Me escribe un querido amigo, columnista y tertuliano catalán y en catalán, que no hace tanto me llamaba (con cariño, él sí) "resentida" por quejarme de las censuras sufridas en la prensa catalana y por pensar y actuar en consecuencia. Bueno, pues esta vez mi querido amigo me escribe para contarme en secreto de confesión que también a él acaban de censurarle un artículo en El Punt Avui, por la sencilla razón de que tal artículo denunciaba un caso bastante feo de corrupción cultural de gente de ERC.
Aquí se quiere ejercer un tipo de totalitarismo tan de andar por casa que les ofende que ofenda. Que sinceramente no entienden cómo alguien lo puede tomar a mal
Lo que más le duele a mi amigo es cómo fue el tema, que fue así: él mandó su artículo y al poco recibió la llamada de un jerifalte del periódico pidiéndole veinticuatro horas para contrastar las "graves" acusaciones allí vertidas. Adelante, le dijo mi amigo. Y nunca más se supo. Ni le volvieron a llamar ni a cogerle el teléfono. Tuvo que sacar su artículo en otro sitio y denunciar públicamente (o casi, en un acto en el Ateneu…) que El Punt Avui censura para que le llamaran…¡a llorarle, a decirle "quin greu que ens ha sabut" que él pueda ir por ahí diciendo que le han hecho una cosa así, "quan aquí mai no t’hem tocat res"! (!).
"Yo entendería que me dijeran, 'oye, esto aquí no se publica perquè a mi no em surt dels ous', no me gustaría pero lo entendería…con lo que flipo, es con esto de querer convencerme de que la censura no era censura", se queja atónito mi amigo. Bueno, costará más, costará menos, pero de todo se aprende. Por ejemplo que aquí se quiere ejercer un tipo de totalitarismo tan de andar por casa que les ofende que ofenda. Que sinceramente no entienden cómo alguien lo puede tomar a mal.
Son los totalitaraditos, los freaks que se creen su propio discurso insostenible. Son como esos maridos infieles que les pillas en la cama con otra y te lo niegan todo y cuando tú te exclamas pero hombreeeee, y esta quién es…van y te preguntan tú a quién crees, si a ellos o a tus mentirosos ojos. ¿Cómo no te das cuenta de que la presunta amante es Mariano Rajoy disfrazado con sujetador y liguero? ¿O acaso no sabes que él tiene un plan para hundir Cataluña y vuestro matrimonio?
Esto sería de risa de no ser por las repercusiones. Y es que la primera condición para poder echar marcha atrás de un delirio es tener claro a algún nivel que lo es. El mundo está lleno de cabrones sensatos a los que siempre se les acabará haciendo (o te acabarán haciendo ellos a ti) una oferta que no es posible rechazar. Lo malo es cuando tratas con gente que le da al independentismo como al peyote o a cualquier otro hongo alucinógeno. Vamos, que es envolverte con la estelada y salir más alto, más guapo, más supermán y sobre todo más incapaz de haber roto un plato en tu vida. No digamos de censurar a nadie, de meter la mano en la caja o de negar la evidencia del nauseabundo olor de los orinales del poder vaciándose una y otra vez sobre la cabeza de la gente. Y si la gente se queja de la lluvia dorada nacional, es porque no ama a su patria.
Teniendo a Mascarell, ¿para qué necesita Rajoy ni nadie dedicar ni un minuto a pensar cómo hundir Cataluña? Si ya se hunde sola
Otro ejemplo: el consejero de Cultura, Ferran Mascarell, ve en el apagón de Catalunya Ràdio en Valencia, no una posible consecuencia lógica de hacer ciertas cosas ya sabéis con qué mullida y por lo general redondeada parte del cuerpo (repetidores ilegales, sin ir más lejos), o como algo probablemente acelerado por el cierre de Canal Nou, sino como la clara avanzadilla del plan Rajoy contra Cataluña entera, quien según Mascarell aspira a "falsificar la historia de España y levantar fronteras entre Cataluña y Valencia". Como si a Rajoy le preocupara lo más mínimo qué radio se escucha en Valencia. Como si la Generalidad catalana no hubiera cerrado no hace demasiados años emisoras de la COPE. Como si Mascarell mismo no estuviera auspiciando ahora mismo un Acord Nacional Per a la Cultura (sic) que pasa olímpicamente de la cultura catalana en castellano o predica "remover todos los obstáculos" para que el catalán se imponga al castellano por las buenas o por las malas. Si eso no es levantar fronteras, ¿qué es?
Con gente así, ¿qué construyes? ¿Qué haces? ¿Y qué se creen ellos que harían con un Estado si lo tuvieran? Miedo da pensarlo. Teniendo a Mascarell, ¿para qué necesita Rajoy ni nadie dedicar ni un minuto a pensar cómo hundir Cataluña? Si ya se hunde sola.