Donald Trump, presidente de EEUU Washington, DC
¿OTAN sí, OTAN no?
"España y Europa deben tener su propia estrategia, y es precisamente ese concepto autónomo lo que puede incomodar"
Las declaraciones del presidente de EEUU, planteando que tal vez habría que expulsar a España de la OTAN por no gastar el 5% en defensa, reabren la memoria colectiva de un país que vivió un referéndum en marzo de 1986. Aquel debate giraba en torno a si debíamos permanecer en dicho organismo, tras la decisión de Calvo Sotelo en mayo de 1982 de incorporarnos a él. Fue una discusión con gran repercusión en toda la sociedad, especialmente en los partidos de izquierda. La participación de Felipe González fue determinante para que el resultado fuese favorable a la permanencia, a pesar de las tensiones que mucha gente vivió.
España ha mantenido una relación compleja con sus fuerzas armadas. La historia de sus alzamientos durante el siglo XIX, su papel en la Guerra Civil y su rol posterior las configuraron con un marcado acento político. En los últimos años, su participación en misiones de paz por todo el mundo y la creación de la Unidad Militar de Emergencias en octubre de 2005 han modificado la percepción social sobre su importancia y labor.
Intuyo que, con estas declaraciones, Trump puede reforzar aún más la visión antiamericana. No olvidemos que, en la memoria colectiva de muchas personas, las bases norteamericanas en España se asociaron en su momento al régimen de Franco, con todo lo que ello implicaba en términos de apoyo. Incrementar el gasto en defensa es un asunto complejo: no todo debe pasar por comprar más armamento a EEUU. Europa debe tener capacidad para generar su propia industria, y eso tal vez no guste a ciertos proveedores. Lo que los expertos llaman “tecnología de doble uso” es una opción inteligente y viable. El uso que están teniendo los drones en aplicaciones civiles es un buen ejemplo.
No se trata de debatir porcentajes. España y Europa deben tener su propia estrategia, y es precisamente ese concepto autónomo lo que puede incomodar. Flaco favor hace quien le dice a otro país lo que tiene que hacer. El efecto puede ser el contrario. Abrir debates sobre permanencias es retrotraernos a hace 40 años, con los personajes cambiados. No creo que a EEUU le interese abrir este proceso de discusión. Más allá de las consideraciones personales que puedan generar los responsables públicos, los países deben ser capaces de sostener líneas de pensamiento y acción sustantivas.