Pensamiento

El 'president' no tiene quien le escriba

8 enero, 2014 08:33

El presidente de la Generalidad cada día que pasa se parece más al coronel de García Márquez, ese coronel del que nunca supimos su nombre. Del presidente de la Generalidad sí que lo conocemos. Casi es la única diferencia. El coronel no tiene quien le escriba. El presidente de la Generalidad, tampoco.

El coronel es un hombre de buena fe y bastante ingenuo. Vive en su pueblo esperando recibir el aviso de que le han concedido la pensión a la que tiene derecho por haber servido en su juventud a las órdenes de Aureliano Buendía, el general que tiene gran protagonismo en otra novela de García Márquez, Cien años de soledad.

Mas no tiene reparos en vender el patrimonio porque augura que la independencia nos traerá los recursos infinitos que permitirán construir un Estado del bienestar de primera división. Sin embargo, ese mundo idílico es un mundo irreal

El coronel lleva 15 años esperando la pensión. No le llega. Todos los viernes, acude a ver la llegada de la lancha que trae el correo. Después de su distribución se lleva una decepción. Artur Mas lleva el mismo camino. Envió el 20 de diciembre una carta a los líderes europeos y a una veintena de mundiales solicitando apoyo para la consulta del 9 de noviembre. Mas mira cada día su correo y también se lleva una decepción.

Las reacciones públicas no hacen prever nada bueno. Italia aludió a que Letta estaba de vacaciones. Francia que el tema es un asunto interno. Alemania ni se ha dado por aludida y no digamos el Reino Unido. La última en hablar ha sido la Unión Europea. Admitió haber recibido la carta pero reconoció no haberla leído. Entusiasmo, por tanto, no parece que exista en la UE para contestar la carta de Mas.

Al personaje de García Márquez, la vida se le hace harto imposible por la falta de recursos. Además, se niega a vender el gallo de pelea propiedad de su hijo acribillado a balazos. Le cogió cariño. Prefiere quedarse con el gallo y llevarlo a las peleas para ganar el sustento. El presidente catalán tiene una tarea complicada al frente de un gobierno sin recursos y aplicado a todos los recortes. No tiene reparos en vender el patrimonio porque augura que la independencia nos traerá la buena nueva de la salida de la crisis y de los recursos infinitos que permitirán construir un Estado del bienestar de primera división. Sin embargo, ese mundo idílico es un mundo irreal. Nadie puede asegurar que lo prometido sea deuda. Nadie puede vislumbrar ese futuro que arroja luces y aleja sombras.

El coronel es un pragmático y sabe que la situación es insostenible. Si no vende el gallo, malo, pero si el gallo pierde en las peleas, peor. Su mujer le recrimina su actuación y le pregunta "dime, qué comemos", el coronel responde: "Mierda". Muchos catalanes también le recriminan a Mas su actuación. Y muchos se preguntan, si toda esta aventura acaba mal, ¿qué comeremos? Tal como reacciona el mundo de nuestro alrededor todo apunta que lo mismo que el coronel.