Con vuestro permiso, hoy me tomaré la licencia de escribir en primera persona. Porque hay momentos en los que una no puede ni quiere alejarse, ni fingir distancia. Porque este aniversario no puede celebrarse desde la barrera, sino desde dentro, desde el corazón de un proyecto periodístico y profesional que también es casa. Y es que estamos de celebración, este mes de julio Crónica Global cumple diez años, y yo tengo la suerte de celebrarlo desde dentro.
En la era de lo efímero, donde los proyectos nacen y se agotan al ritmo vertiginoso de un clic, donde la persistencia parece un valor en extinción y el compromiso ya es algo vintage, cumplir diez años es una proeza. Y si esos diez años son íntegramente digitales, en un contexto que hace una década aún miraba con recelo al periodismo en red, el mérito se multiplica.
Este medio nació y empezó a nadar a contracorriente, remando siempre en la adversidad. Y para eso, hacen falta cimientos firmes. Los pusieron quienes vinieron antes que yo. Personas valientes, periodistas con oficio, que colocaron los primeros ladrillos con tanta fuerza y solidez que, incluso cuando el viento sopló con furia –que lo ha hecho muchas veces–, la estructura se mantuvo intacta.
Gracias a ellos, esta casa ha crecido, planta a planta, sin tambalearse, resistiendo lo que pocos medios logran resistir: el paso del tiempo sin perder su identidad.
Por eso, esta no es solo la celebración de quienes hoy levantamos la persiana todas las mañanas. Es también –y sobre todo– la de quienes creyeron en Crónica Global cuando aún era una idea, un proyecto incipiente que hoy se ha convertido en medio de referencia. Un medio que ha hecho del atrevimiento, el criterio y el olfato callejero su seña de identidad. Porque si algo tiene Crónica Global, es eso que llamamos (y llaman) “el sello Crónica”. Y es que hay noticias que, sin ver la cabecera, ya se sabe que son nuestras.
En lo personal, para mí, Crónica fue inspiración mucho antes de que fuera trabajo. La descubrí en la universidad, cuando entrevisté al periodista Carlos Quílez siendo solo una estudiante. Por aquel entonces, Crónica era fuente habitual de mis reportajes universitarios. Nunca imaginé que años después estaría escribiendo desde dentro. Pero cuando llegó la oportunidad, no lo dudé ni un segundo.
Lo que tiene este medio –y que no abunda en otros– es un profundo sentimiento de pertenencia. Aquí una no solo informa: construye. Aquí te dejan poner ladrillos, ser parte de un todo. Para las románticas como yo, eso lo es todo. Porque el periodismo no es solo un oficio, es una forma de vida. Y vivirlo con libertad, con implicación, con verdad… es un privilegio.
Hoy Crónica Global cumple diez años. Los diez primeros, pero no los únicos. Porque ahora nos toca a las nuevas generaciones seguir proyectando este medio, seguir cultivando esa mirada única y ese periodismo que se cuece en la calle, no en un escritorio. Ese que remueve, que rasca, que informa y que incomoda cuando toca.
Gracias a los que estuvieron, a los que están, y a los que vendrán. Por muchos años más de periodismo con sello propio. Por muchos años más de Crónica Global.