Pensamiento
El fin de los días
ERC ha elegido a su candidato para las europeas. Las veleidades de dirigentes de CiU apostando por la lista única como un ensayo del derecho a decidir -y para enmascarar el varapalo en las urnas- en la convocatoria electoral para Europa se han revelado como una nueva estrategia fracasada. Parafraseando a Marx (Groucho), los de CiU van "de derrota en derrota hasta la victoria final".
Los republicanos se sienten fuertes. Están marcando los tiempos y definiendo la estrategia mientras agitan la espada de Damocles de los presupuestos sobre la cabeza de Mas. De momento, los de Junqueras están presionando sobre la pregunta y sobre la fecha. Junqueras movió ficha definiendo su pregunta: independencia, sí o no. Mas, por el contrario, debe definir otro tipo de cuestión sino quiere que ICV lo deje compuesto y sin novia. El PSC ya se bajó del autobús y está intentando renacer de sus cenizas.
Junqueras ha desoído los cantos de sirena que le querían atraer a una candidatura unitaria en las europeas. Quiere ganar y laminar a CDC para ser la referencia del movimiento secesionista
Ahí radica el problema. Una cuestión que salga del baremo independencia, sí o no, alejará a Mas de los ciudadanos que se creyeron su viaje a Ítaca. Lo alejará, aún más, de los que ahora no están por medias tintas y nuevos experimentos, de los que quieren la independencia sin tapujos. Y lo alejará del todo de los que lo consideran el culpable de esta situación desbocada y sin sentido. ERC le volverá a ganar la partida. Junqueras lo sabe y, por eso, ha desoído los cantos de sirena que le querían atraer a una candidatura unitaria en las europeas. Quiere ganar y laminar a CDC para ser la referencia del movimiento secesionista.
Las voces críticas en CDC y Unió contra la estrategia actual son ya un clamor. Públicamente, Duran es el único que para los pies a ERC ante el seguidismo desmedido de Francesc Homs. En CDC, reina la atonía y la perplejidad. No entienden como Mas lidera una estrategia que está fagocitando el partido a favor de ERC y con el beneplácito del hombre fuerte, el consejero de la Presidencia. Puig y Gordó están haciendo oír su voz. Cada vez más en público. Homs teoriza que aunque gane ERC, el soberanismo es el que gana. Ni Puig ni Gordó están por destruir el partido. Tampoco Josep Rull, que sigue cocinando su propia hoja de ruta, en caso que CDC salte por los aires. Hipótesis cada vez más posible.
El dilema de CDC y del presidente autonómico Mas no tiene fácil solución. Mejor dicho, no tiene solución. Sembró vientos y ahora recoge tempestades. Como recoge nuestro compañero Alfons Quintà, el debate es sobre Estado soberano o Estado independiente. Estado soberano es la salida que le apuntan los estrategas a Mas. Los mismos que le llevaron a convocar elecciones y a perderlas y los mismos que le llevaron a pactar con ERC en un pacto que todavía es inconcluso y que ha permitido a los republicanos erosionar a CDC hasta límites insospechados hace apenas dos años.
El Estado soberano puede contentar a Duran pero difícilmente llenará de satisfacción a Joan Herrera que seguirá en sus trece con el Estado federal. Tampoco será del agrado de ERC que puede hacer dos cosas. Asumir la pregunta como un paso más hacia la independencia, mostrando así su altura de miras o rechazarla, reforzando así su papel de liderazgo en el proceso soberanista. Haga lo que haga saldrá reforzada y Mas debilitado. En la política catalana y también en CDC. Mas está escribiendo los últimos días en su diario. Es el fin de sus días.