablan catalán o castellano, pero con el denominador común de apostar por una Cataluña líder en España y en Europa. Por una Cataluña respetuosa con el Estado de derecho y que repudia vías de hecho que sólo conducen a la confrontación. Por una Cataluña plural. Por una Cataluña competitiva en un mundo global. Por una Cataluña solidaria con sus ciudadanos y con los del resto de España. Que así sea.