Todo el mundo se preparaba para la caída de Sánchez en julio. Nadie daba un euro por el presidente del Gobierno. Nadie, menos él, porque incluso en su círculo más íntimo el pesimismo reinaba por doquier. Sin embargo, el presidente vive en un espejismo por su larga travesía del desierto.

Si bien no ha caído, el fin del periodo de sesiones no invita a ser optimista. Ha acabado ganando a los puntos, pero su debilidad es manifiesta. Debería mover pieza para coger fuerzas para el próximo año. No hizo la moción de confianza y la debería haber hecho, para consolidar esa mayoría mal llamada progresista cuando es más bien plurinacional.

Sánchez tiene suerte en una cosa: tiene la mejor oposición del mundo

El PP es incapaz de armar una mayoría alternativa y fracasó en su intento de tumbar a un Gobierno acosado por la corrupción de los tres tenores, Cerdán, Ábalos y Koldo. Sacó incluso las saunas del suegro, ya fallecido, del presidente como síntoma de su impotencia.

No cayó el Ejecutivo y en las encuestas Vox se llevaba la palma por la corrupción --el PP quedó acogotado por el caso Montoro y la estupidez de Noelia Núñez, y por la inmigración--. 

Como todo está en el aire, todo el mundo se pone a pensar. En el caso de Junts, lo de pensar es un oxímoron. Llevan dos años con la matraca de que lo suyo con Sánchez no es un cheque en blanco, pero lo cierto es que se mueven al son del hámster de Waterloo.

No contentan ni a los suyos y la prueba es que Aliança Catalana les está haciendo un siete que puede ser memorable. Ni a los empresarios. Votaron contra el decreto energético en el Congreso, en Cataluña bloquearon el decreto de renovables y en Barcelona dejaron viva la reserva que obliga a los promotores a destinar el 30% a vivienda social.

Los empresarios solo aplauden el no de Junts a la reducción de jornada. No es baladí que Josep Sánchez Llibre elogiara a Junts por evitar esta reforma. Al día siguiente, Yolanda Díaz estuvo en Espejo Público de Antena 3 y evitó el enfrentamiento con la patronal y con Junts.

Las ayudas a las pymes, que la vicepresidenta descartó, en septiembre pueden ser una moneda de cambio y al presidente de Foment no se le escapa el detalle. 

La cosa es que Puigdemont tiene clavada la espina de la pérdida de Barcelona y eso, dicen, que ganaron las elecciones. No recuerda el señor de Waterloo que Girona es un caso igual, pero a la inversa. Pero como Barcelona es el punto de inflexión en su burbuja, se han propuesto --los de Junts-- exigir a Sánchez que obligue al PSC a dejar en la alcaldía a Junts, para frenar a Aliança Catalana. Y de paso intentar convencer a Puigdemont.

Tres cosas. Una: tiene guasa que un partido independentista quiera que el PSOE obligue al PSC a rendir Barcelona.

Dos: Puigdemont no conoce al PSC. Desde el Govern un alto dirigente me dijo : “Están fuera de la realidad”, y un concejal de Barcelona simplemente soltó una carcajada descomunal.

Tercera. Una mujer al frente del consistorio para frenar a Sílvia Orriols. A saber, Neus Munté, Joana Ortega, Victòria Alsina, Maria del Carme Lleó y Titon Laïlla. Si Jordi Martí, su líder municipal, tiene un conocimiento de 16%, ninguna de ellas tiene el mismo. Orriols las machaca sin bajarse del autobús. Quizá, la ocurrencia fue archivada por el propio Puigdemont en la cumbre juntera en el sur de Francia. 

Otra serpiente de verano es la propuesta de Gabriel Rufián de crear una alianza estratégica de la izquierda del PSOE. Rufián, que tiene su candidatura para unas próximas elecciones en el alambre, fue listo y dejó fuera a Podemos, pero sin Podemos esa candidatura tiene pocas esperanzas de tener recorrido.

Bildu, ERC, BNG y Més --Baleares-- suman, pero de forma insuficiente. Podemos es necesario sí o sí. Sumar puso el grito en el cielo porque una candidatura no puede ser una suma de siglas. Eso dijeron porque saben de lo que hablan. ¿Qué es Sumar? Una suma de siglas.

La cosa, por ahora, no cuaja pero Rufián acierta en una cuestión. O la izquierda del PSOE se reinventa o será aniquilada políticamente. Seguramente la idea de Rufián no prosperará, pero a diferencia de las veleidades de Junts, sí está dentro de la realidad.