a) El auge del turismo
En las últimas décadas, las preferencias de los hogares han variado notablemente. La compra y el uso de los productos duraderos, tales como automóviles, electrodomésticos o muebles, ya no les satisface como antes. Ahora, con su dinero buscan obtener algo diferente. El resultado ha sido una reducción porcentual de su gasto en bienes y un aumento en servicios, especialmente en el disfrute de experiencias.
Las empresas más beneficiadas han sido las proveedoras de ocio, especialmente las relacionadas con el turismo. En la actualidad, los viajes se disfrutan tres veces. En primer lugar, cuando se hacen. En segundo, en el momento de recordarlos con la familia y los amigos. En tercero, al subir las fotos y los vídeos a las redes sociales y recibir los comentarios de los seguidores.
En dicho período, la frecuencia de los viajes ha aumentado, especialmente la de los realizados al extranjero, y disminuido su duración. Los motivos principales son tres: el incremento de los ingresos de los hogares, la diferente concepción del turismo y el menor coste del desplazamiento. Para una sustancial parte de la población, viajar ha dejado ser un privilegio y se ha convertido en una necesidad.
De los tres anteriores motivos, el más importante es el último. La aparición y proliferación de las aerolíneas low cost ha transformado las características del turismo, pues ha pasado de ser una actividad efectuada por familias pudientes a un fenómeno de masas. Antes, el único viaje anual que hacían muchos ciudadanos era al pueblo donde nacieron. Ahora, casi cualquiera puede realizar más de uno al año al extranjero, si se conforma con viajar durante las horas o días con menor demanda de billetes de avión.
b) Las viviendas de uso turístico: el gran cambio
En el pasado siglo, las viviendas destinadas al alojamiento de turistas (VUT) se encontraban principalmente en los municipios costeros. Se alquilaban durante el verano, especialmente en los meses de julio y agosto, pues casi no había demanda durante el resto del año. Para sus propietarios y la mayoría de las agencias inmobiliarias que las gestionaban, los alquileres derivados de su explotación constituían un complemento, pues su principal fuente de ingresos era otra.
Para arrendarlas, los interesados en ellas utilizaban tres opciones: reservarla por teléfono (arriendo a ciegas), viajar previamente a la localidad y acordar el alquiler con su gestor o hacerlo el primer día de sus vacaciones. En algunas ocasiones, la última alternativa generaba frustración en los turistas. Una escasa oferta disponible les obligaba a conformarse con un apartamento con prestaciones inferiores a las deseadas o situado en un municipio distinto, aunque próximo al elegido.
En 2007, la creación de Airbnb supuso un cambio completo de paradigma y un colosal éxito de la aplicación al turismo de las empresas de plataforma. La nueva compañía, junto a sus posteriores competidores (Booking, Vrbo, Agodia, Expedia, etcétera), han convertido un negocio local en global, llevado las VUT a las grandes ciudades y las zonas rurales, reducido los costes del alojamiento y cambiado la forma de viajar.
En primer lugar, han aumentado considerablemente la demanda potencial de VUT. A través de dichas empresas, cualquier hogar puede alquilar un apartamento situado a miles de kilómetros de distancia de su residencia habitual. En segundo, han facilitado la búsqueda del alquiler deseado, al agrupar en unas pocas webs la mayor parte de la oferta.
En tercero, han ampliado la información disponible sobre las propiedades, pues la descripción de sus características y servicios es detallada y visual. Unos datos fácilmente contratables mediante la lectura de las opiniones de sus antiguos inquilinos. Finalmente, han permitido realizar su arrendamiento con notable anticipación y seguridad, pues las plataformas aseguran la disponibilidad del apartamento en las fechas elegidas.
c) Los resultados
La transformación del negocio de las VUT desde el ámbito local al global favorecía los intereses de las empresas hoteleras. Por un lado, la nueva oferta les permitía atraer a un distinto tipo de huésped, especialmente familias de cuatro o más miembros que no podían permitirse alquilar dos habitaciones o una júnior suite en un hotel.
Por el otro, su experiencia en alojar visitantes de distintas características y el conocimiento de sus preferencias les situaba en una posición inmejorable para aprovechar la expansión de las VUT. Incluso podían aumentar la rentabilidad obtenida por sus hoteles, si ofrecían sus servicios a las familias alojadas en ellas, si ambos inmuebles se situaban a una escasa distancia.
No obstante, la mayoría de las empresas hoteleras desperdició la oportunidad. En términos futbolísticos, equivaldría a tirar un penalti sin portero y enviar la pelota fuera del estadio. De forma increíble, algunos ejecutivos no vieron la transformación del turismo ni tampoco las diferencias entre las necesidades de los nuevos viajeros y los habituales. Otros sí la observaron, pero consideraron incompatibles ambos modelos de negocio.
Un gran número de directivos hoteleros creyeron que las VUT jamás serían competencia de la mayoría de sus establecimientos, dada la diferencia de servicios ofrecidos. Para ellos, las VUT constituían una alternativa barata de estancia, cuya rentabilidad sería sustancialmente inferior a la generada por los hoteles, pues les parecía imposible que en ellas pudieran alojarse turistas de negocios o alto standing.
Los reiterados errores cometidos por las empresas hoteleras los aprovecharon emprendedores que sí detectaron las magníficas posibilidades que ofrecían las VUT. Entre ellos, destacan los que convirtieron una agencia inmobiliaria destinada al alquiler convencional a otra dedicada al arrendamiento turístico y los que compraron viviendas cerca de los lugares más visitados por los viajeros para destinarlas a su alojamiento.
d) Conclusiones
Desde finales del siglo XX, la globalización comercial ha generado una gran transformación económica en las naciones avanzadas. Un gran número de empresas industriales trasladó una parte o la totalidad de sus fábricas desde EEUU y Europa a los países emergentes, especialmente a los del sudeste asiático. En los primeros, la industria entró en un abrupto declive y los servicios aumentaron notablemente su participación en el PIB, especialmente los relacionados con el turismo.
En las últimas décadas, entre las urbes que no son capital de su país, existen dos principales tipos: las que han sustituido su actividad industrial por la turística y las que han caído en declive. Entre las primeras, están Barcelona, Valencia, Florencia o Cracovia; entre las segundas, Detroit, Glasgow, Turín o Duisburgo. En España, lo hemos hecho muy bien, aunque una parte de los políticos y de la población no sea consciente.
En el siglo XX, el nuevo oro (el negro) fue el petróleo; en la actual centuria, al menos en sus primeras décadas, lo es el turismo (el azul). Para aprovechar la oportunidad, nuestro país debe invertir en magníficas infraestructuras, preservar los atractivos turísticos y ser muy competitiva en materia de alojamiento. Para lograr lo último, es necesario ofrecer una buena relación calidad-precio y una diversidad de formatos.
Uno de ellos han de ser las VUT. En primer lugar, porque constituyen el alojamiento preferido para un sustancial número de turistas, tal y como lo demuestra su elevada tasa de ocupación. En segundo, debido a que no son un subproducto de los hoteles, sino un distinto tipo de establecimiento. La competencia siempre es buena, pues hace mejores a unos y otros. Los hoteles y las VUT no constituyen una excepción a la regla, sino un ejemplo de ella.