Un hombretón borda el papel: "Questa o quella per me pari sono...". Las palabras del Duque de Mantua resuenan en una gran escena política. Es el primer acto de Rigoletto, la ópera que lleva el nombre del bufón jorobado de la Corte, nacido para la música de Verdi, gracias al relato original de Víctor Hugo (El rey se divierte).
Durante la obra, el Duque (Núñez Feijóo) se queda chasqueado sin Gilda bajo el off de la archiconocida La donna è mobile (Junts) y con el magro consuelo de su última conquista, Maddalena, Bella figlia dell’amore (el PP catalán). Gilda muere en brazos de su padre, el bufón, mientras que el Duque sin juguete se instala en su pueblo, Os Peares, en plena Ribeira Sacra de Galicia.
Feijóo ha orquestado el no del pacto por la lengua catalana, una negativa que une a las dos derechas, PP y Junts, junto a Vox y la CUP, las dos extremas respectivas del Parlament, metidas con calzador en el hemiciclo del antiguo arsenal de la Ciutadella.
Cuando se acaben los calores, el Duque volverá con fuerza. Tiene que oponerse a la reforma del modelo de financiación, propuesto por Illa, pero está boquiabierto con las 23.000 empresas que se han creado en Cataluña desde que Illa preside la Generalitat. Y, una cosa más, definirse sobre el modelo de financiación de la Comunidad de Madrid, donde Ayuso ha instalado un dumping fiscal que ríete de la City de Londres: tratamiento dulce para las sociedades de inversión de capital variable (las sicav) en contraste con el verismo del IRPF.
Ayuso atrae a contribuyentes ricos y sus rebajas en el impuesto de la renta son un laberinto de exenciones nominales, pero decepcionantes. Ángel de la Fuente, director de Fedea, defiende el modelo de Ayuso aunque no lo encuentra ni tan solidario como dice la presidenta (“Madrid entrega un 80% de su ingreso a la caja común”, mentirijilla contable) ni tan dumping como asegura Illa “muy mal asesorado”, en palabras del economista errado sin hache.
El caso es que agosto es un mes proclive a los arreones de Ayuso, mientras el presidente del PP descansa en la Ribeira nunca sobrevalorada, sino más bien admirada por su densidad climática y sus tres ríos (Miño, Cabe y Sil). Feijóo piensa que no necesita el fuego amigo de ningún De la Fuente, para que le hunda un poco más, como hace el conde Monterone con el Duque, en el Rigoletto.
Entramos en agosto con el precio de la vivienda escalando nuevos máximos. La ley de vivienda no se aplica en las 11 comunidades insumisas del PP, pero tampoco funciona donde se aplica, como en Barcelona. En la política nacional, como en la pieza de Verdi, todo es resbaladizo.
Después de un ejercicio marcado por el salvajismo ideológico, no nos queda otra que “ser mediadores ante la furia”, como aconsejó Petrarca, en 1354, en Remedios para la vida, un libro lenitivo traducido por el sabio profesor José María Micó y publicado por Acantilado.
El sentido del humor y el arte son la frontera levantada ante la insensatez. La ferocidad dialéctica del Duque se apaga bajo la luz demediada de la ópera convertida en bufa en las noches plateadas de la Ribeira Sacra.