Imagen de archivo de una peluquería
Clones
"Ser impulsiva me ha traído muchos problemas en la vida, pero a veces acierto"
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A principios de esta semana me topé por casualidad con un artículo publicado en The New York Times que hablaba sobre por qué hoy en día tantas mujeres llevan el pelo largo. Desde adolescentes de 13 y 14 años con sus melenas clonadas, lisas y rectas, al estilo virgen María, a mamis del cole cuarentonas, actrices veteranas como Demi Moore o la propia Melania Trump, la primera primera dama de la era moderna en aparecer en los actos oficiales luciendo sus cabellos rubios y ondulados sueltos por debajo de los hombros.
“Durante décadas, al menos en la tradición eurocéntrica, el cabello largo en las mujeres se asociaba con la infancia, la virginidad y la fertilidad. En consecuencia, cortárselos, o, si más no, recogerlos, era un símbolo de madurez, de formar parte de la clase dirigente. También era un distintivo de modernidad, ya que, con la apertura de las peluquerías, los cortes elegantes pasaron a estar al alcance de las masas”, escribe Vanessa Friedman, veterana periodista de moda del NYTimes, convencida de que esta nueva tendencia al cabello largo revela un cambio más amplio en las ideas sobre género, estatuts raza y edad. Una de ellas, según Friedman, surge del auge del conservadurismo, que alaba a la mujer tradicional, con ese cabello largo y reluciente tan difícil de mantener con la edad, a no ser que te gastes mucho dinero en tratamientos. “Cabellos de niña rica”, lo llaman algunos peluqueros.
Asustada por lo que leía, llamé a mi peluquera y le pedí hora para al cabo de dos días. “Lo quiero corto, por encima del hombro”, le dije sin vacilar. En menos de una hora, mis cabellos largos salpicados de canas y castigados por el sol se convirtieron en una melena long bob a la altura de la barbilla. “Pareces más joven”, me prometió la peluquera, aburrida de atender adolescentes que solo vienen a cortarse las puntas. “Lo más triste es que quieran ir todas igual, qué falta de personalidad”, añadió. Pensé de nuevo en el artículo, en la idea tan conservadora de vincular cabello largo con feminidad y juventud, y me alegré de habérmelo cortado.
“Qué impulsiva que eres”, me dijo una amiga, cuando le expliqué la razón que me había llevado a la peluquería. Ser impulsiva me ha traído muchos problemas en la vida, pero a veces acierto.
“Pese a su reputación negativa, la impulsividad tiene muchos beneficios hoy en día. La creatividad y la innovación muchas veces surgen de procesos de pensamiento impulsivo”, afirma Sam Goldstein, director clínico del Centro de Aprendizaje y Comportamiento Neurológico y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Utah, en Psychology Today. La impulsividad, según Goldstein, es crucial para los negocios y el emprendimiento (¿estoy a tiempo de probar?), ya que muchos éxitos empresariales prominentes resultan de decisiones de alto riesgo tomadas sin vacilaciones. También beneficia las relaciones sociales y románticas. “Gestos espontáneos, aventuras y expresiones de afecto fortalecen las relaciones, fomentando excitación emocional y conexión. Deliberar demasiado en interacciones sociales puede impedir oportunidades de conexiones significativas, mientras que la impulsividad puede llevar a experiencias interpersonales más fuertes y dinámicas”, afirma.
Impulsiva y con el pelo corto: ahora seguro que ligo.