Se cumple la profecía y las derechas concomitantes se miran de reojo. Feijóo se fija en el soberanismo institucional (el que melló la Constitución en 2017) y ultima su asalto aceptando la amnistía, la “desnaturalización de España” tan presente en sus discursos contra Sánchez.

Aznar hiperventila: ya no es Puigdemont el que merece la cárcel, sino Sánchez, en palabras del expresidente que se olvida de los condenados por corrupción bajo su mandato (Rato, Zaplana o Matas). Mandar a Sánchez a prisión moviliza a la izquierda.

El veterano líder conservador --lino frío y mocasines de charol marrón rojizo-- mantiene la autoridad moral entre los suyos: aparca a Alejandro Fernández, inefablemente conservador, contrario al aproche de Junts, y obliga a Feijóo a que le robe la cartera al catalán a pocos metros de la última barricada. No hay líneas rojas ni en Cataluña.

Génova, 13 mueve bien el tablero encaramando al duque de Montpensier (Miguel Tellado) para contener el empuje  electoral de Vox en los sondeos. Un salto de caballo que sitúa al aparato del partido compitiendo junto a los de Abascal y, paralelamente, le permite a Fernando VII (Feijóo) mirar al espacio de centro, que ha perdido el PSOE, sin tener que colonizarlo. Bajo un destino bíblico, La Restauración está servida. 

Cuando el PP llegue a la Moncloa, el tragalotodo Feijóo podrá dictar leyes homófobas y echar de España a ocho millones de inmigrantes, como anuncia Vox, para amedrentar al débil, al estilo Trump. Así, con la amnistía amortizada y Sánchez encadenado tras un comité federal a la búlgara, todos esperan el deshielo de Junts, un partido sin ideología, pero experto en la anatomía del poder y dispuesto a mandar en una Cataluña aislada.

Crónica Global, contumaz en su crítica al aislacionismo, cumple, este mismo mes de julio, su primera década de periodismo independiente, sin sometimientos financieros ni enjuagues ideológicos del poder. El arte de la paradoja y la verdad mantiene el tipo, encuadrado en el grupo sin ataduras, Grupo de Medios Global.  

Parece que todo vale y todo es paella, pero hay verdades como puños y el PSOE se descompone un poco más cuando su mundus muliebris expulsa a Paco Salazar. Hoy toca memorial de agravios y olvidos de Sánchez en el Congreso, última oportunidad del presidente ante sus socios de legislatura.

Las peleas están a la orden del día; reinan el insulto y el mandoble. Florece el estado zoroástrico de los políticos en permanente hipérbole; el escuadrismo ultra destruye sedes de partidos, como la del PSOE en Valencia (ya van 170), ante el silencio cómplice de la oposición. 

La mandrágora sube pegada a las paredes. El Ejecutivo se perpetúa mientras el cáncer de la corrupción le corroe las entrañas. Leviatán crece y España va en camino de convertirse en un Estado hobbesiano.