El fin de semana pasado tuve la suerte de ser invitada a Cadaqués por unos buenos amigos de mi familia, que me permitieron despedirme de las vacaciones con un paseo en barca y un delicioso baño en sus aguas frías y cristalinas. Los que me conocen bien saben que no soy de mar y que es inútil llamarme para ir a la playa —no me gusta tener cuerpos de desconocidos cerca, la sensación de tener el bikini mojado pegado a la piel o los pies sucios de arena, mucho menos encontrarme una medusa, algas, espumita o cualquier otra porquería flotante como las que abundan en las playas del Maresme. Pero Cadaqués es otra historia, especialmente si no estamos en pleno agosto, la tramontana ha enfriado el ambiente y me llevan en barca lejos de la gente.

Tras pasar la mañana en el mar —¡y qué mar! — mis amigos y yo decidimos ir a comer a La Gritta, la pizzería más conocida del pueblo, propiedad de la Bicho, prima de mi padre, que siempre se alegra de las visitas de algún familiar lejano con niños pequeños, como es mi caso. La Bicho es una figura emblemática de Cadaqués. A mí me gusta llamarla “la sheriff de Cadaqués”, porque conoce a todo el mundo y lo más habitual es que te la encuentres de brazos cruzados frente a la puerta del restaurante, muy elegante con su armilla de ante y camisa blanca, en posición observadora, a punto de encenderse un cigarrillo.

“La Bicho podía ser encantadora si le caías bien y la persona más impertinente y despectiva del mundo si no le gustabas”, escribe muy acertadamente Milena Busquets en su último libro, La Dulce Existencia (Anagrama, 2025). “En verano, salía cada día sola con su barca, a primera hora de la mañana, para bañarse tranquila y pasear. Lo sabía todo del pueblo, nunca miraba el móvil (nunca contestaba un mensaje), y no había tenido una vida fácil, pero había escogido la que quería vivir y no se excusaba por ello”.

De vuelta a casa, con la barriga llena de pizza, topamos con el reconocido ilustrador y dibujante Javi Aznárez, que se escondía de los turistas bajo un portal de piedra en una callejuela alejada del centro. “Yo en agosto no cruzo al otro lado del puente del casino”, nos explicó, cigarrillo en mano, refiriéndose al puente que cruza la riera y te lleva al otro lado del pueblo, donde se aglomeran los restaurantes, heladerías y tiendas de souvenirs.

Aznárez, que en 2021 colaboró en la película de Wes Anderson La Crónica Francesa, ha vivido muchos años en Cadaqués, donde veraneaba de pequeño y donde sigue manteniendo su taller/estudio, a pesar de lo que le molesta la presencia de turistas. Quizás el cambio climático, con sus olas de calor cada vez más insoportables, sea la única fuerza capaz de detener la llegada de las masas en agosto. Mejor quedarse en casa enchufado al aire acondicionado que pagar miles de euros para deambular agobiado por Cadaqués o cualquier otra parte del mundo.