En teoría, el sistema autonómico se implementó con la intención de que todas las regiones españolas pudieran ver incrementado su poder de actuación sin sufrir las iras del centralismo. Bueno, vale, no fue exactamente así. Todos sabemos que se trató de una añagaza administrativa para que se callaran los separatistas vascos y catalanes, convenientemente disfrazada de café para todos.
Pero, en la práctica, el autonomismo solo ha servido para potenciar el enfrentamiento entre comunidades, incrementar exponencialmente el número de parásitos funcionariales y, cuando pintan bastos, echarle la culpa al que sea, mientras no seamos nosotros.
Este verano ha ardido media España, pero nadie se ha hecho responsable y nuestros políticos se han echado mutuamente la culpa de nuestras desgracias. Para el gobierno central, el autonómico de turno lo ha hecho todo con el culo, y así ha salido la cosa.
Para los gobiernillos autónomos, el gobierno de verdad y el Estado en pleno son responsables de sus desdichas. Y cuando se les sugiere modestamente a unos y otros que tal vez no han tenido muy en cuenta el mantenimiento de nuestras estructuras, ahorrándose un dinero que invertir en asuntos fundamentales (embajadas fake en el extranjero, ministerios innecesarios y demás), todos ponen cara de ofendido e insisten en que la culpa es de los demás. Creo que habría que tirar un poco más de dinero en poner a la entrada de nuestros centros de poder nacionales y regionales la célebre frase de Jean Paul Sartre “El infierno son los demás”.
Arreglar, lo que se dice arreglar, nuestros políticos no arreglan nada más que sus cuentas bancarias. Y como en España ni el estado es una cuestión de estado, todos aprovechan las catástrofes para achacárselas a los del partido contrario. Nunca veremos a ninguno de nuestros políticos diciendo cosas como: “Sí, somos unos chapuceros y nos pasamos por el arco de triunfo el mantenimiento de nuestras instalaciones y estructuras.
Por eso nos pasan cosas como el apagón de abril, que aún no nos hemos tomado la molestia de explicar, pero ya les hemos cargado el muerto a las eléctricas, o los incendios de este verano, de los que tiene la culpa el gobierno central o los autonómicos, dependiendo de quién opine. ¿Que en qué nos hemos gastado el dinero que deberíamos haber invertido en mantenimiento? Pues en lo que más nos convenía en cada momento para conservar los sillones. ¿Que no pasa nada? Todo eso que nos ahorramos (y nos llevamos).
¿Qué se produce la catástrofe? Yo no he sido, ha sido el de enfrente. Y así vamos tirando. Y como la población aguanta lo que le echen y ya no sabe cuál de los dos principales partidos políticos españoles le da más asco, pues seguimos adelante con las trolas de siempre. Nuestro agradecimiento a Podemos y Ciudadanos por no haber servido para nada”.
Los incendios son una desgracia que, afortunadamente para nuestra clase política, suele producirse en verano, y dependen de la eficacia de las autoridades y la ineficacia de los pirómanos para poder ser controlados. Lamentablemente, los pirómanos ganan por goleada (especialmente en Galicia, donde prender fuego a los matojos del vecino es un deporte nacional que el BNG ya tarda en reivindicar, teniendo en cuenta la relevancia de O noso).
En cuanto a la respuesta de otras autonomías, todo depende de quién las presida. Si es alguien del partido del gobierno, éste dirá que lo ha hecho todo muy bien, y si no, que se ha cubierto de oprobio. Y así sucesivamente.
Mientras medio país ardía, unos adolescentes catalanes se han centrado en el último challenge idiota de Internet, consistente en cagarse en piscinas municipales sin que te pillen. Podría tratarse de una reacción transgresora a la ineptitud de sus mayores, aunque lo más probable es que ninguno de los serial shitters se haya enterado de los incendios de Galicia, Extremadura o Murcia (si es que han oído hablar de esos sitios, carentes de la magia de Narnia).
Poner en práctica una de las expresiones más comunes en España (“Esto es pa cagarse”) podría haber estado bien eligiendo mejor los objetivos (las piscinas de los políticos, por ejemplo), pero esos chavales solipsistas y entontecidos por Tik Tok solo han sido capaces de arruinarles el baño a sus vecinos, como esos negros de Los Ángeles que se rebotan por algún abuso policial y, en vez de subir a Beverly Hills a quemar las mansiones de los ricachos, la emprenden garrotazos con sus vecinos blancos, aunque sean unos pringados como ellos.
Estamos en manos de ineptos que no controlan ni apagones ni incendios ni trenes de cercanías. Pero a algunos les da igual porque viven en Internet y lo que mola este verano es ciscarse en las piscinas municipales. Poco nos pasa.