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Hospital comarcal del Alt Penedès

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Ojo con la gestión

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Mucho ojo con la gestión. Desarrollar e impulsar proyectos requiere muy a menudo de la capacidad de tejer consensos internos, de galvanizar voluntades y de aunar objetivos de los participantes. Es el caso de la gestión sanitaria, que tiene unas particularidades propias, claro, pero que requiere de un extra de paciencia y diálogo. Hacia el exterior, sí, pero también intra muros. Si uno no convence o implica, no conseguirá llevar las organizaciones a buen puerto. 

Es así porque el sistema sanitario catalán está compuesto por una diversidad de proveedores. El mayor de ellos es el Instituto Catalán de Salud (ICS), pero no es el único. Hay un abanico de fundaciones, empresas y consorcios que operan dispositivos a los que también vamos los ciudadanos cuando tenemos un achaque de salud. Muchos de ellos están, a su vez, compuestos de ayuntamientos, universidades, diputaciones e incluso la Iglesia católica. 

Por ello, dialogar se antoja fundamental en la diversidad en la provisión. La imposición per se está destinada al fracaso. Véase el caso del Consorcio Alt Penedès-Garraf, del que ha anunciado su salida Vilanova i la Geltrú, que es también el mayor socio por población de esta empresa sanitaria. 

La gestión de un servicio auxiliar --no es el corazón del grupo, ni mucho menos-- como es la cafetería ha llevado a todo un ayuntamiento a dejar la enseña. Y se trata de una Administración local que representa a más de 70.000 vecinos. Es la mayor institución del consorcio. 

No parece que asistamos a un caso de éxito en el fondo y en las formas de la cúpula directiva. El management de la empresa que rige los hospitales de Vilafranca del Penedès, Vilanova i la Geltrú y Sant Pere de Ribes puede haber firmado una magnífica labor asistencial --la reciente dimisión de una directora médica sugiere lo contrario--, pero no es suficiente

Si uno no convence a los socios de que la senda es la correcta, y si uno toma decisiones sin contar con el concurso de los partners, incurre en riesgo de ruptura, que es lo que ha pasado en este caso. Es una máxima que vale en el Alt Penedès y Garraf y en el resto de Cataluña. En el sector público y en el privado. 

Se impone la necesidad de volver a tejer confianzas, de limar asperezas y de enderezar el rumbo. Y de escuchar a todas las partes antes de decidir, de recabar la máxima información, algo que no siempre ocurre. No parece que haya pasado hasta ahora. 

Aún estamos a tiempo.