Pensamiento
El 1%, a favor de la independencia
La Cataluña independiente de la que nos hablan en los últimos tiempos haría las delicias del 1% que gobierna el mundo. A este 1% le importa más bien poco donde se dibujan las fronteras y los sentimientos de los ciudadanos de a pie. Lo que le importa es que nadie ponga freno a sus negocios y especulaciones. Es más, le conviene un mundo fragmentado, sin un poder político potente y valiente que le plante cara.
No es de recibo quejarse en Nueva York del 1% que gobierna el mundo en su provecho y abrirle las puertas de par en par en Barcelona
Lo que les haría temblar sería una Europa fuerte, comprometida con los derechos de todos sus ciudadanos y que no viva pendiente de los intereses nacionales de los Estados que la componen. Al 1% le interesa una Europa que no funcione como un todo, sino que tenga unos bancos y unos fondos de pensiones alemanes obstinados en empobrecer a los países del Sur, aplicándoles una austeridad salvaje e insolidaria y que esté dividida en unidades estatales enzarzadas en una pelea por ver cuál le pone menos impuestos a sus delegaciones y facilitarle que pague cuanto menos dinero mejor al erario público.
Aporta unas claves muy interesantes a esta argumentación Albert Sales, miembro del colectivo RETS especializado en la denuncia de los intereses espurios de las entidades trasnacionales, en su artículo "La hoja de ruta hacia la miseria de Artur Mas". Sales reproduce documentos en los que el Gobierno autonómico catalán ofrece Cataluña a posibles inversores extranjeros como un lugar ideal para depositar sus intereses porque la reforma laboral ha abaratado enormemente los salarios. Peor todavía, el ejecutivo autonómico catalán se queja de la rigidez del Gobierno español a la hora de imponer la gestión pública de la educación, la sanidad y los servicios sociales. Es decir, da a entender que si Cataluña fuese independiente y continuasen mandando ellos –Mas, Jonqueras y compañía- podrían recortar más estos servicios y ofrecerlos en bandeja al famoso 1% para que haga con ellos los negocios que considere oportunos.
Los militantes y simpatizantes de izquierdas que están entusiasmados con el proceso soberanista deberían meditar un rato sobre a quién benefician con su opción. No es de recibo quejarse en Nueva York del 1% que gobierna el mundo en su provecho y abrirle las puertas de par en par en Barcelona.