Fotomontaje de Miriam Saint-Germain con Rosalía de fondo
'Rosalía, Montserrat i el català'
"La Escolanía no necesita demostrar su catalanidad cada vez que abre la boca: ya la lleva inscrita"
Hay debates que, más que proteger una lengua, la desvirtúan.
Las críticas vertidas por una presentadora de Catalunya Ràdio a raíz de la participación de la Escolanía de Montserrat en Magnolias, una de las nuevas canciones de Rosalía, han derivado en una discusión que desborda los límites de la sensatez y que, además, parte de un discurso profundamente egoísta, que no contempla en ningún momento la proyección internacional que esta colaboración ofrece a una institución tan arraigada en Cataluña como es la Escolanía de Montserrat.
Que quede claro desde el inicio: quien suscribe estas líneas es defensora convencida de la lengua catalana y de su cultura. Consciente de lo que significa vivir en una tierra con una lengua históricamente vulnerada y de lo que significa querer preservarla. Pero precisamente por esto cuesta compartir la dureza con la que se ha atacado a una artista que, allá donde ha ido —de Los Ángeles a Tokio—, ha reivindicado su identidad catalana sin titubeos.
Pero hay algo aún más revelador en este debate: quienes critican que la Escolanía haya cantado en castellano parecen confiar muy poco en aquello que la Escolanía representa. Porque si hay una institución que encarna, de forma indiscutible, la identidad cultural catalana, es justamente la Escolanía de Montserrat.
Su canto representa a Cataluña allá donde resuena, sea en catalán, en latín, en castellano o en cualquier otra lengua. La fuerza de una institución como esta no depende del idioma en que articula una pieza musical, sino de su historia, su tradición y su significación colectiva. La Escolanía no necesita demostrar su catalanidad cada vez que abre la boca: ya la lleva inscrita.
Si Magnolias hubiera sido en latín, ¿habría molestado del mismo modo? ¿O el problema es exclusivamente que la canción está en castellano?
Cuando la Escolanía es anfitriona, se expresa en catalán. Cuando colabora con artistas, se adapta a la propuesta musical, como ha hecho siempre. Y si hubiera considerado que el proyecto desvirtuaba su esencia, simplemente habría dicho que no. Pero no lo hizo. Aceptó. Y hoy, los exdirectores de la Escolanía han defendido públicamente esa decisión.
No solo se ha omitido esa reflexión, sino que tampoco se ha puesto en valor que otra de las canciones del álbum LUX esté precisamente en catalán. Mientras tanto, conviene recordar que hay artistas nacidos en Cataluña que jamás han cantado una sola canción en catalán. Rosalía, en cambio, lo ha hecho. Lo sigue haciendo. Y en este último álbum, además, ha decidido incorporar 13 lenguas distintas.
Si hay una artista que ha sabido hablar de diversidad lingüística y cultural sin convertirla en un arma arrojadiza, es ella.
Resulta paradójico, por no decir injusto, que se señale con más dureza que un coro catalán cante en castellano que reconocer que ese mismo álbum incluye una canción en catalán y sonoridades de raíz que proyectan la cultura catalana hacia audiencias que jamás habían oído hablar de Montserrat ni de su Escolanía.
Lo que debería celebrarse como una oportunidad de abrir las instituciones catalanas al mundo, algunos lo han convertido en una acusación.
Rosalía no está borrando la catalanidad de la Escolanía. Todo lo contrario: la está proyectando, amplificando, haciendo que atraviese fronteras. Nadie que quiera a una cultura o una institución debería interpretarlo como una amenaza.
Que quedi clar: això no va d’una pugna entre llengües, ni de renúncies, ni de renegar d’allò que som. Va, precisament, de reconèixer que la nostra identitat és tan rica, tan profunda i tan viva, que pot cantar en més d’una llengua sense perdre’s. L'Escolania representa Catalunya allà on va, i Rosalía també. I és una bona notícia que el món ho escolti.
Ah, i insisteixo: la Rosalía també canta en català al disc LUX. Us convido a escoltar Divinize. És, senzillament, una obra d’art.